A las puertas de la oficina se abre y entra dando tumbos como ama y señora. Sacudo la cabeza con insolencia. No sé por qué demonios Timoteo la ha llamado a ella. Lo único que hace con esto es procurar que me tumba se cabe aún más hondo y más rápido.
—Sigo sin entender para qué diablos le llamaste. —Murmuro nada más verla, acercarse a mí.
—¿Como ha ido con mi padre? —Le pregunta a ella directamente a Timoteo, supongo que porque él ha sido quien la llamada.
—Timotheo Hossen. — El extiende una mano y ella la estrecha rápidamente.
—Priscila Domert. — dice escueta. —¿Qué sucede Timotheo? ¿Por qué me pediste que viniera?
—¿Y yo qué? ¿estoy pintado aquí? —Preguntó y de inmediato doy una v
Ella no va a hablarme. Lo veo en sus ojos mientras salgo del cuarto de baño y comienzo a vestirme.—Sé que no estás de acuerdo. —Le digo intentando cambiar el aura del ambiente. —Sé que piensas que estoy cometiendo un error y que esto va a terminar muy mal. Pero necesito avanzar.Ella sigue en silencio, mi hermana es la clase de persona que cuando se enoja con alguien todos se enteran.Su cuerpo habla. Sus expresiones faciales son muy marcadas.—Neny. — le llamo una vez que tengo ropa interior puesta. —Mírame, Neny. — me acerco a ella y mi hermana sacude la cabeza.—Puedo tener dieciocho años, pero sé muy bien cuando alguien está cometiendo un error y tu hermana estás haciéndolo ahora mismo.—¿Qué quieres que haga? ¿Quieres que me siente aquí y esp
—Si tú no quieres casarte, entonces tendremos un problema, niña. —Escucho que le dice el hombre a su hija y esta casi se derrumba frente a él. Fue casi palpable su dolor al entender que su padre no iba a echarse para atrás. El matrimonio se iba a efectuar. La decisión estaba tomada, al menos por parte de él, aunque los dos involucrados las dos partes más importantes no quisieran hacerlo. Para nuestros padres, el matrimonio era una simple transacción, un pago por una deuda que uno de los cuatro cometió. Y que los otros tres estaban asumiendo. —¿Qué dice mamá de todo esto? —Pregunta a Priscila y Timotheo se acerca a mí. —Será mejor que los dejemos solos. —Murmura en mi oído y yo asiento en silencio. Puedo estar todo lo borracho que sea, pero sé reconocer cuando una conversación debe de ser llevada en privado. En cambio, el hombre se gira hacia mí y me mira de arriba hacia abajo. Pura rabia contenida es
—¿Qué quieres de tomar? — me pregunta tranquilamente Malcom mientras repasa cada porción de mi cuerpo.Sus ojos no tienen limite.Y me siento desnuda ante su mirada penetrante pues el ya ha visto mi cuerpo en cada aspecto posible.—No pretendo quedarme mucho tiempo —. Respondo mirando la hora en mi celular. —¿Qué esperas que diga? ¿Qué buscas de todo esto?—¿Vodka? ¿Vino? ¿Una copa de champagne?Odio que haga eso. Odio que me ignore. Me molesta que se burle de mi incertidumbre.—No, gracias. Con agua tengo suficiente—. Digo cuando noto que el sigue esperando una respuesta.Sin embargo, como si yo no hubiese dicho medio palabra, él llama a uno de los camareros y le pide una copa de Chardonnay Y un trago que no logro entender.Tomamos asiento en un lugar apartado de todos los demás. &iq
Me despierto con el cuerpo adolorido, los ojos engarrotados y las manos sin poder moverlas con facilidad. Abro los ojos lentamente, todo está en penumbra. Lo único que tengo a mi alrededor es pura oscuridad y soledad. No hay sonido, no hay nadie conmigo.La cabeza me duele y me pesa como los mil infiernos.A puras tientas me levanto de la cama, pero mi cabeza al dar tantas vueltas, me hace volver a recostarme.—Rayos. —Mascullo al darme cuenta de que estoy adormilada aún.La cama es cómoda y al extender los brazos me doy cuenta que es mucho más grande de lo que regularmente es mi cama.A menos que no sea mi cama.El pensamiento llega de repente y me doy cuenta de que, efectivamente, esta no parece mi cama. Tengo demasiados años usando la misma desde que mi madre me la regaló para mi cumpleaños número 15. Fue lo único que pudo comprarme porque la m
