Cuando cada quién estuvo en su auto, nos dirigimos al apartamento. De vuelta allí los nervios atacaron a David, lo noté en lo tenso de su cuerpo. -¿Te encuentras bien? -le pregunto. -¿Eh? -dice distraído-. Sí, claro, cariño. -No me parece. -A mí tampoco -dice su madre. -Estoy bien, ¿vale? -dice malhumorado-. No se preocupen. -Quieras o no, lo haré, David -digo firme y enojada-. Me saca de quicio que siempre te pongas de malhumor por todo. Estoy cansada de que siempre quieras ocultar todo, David. Él no dijo nada. El camino que faltaba lo pasamos en silencio y la tensión se hizo más fuerte. David manejaba lo más lento que podía. Quería evitar un accidente o eso le había dicho a su madre. Al llegar a la puerta de mi apartamento Elliot se acercó a mí. -He notado extraño a David. ¿Le pasa algo? -Pregúntaselo tú si quieres -le respondo-. Ya lo he hecho yo y se ha comportado malhumorado. -Ya veo -dice serio mientras me mira-. ¿Tú estás bien? -Sí. Muy bien -digo en tono calmado-. M
-¡Mami! -dijeron ambos niños-. ¡Papá! -¡Hola, campeones! -dijo mi tío-. Me alegra que hayan llegado. ¿Cómo estuvo el paseo? -Este señor nos llevó por un helado antes de venir y nos prometió que luego iríamos al parque -dijo uno-. Y que David iría con nosotros. -Por supuesto que sí -respondió él con una sonrisa-. Más tarde iremos. -Gracias, Gregorio -le digo acercándome a él-. ¿No te han dado trabajo? -Para nada, señora -me tomó de la mano y me sacó junto con su hermano-. Tengo noticias. -Saldré un momento -digo a los demás. Estando afuera, él me mira serio-. ¿Qué pasa? -Jorge les ha pedido a José que se encargue de los pequeños -al escuchar eso, mi corazón se aceleró-. Le he pedido que viniera a verla. Hemos quedado en un sitio neutro. -¿A qué hora? -pregunta su hermano. -En un par de horas -le responde-. Sola. Pero estaré cerca por si necesita ayuda. Que estoy seguro no será así. -Bien. Le comentaremos a Alejandro pero le obligaremos a no seguirnos. Debemos hacer las cosas b
Pasado el plazo de una hora. Elliot me pidió que fuera con cuidado, puesto que sería yo quién llegaría primero. Esta vez lo haría sola. -Karla, ve con cuidado. Puede ser peligroso. -No te preocupes. Lo haré -le respondí con una sonrisa. Tras revisar una y mil veces más mi arma, mi cuñado me la entregó con su seguro puesto. Me miró con distintas expresiones pero sólo podía brindarle una de mis mejores sonrisas. -Cariño, déjame ir contigo -escuche decir a David tras de mí. -,Tú llegarás con Alejandro y Elliot. Gregorio y su hermano estarán cerca. -¿Puedo convencerte de algún modo? -Amor, estaré bien. No me pasará nada. Luego de tanto y tanto rogarle que no se preocuparan, por fin me dejaron montar en el coche. Muy cerca me seguía Gregorio y más atrás Alejandro con David y Elliot. Mi tío fue el más complicado, quería ir a partirle la cara a Jorge por querer meterse con sus hijos. No sé cómo, pero entre su esposa y yo logramos convencerlo que lo mejor era quedarse junto con los pe
-Buenos días a todos -dijo el juez al entrar-. Disculpen la demora. Tenía asuntos pendientes que atender -lo dijo mirando a David e imaginé muchas cosas-. He obtenido pruebas de última hora -informo tras sentarse-. Espero no les moleste que me haya demorado. En fin -dijo luego ojear unos papeles-, estamos acá presente el día hoy porque la señorita Karla López quiere una orden de alejamiento. Puesto que el acusado, el señor Jorge Fernández, la ha estado acosando desde que lo dejó en el altar. ¿Es eso cierto? -pregunta. -No, su Señoría -responde la abogada de Jorge. Y por sus miradas intuyo que son amantes. , pensé-. El señor Jorge alega que ha estado muy ocupado con su empresa para perseguir a su ex prometida. -Objeción -dice mi abogado-. Tenemos pruebas de que no es así. -También tengo pruebas de que la señorita López, citó a mi cliente hace unos noches y lo amenazó. -Objeción -vuelve a decir mi abogado-. Mi cliente lo citó para darle un ultimátum de que no quería volver a verlo
