—¿Estás segura de que está bien? —Escuche unas voces que preguntan a mi alrededor.
Intento abrir los ojos, pero me siento cansada.
—Se desmayó porque la señorita Priscila le pegó. —Escuchó que le dice la otra.
Siento rabia y quiero decirle que no me desmayé por eso, que me desmayé porque estoy embarazada, pero supongo que esto sería una información que puede perjudicar no solamente a mi persona, sino también al jefe, al dueño de la empresa.
No, me detengo, no puede ser cierto lo que mis ojos vieron antes de que la oscuridad me reclamara.
Mi Clyde no puede ser Ernest Hossen.
No es cierto.
Pero vi sus ojos almendrados, como un marrón claro con pinceladas de miel.
No, no es mi Clyde.
Intento levantarme y gruño al darme cuenta de que estoy cansada, agotada.
La noche anterior fue horrible, tu
No sé qué pensar con todos los secretos que Tuti me ha contado con relación a la política de la empresa. Me sorprendo con la facilidad que esa mujer me ha contado cosas que no le pedí saber. Al parecer, padece de una diarrea comunicativa. Y no puedo evitar reír, pues ella misma ha dado el término.Según ella, Ernest es un tipo que sale semanalmente con mujeres distintas, modelos famosas, hijas de magnates y empresarios reconocidos de todo Estados Unidos y Europa. Y no sé en qué momento la charla giró en torno a Ernest Hossen y su familia.Abro la puerta y comienzo a subir los escalones uno tras otro. Lamentablemente, he alquilado un apartamento en un tercer piso y sin ascensor, aunque no es una zona peligrosa de Seattle, la verdad es que tampoco es una zona donde viven los millonarios. No puedo costear más de lo que mi salario me permite y aunque es mucho mejor que el salario que deveng
Creo que todas las personas en determinado momento de su vida han sentido un deseo implacable de cometer asesinato. Creo que este es el momento donde yo desee hacerlo. Observo a Priscila y la miró con toda la rabia que soy capaz, toda esa que está haciendo emisión en mi interior y esa con la cual deseo estrellarla contra el piso y golpearla hasta dejar su rostro hinchado, su rostro perfecto. E hidratado, hinchado como un balón lleno de helio. Sin embargo, al parecer ella no se percata de la amenaza que tiene enfrente. Quiero decirle que no es el mismo vestido, pero la mujer es tan observadora que sería una pérdida de salida y una desfachatez intentar hacerle creer mi mentira. Ella se da media vuelta como si no hubiese dicho la gran cosa y se dirige a la oficina de Ernest. —Esperé, señora Priscila. —Le llamo, pero no me escucha. O se hace la desentendida toma ciento en 1 de los sofás, en ese mismo donde el día anterior estuve des
Mi cuerpo reacciona veloz por primera vez y me doy cuenta de mis palabras, de inmediato ante la estupidez que acaba de salir de mis labios, me alejo de Timotheo e intento ocultar mi rostro. Sé que tiene muchas preguntas y lo noto en sus ojos, justo cuando abre la boca, doy un paso hacia atrás.—No tenía por qué decir eso. —Le digo deteniéndolo.— olvídalo.—Por alguna razón, lo has dicho. ¿Te sientes bien? —Pregunta y su tono de voz de inmediato me hace sentir como si estuviésemos en confianza, aunque la verdad es que no conozco a este hombre de ningún lugar, pero a la vez siento que lo he conocido toda la vida.—Estoy bien y ahora, debo volver a mi escritorio.Me escabullo alejándome de él y de sus preguntas, de todas las dudas que sé que debe de tener, el no conoce mi vida personal, no sabe que me involucre con el que ahora
