Nos debatimos en una guerra de miradas. Ella sabe que yo seré el ganador, no sé por qué está deteniendo lo inevitable.
Mi madre con su vestido rosa pálido, un moño recogido, sin maquillaje y las ojeras tan pronunciadas como el día en que descubrí que mi padre le pegó, me observa sin bajar la mirada.
—Cuéntame de la mujer.
—No sé de qué hablas.
—Priscila dejó bastante claro que tienes un romance con tu asistente.
—Priscila, estar alucinando. —Digo apretando la mandíbula y sin despegar los ojos, también madre.
—¿No te acostaste con tu asistente? —Pregunta y entrecierra los ojos. —Quiero que te alejes de ella. —Dice sin esperar una respuesta.
—Vete al infierno, mamá. —Abre la puerta con intenciones de irme. Pero ella me gr
Un simple segundo puede cambiar la vida de cualquiera. Un segundo puede arruinar a la mas unida sociedad. Casa cosa a su tiempo, eso decía mi madre cuando le decía que quería crecer y ser adulto.Me coloco mas fuerte el hielo en la mejilla inflamada e intento no saltar del dolor.Pero es imposible.Me duele todo el cuerpo.—Tienes que ir al hospital, cariño. — dice mi madre mientras me pasa dos tabletas de analgésicos y un vaso con agua.—¿Quieres que la prensa se entere de lo que pasó?Mi madre muerde su labio inferior y veo la respuesta en sus ojos.Ella vive de las apariencias.—No se como fuiste capaz de dejarlo.Me sorprende su forma de culpar a los demás por sus propias acciones.—Tu fuiste quien le pegó.—Puede estar muerto.—Espero que el golpe hiciera su trabaj
El sonido de la puerta al sonar me hace despertar. No sé cuánto tiempo llevo en la cama después de muchas horas sin poder conciliar el sueño, pensando en cómo resolver la situación con Ernest, descubrí que era más fácil llorar y poner la mente en blanco que pensar en una solución. No había solución adecuada para lo que me sucedía, para lo que nos estaba sucediendo a todos. Lamentablemente mi decisión de venir hacia él y vender nuestra casa en Canadá había sido terrible.Todo corre por cuenta mía, todo es mi culpa y no puedo evitar sentir remordimiento, sentir la culpabilidad por más que mi madre me diga que la decisión la tomamos entre todos.Rosita y mis hermanas se fueron al supermercado a hacer la compra de la semana. Me gusta que mi mejor amiga esté aquí me hace sentir como si aún estuvi&eacut
Helada. Así me quedé.Pasmada hasta la médula.Parpadeo para intentar aclarar mis ideas, las cuales comenzaron a esfumarse y a dejar mi cabeza en blanco. Mi mente estaba igual de congelada que la sangre en mis venas.—¿Qué-qué es esto? —tartamudeo sin comprender.—Es tu boleto de salida, Vicky. La mejor oportunidad que vas a tener en la vida. — me dice ella mientras sonríe con cordialidad.No comprendo lo que me quiere decir, así que azorada, me quedo observando el papel.No sé qué quiere decir con eso.¿Salida para qué?Dejo el papel con lentitud sobre la mesa.—¿Qué es esto? — inquiero. —¿De qué se trata esto?—Ya te dije…es tu…—No. — le detengo. — ¿Qué pretende que haga con
El celular timbra una y otra vez, pero él no responde. El muy desgraciado debe de saber lo que hizo. Ahora mismo debe de estarse tomando una Copa de vino, mientras celebra su triunfo.O al menos lo que el cree que fue.No se va a escapar tan fácil de mí, yo no quiero nada de él, nunca me ha interesado su dinero, la verdad. Es que ahora mismo lo que menos quiero de él es su dinero. Mientras más alejado esté de mi familia, mucho mejor. Mientras más lejos esté su madre esa mujer tan desgraciada, desalmada, hipócrita, se mantenga de mi familia, mucho más tranquila estaré. Ellos no merecen tener ningún lazo que les ate a mi hijo.Colocó las manos en mi vientre y susurró palabras de aliento, lo voy a proteger con mi vida, con mi propio cuerpo, con mi sangre, proteger a mi hijo de los desgraciados.Creo que jamás he odiado a