Pasamos una tarde tranquila, muy tranquila. Por fin podíamos respirar libremente. Sin sentirnos perseguidos, en peligro. Nos sentíamos a salvo. Pero David no se fiaba. No permitió que los guardaespaldas se fueran, seguirían trabajando con nosotros, pero esta vez, cómo chóferes. -Gracias por aceptar -dijo aliviado luego de discutir con todos nosotros-. Me sentiré más tranquilo. -Cariño, solo relájate un poco. -¿Te apetece en la cabaña? -dijo a mi oído, y al escuchar eso un escalofrío volvió a recorrer mi cuerpo. Lo miro y él se ríe al ver mi expresión-. Nos iremos mañana -dice esta vez en voz alta. -¿A dónde? -preguntó Carmen. -Quiero estar a solas con mi prometida. Siendo libres -le responde mirándome-. No nos extrañen. -Oh, vamos. ¿A dónde? -insiste. -A casa -esta vez la miraba a ella con una sonrisa-. Nuestro hogar. Su hermano le devolvió la sonrisa cómplice. Eran una familia que con solo mirarse se entendían a la perfección y estaba feliz de formar parte. Desde que D
Poco rato después, recibí una llamada. Era José. -Hola -digo al contestar. -¿Cómo les ha ido? -me sorprendía que me lo preguntara. -Ha salido bien. Pero conoces a Jorge. -Te aseguro que no se acercara a ti de nuevo -asegura firmemente-. Me ocuparé de ello. -José -digo entrando en la cocina-, no debes hacer nada. Puedo cuidar... -Me da igual -su tono fue brusco-. Lo siento -dice tras dar un suspiro-. Una vez en tu vida deja que alguien cuide de ti, Karla. -Está bien -respondo con una sonrisa. Fue impresionante escucharlo hablar así-. Sólo no te metas en problemas. -No lo haré -y cuelga sin dejar que diga mu. Al salir de nuevo a la sala, vi a David y Alejandro hablando animadamente. Voltearon y ambos me sonrieron. -Está enamorado de ti -dice alguien tras de mí-. Se nota -y al darme cuenta era su madre. -Oh -le sonrío-. Le aseguro que no está enamorado solo. -También se nota, querida -dice colocando una mano en la mía-. Gracias. -¿Por qué? -pregunto confusa. -Amb
-Solo necesito dos aspirinas y un poco de agua y estaré bien. Él negó con la cabeza. -¿Cuándo fue la última vez que comiste algo, Raquel? -¿Volvemos entonces a los nombres de pila otra vez? -Me lanzó una mirada neutral pero notaba que estaba molesto-. Desayuné tarde, ¿vale? Me haré algo cuando llegue a casa -Miré por la ventana. La luz del semáforo debía de haber cambiado porque empezamos a avanzar de nuevo. Los único sonidos los emitía su cuerpo cuando giraba al tomar la curva. Y era un sonido demasiado sexy como para poder mantener los ojos apartados durante mucho tiempo. Me arriesgué a mirarle. De perfil, Elliot tenía una nariz bastante prominente, pero en él daba igual, seguía siendo muy guapo. Ignorándome ahora y actuando como si no estuviera a medio metro de él, condujo de manera eficiente. Elliot parecía conocerse Londres porque no me pidió en ningún momento ninguna indicación. Sin embargo podía olerle y la fragancia afectaba a la cabeza. Realmente necesitaba salir de
-¿Eso quieres, Raquel? Yo creo que estás muy agradecida de que te llevara a casa anoche y parecía que también te gustó tu cena -hizo una pausa durante unos segundos-. Me diste las gracias -más silencio-. En tu estado nunca hubieras llegado a casa a salvo. ¿En serio? Sus palabras me llevaron directamente de vuelta a las abrumadoras emociones que sentí anoche cuando me compró el agua y las aspirinas. Y por mucho odiara admitirlo, él tenía razón. -Vale.. mira, Elliot, te debo una por llevarme a casa anoche. Fue una buena idea y te agradezco tu ayuda, pero... -Entonces cena conmigo. Una cena en condiciones, preferiblemente nada que esté envuelto en plástico o en papel de plata..., y por supuesto que no sea en mi coche. -Oh, no. Perdona, pero no creo que sea buena ide... -Acabas de decir > y eso es lo que quiero: que cenes conmigo. Esta noche Mi corazón latía con más fuerza. No puedo hacer esto. Él me afectaba de una manera realmente ext