Terminamos de desayunar en silencio. Ninguno de los dos dijo nada mientras comía el revoltillo de huevos ni tampoco cuando Vicky nos sirvió jugo en los vasos que ella misma buscó en uno de los gabinetes de la cocina. No hablamos. Era como si estuviésemos viviendo en un mundo donde no viviéramos separados. Como si todo fuera parte de algo distinto, superior, magnifico. Ella se comportaba con soltura, como si perteneciera al lugar y lo curioso es que no me resulta invasión a mi espacio. Su presencia allí me resulta tranquilizadora.Me gustaba verla allí.Su cabello estaba desarreglado. La trenza que supongo tenia se había desecho casi por completo y me estaba volviendo loco del deseo por tocarle los rizos dorados y terminar de deshacerla.Pero ella no lo notaba. Estaba concentrada en algo más.Aunque no fue un desayuno con incomodo silencio, yo sabía que
No sé lo que va a pasar hoy. No sé qué diablos estoy haciendo ni por qué, pero lo necesito, necesito mas de ella. Vicky me observa, está en la cama, sus ojos grises, llenos de deseo, brillan hermosos. Repasó cada bella parte de su cuerpo con mis ojos desde su sonrisa, Esa que me hace creer que estamos lucrados de la misma forma que estamos los dos en el mismo barco, uno lleno de sentimientos y emociones, uno lleno de cosas desconocidas. Poso mis ojos en sus labios, esos tan ricos y sensuales que me han vuelto adicto a ellos. Pienso en como su vena en el cuello palpita acelerada, indicándome que está tan nerviosa y ansiosa como lo estoy yo. Quiero hacerle entender que no solamente ella está nerviosa por esto, tenemos muchos días sin estar juntos, pero parecen años las cosas que hemos vivido en el transcurso del tiempo desde que ella aceptó el trabajo en la inmobiliaria, desde que se mudó de Vancouver, todo cambio entre nosotros.
Intensifico el beso, volviéndolo más fuerte y apasionado, dejándola sedienta de más entre mis brazos. Busco su lengua para bailar una danza de placer ante el preludio de una mágica noche de fervor.Ella me devuelve el beso con la misma intensidad con la cual yo la beso. Siento sus dedos en mi cabello oscuro que me acerca a la cabeza más a su boca, reclamándome como suyo, advierto que sus pechos se endurecen y sus pezones se tornan rígidos.Con una velocidad asombrosa, ella me quita la camiseta y la tira con brusquedad al suelo.—¿Estorba? —Le pregunto sonriéndole mientras ella suelta una carcajada y vuelve a besarme.—Necesito sentirte piel contra piel. —Ella mueve un poco las caderas y su sexo roza por encima de la tela a mi miembro duro.Ahogo un gemido cargado de deseo.Jamás creí que pudiera sentir algo
Supongo que así de feliz debería de ser una mujer que está embarazada. Creo que así de emocionada, colmada, inmensamente dichosa, debería de ser la vida de alguien que está esperando un bebé.Llevamos todo el día acostados. No sé qué hora es, tampoco tengo interés en saberlo. Lo único que quiero es quedarme en cama con Ernest por el resto de mis días.Así de felices y saciados. Así de en paz. Como si no hubiera ninguna mujer esperando a casarse con Ernest. Como si su madre y padre no odiaran a su propio hijo y lo estuviesen obligando a casarse.Como si su ama de llaves no hubiese muerto en un altercado con el abusivo de su padre.Como si yo no tuviese ninguna complicación por llegar a fin de mes y alargar mi salario al máximo.Si, definitivamente creo que así se siente la felicidad.Sin embargo, hay algo