—Gracias por abrir. —Me dice. —¿Por qué estás llorando?—No estoy llorando. —Pero el abandono de sus manos, las cerca de mi rostro y sin yo accionar mi mente, se queda en blanco, irse cada una de mis lágrimas con su pulgar.—Estás llorando.—¿Pudiste hacerme esto? —Pregunto con voz queda. —¿Cómo pudiste?—Vicky, te juro por mi madre que no sé de qué estás hablando, por eso precisamente vine hasta aquí porque quiero tener las cosas claras contigo.—Claridad es lo que más hay, ya sé cómo eres. Lo que escondes detrás de tu fachada de hombre bueno.—No es una jodida fachada, es lo que soy. Tú me has visto mejor que nadie, me ves tal cual soy.—Ya lo hago lo que veo no me gusta. Estoy frente a un hombre que se aprovech
—¿Te encuentras bien? —inquiere una enfermera al encontrarme llorando sola en la habitación del hospital.Sola.Sola con el corazón roto.Deshecho como nunca en mi vida lo había tenido.Ni siquiera la infidelidad de Malcom me dolió tanto como esto.Ni siquiera descubrir que Ernest iba a casarse con otra mujer me destruyó de esta forma.—¿Puedes-puedes por favor prestarme un móvil para llamar a mi madre? —Al salir en brazos de mi verdugo, del hombre que me rompió el corazón y lo hizo mil añicos, no me dio tiempo de traer el móvil o agarrar mi bolso.—Claro. Ahora mismo.Un momento después la mujer regresa con el móvil y yo le marco a mi madre.—Ven por mí, por favor.—¿Vicky donde estás? ¿Qué está pasando?—Es
Los días y noches pasaron sin que me percatara encerrada en la casa, sin salir, sin tener deseos de ver a nadie y no hacer nada más que dormir y comer. Durante horas me dedicaba a leer libros de maternidad, intentando orientarme todos los detalles del embarazo y desarrollo del bebé. Con el transcurso del tiempo comencé a desarrollar cierta animadversión por mi celular. No quería saber nada de Ernest y cada vez que abría los mensajes recordaba sus palabras:Su Bonnie. Supongo que fue pura palabrería barata para poder llevarme a la cama.Mi mejor amiga se regresó a Canadá. Era lógico que en algún momento se volvería a alejar de mí, pero saber eso no hace que se reduzca el margen de dolor ante su ausencia.Mis hermanas comenzaron a tener una vida ajetreada. Hicieron amigos muy pronto y lentamente me fui quedando sola en la casa, pues mi m
Temblar. Eso es todo lo que hago mientras escucho como el hombre rompe todas mis cosas. Es lo que taladra mi cabeza mientras escucho cómo mi vida se destruye a una pared de mí. No puedo hacer nada y eso me tortura. Abrazo mi vientre sin poder salir a defender mis cosas, mi propiedad, mi casa. Supongo que así se siente ser un desvalido. Jamás fui de quedarme tranquila y de esperar a que un príncipe azul venir a salvarme. Siendo hija de una madre soltera, aprendí lo que era resolver los problemas por mí misma, porque mi madre no tenía tiempo de ir a resolverlos por mí porque tenía que trabajar para poder mantenerme a mí y a mis hermanas. Mi hermana me abrió los ojos. La razón por la que él está aquí es bastante obvia. Alguien lo envió para atemorizarme para hacerme entender que ellos tienen más poder que yo y que si les da la gana pueden destruir mi vida en cualquier momento. Cuando escucho que la puerta se abre de la sala casi t