—Entra a la oficina, Priscila. —Escucho que él le dice y me sorprendo con la acidez con la que habla.No sé si es por hacerme creer que ellos no tienen algo, que no es importante o que él y yo tenemos la oportunidad de volver a estar juntos.Aunque debo recordarme que en ningún un momento estuvimos juntos como la palabra se refiere, con el significado que me gustaría que hubiese sido.Él y yo no tuvimos nada de lo cual pudiéramos contar en un futuro, no más que el simple hecho de haber tenido una fantasía cumplida. Un romance idílico. Fuimos dos actores de teatro en una obra muy mal realizada, con un final atroz.Ella me observa, luego lo mira a él, agacho la mirada. No quiero que vea en mis ojos el apego que le tengo a ese hombre, a pesar de haberme traicionado y de haber reducido mi vida a estar embarazada.Él no lo sabe y siento que de pasar má
—¿Vas a decirme de una vez por todas por qué diablos te enfrentaste a tu padre en plena calle? —Me pregunto a Timotheo, y la verdad es que no tengo una razón lógica para darle.De haber estado en mis cabales, estoy seguro de que no lo hubiese golpeado delante de toda esa gente.—¿Qué quieres que te diga? Perdí el control. —Admito, mientras me sirvo una copa de Macallan.—No puedes estar perdiendo el control, es una maldita figura pública. Eres el director administrativo de una empresa multinacional. No puedes andar por ahí entrando la golpees a tu padre. —Sé que es lo que Timotheo me dice tiene razón, sé que no puedo estar perdiendo el control, pero de igual forma, al ver los moretones en el cuerpo de mi madre, todo lo he visto en rojo.Soy un tipo pragmático, normalmente cálculo las cosas ant
Despierto con una jaqueca atroz, abro los ojos, molestándome la luz.El sonido de las voces de mis hermanas y mi madre llena el lugar a pesar de que tengo la puerta cerrada. Entro al cuarto de baño. Me doy una ducha rápida dejando que el agua se lleve a mis penas, al menos las que pueda.La conversación con mi madre fluyó como jamás imaginé. A pesar de que creí que me gustaría que me daría con una tabla en medio del rostro, cosa que merezca, me involucre con un hombre comprometido, mi madre y yo sabemos que eso es terrible para una familia. Mi padre hizo lo mismo hace largo con otra mujer y aunque no lo dijo en su momento, al tiempo lo descubrimos.—No tienes la culpa de que ese hombre sea un desgraciado, igual que tu padre. —Me dijo ella sonriendo, triste, mientras acariciaba mi cabello. —Tú eres una mujer extraordinaria y mereces todo el amor que cualquier persona se
El tráfico estaba de los mil infiernos, pero al final logré llegar a la casa de mi madre, subí en el ascensor mientras sentía que mi corazón deseaba salirse de mi pecho.Una conversación sería, eso iba a tener con mi madre, le iba a explicar cuál era la situación, esperando que pudiera comprender. Esto es de vida o muerte. Ella no lo ve así, pero intentare que lo comprenda.Con el sol afuera a las nueve de la mañana y el sueño aun haciéndose sentir en mi cuerpo, entro al apartamento de mi madre, Ana Marie de inmediato me recibe con una taza de café, el cual tomo a gusto pues necesito la cafeína hoy más que cualquier día.La noche anterior, después de Priscila irse de mi apartamento me terminé la botella de Macallan. La resaca que tengo ahora mismo está de los mil demonios, pero lo necesitaba. Necesitaba descansar, dorm
Minutos antes. —Gracias por aceptar tomarte el café conmigo. —Escucho que me dice mientras entramos y tomamos haciendo en la cafetería que está bastante cerca de la empresa. —No iba a dejarte ir a recursos humanos con ese estado de nervios.No sé porque lo he hecho, no sé porque razón le conté mi mayor secreto y peor temor al mismo tiempo. Pero con ese hombre de ojos verdes es tan fácil hablar.—Te he contado mi secreto mejor guardado, así que lo mínimo que puedo hacer es tomarme un café contigo y asegurarme de que no le cuentes a nadie.—Yo también tengo que confesarte algo. —Dice, y nos quedamos en silencio en automático cuando la camarera se acerca a nosotros, aunque mis ojos se agrandan al escuchar sus palabras. — Tráenos dos cafés descafeinados y un poco de leche aparte.