Selene se sintió envuelta en una mezcla de orgullo y adrenalina. Había superado la primera y la segunda prueba con una determinación que no había conocido antes, pero sabía que la última, la más decisiva, estaba a punto de comenzar y sería más desafiante que nunca. A su alrededor, los murmullos de la multitud se hacían cada vez más intensos a medida que los clanes Lira y Rokar se preparaban para el enfrentamiento. Era un momento crucial que la había llevado hasta aquí, y no podía permitirse flaquear. Los ancianos, guardianes de las antiguas leyes y tradiciones, habían tomado una decisión que retumbaba en su mente: Selene se enfrentarían a dos adversarios en lugar de uno. Aunque la inusual exigencia despertó en ella un leve atisbo de inquietud, rápidamente lo ahogó con pensamientos de concentración y confianza. Había llegado hasta aquí por su propio esfuerzo y habilidades, y sabía que no estaba sola; el espíritu de sus ancestros la acompañaba en cada paso del camino.Cuando finalmente
Selene se encontraba en una encrucijada emocional que marcaba un punto crucial en su vida. La cabaña en la que había vivido todos sus años, escondida entre los árboles susurrantes del espeso bosque, había sido mucho más que un simple refugio; era su santuario, un remanso de paz que albergaba todos los momentos significativos de su existencia. Cada rincón, cada sombra y cada rayo de luz que se filtraba a través del tejado de paja llevaban la impronta de su historia personal. Allí resonaban risas infantiles que solían rebotar en las paredes de madera, susurros apacibles compartidos con su madre, Kyra, a la luz danzante de un fuego crepitante, y las leyendas fascinantes que su madre le contaba bajo el vasto manto estrellado del cielo nocturno. En ese lugar, Selene había tejido su infancia, lleno de inocencia y felicidad.Sin embargo, a medida que los días se convertían en noches e inviernos en veranos, en el corazón de Selene comenzaba a afianzarse una inquietud cada vez m
El calor del verano en Hunulú se había convertido en un ambiente opresivo, como si el sol mismo estuviera ardiendo con un fuego desbocado, incapaz de aliviar la tensión que inundaba el pueblo. Los días se sucedían uno tras otro con una monotonía inquietante, pero una sombra oscura se cernía sobre la idílica vida de sus habitantes. Desapariciones, no solo de animales, sino también de la tranquilidad que antes caracterizaba a la pequeña comunidad, comenzaban a desatar un caos que nadie había previsto.Desapariciones inexplicables se convertían en el común denominador de las conversaciones en la aldea . No se trataba únicamente de la pérdida de animales, sino que la esencia misma de la tranquilidad que alguna vez caracterizó a Hunulú se estaba desvaneciendo, como el humo que se disipa en el viento. Las risas infantiles que solían llenar el campo comenzaron a ser reemplazados por un silencio tenso y hostil.Martha, la ganadera del pueblo, fue la primera en notar un cambio br
El aire en Hunulú estaba cargado de una tensión palpable. El chillido de un cuervo resonaba en la lejanía, y los ecos de su canto se mezclaban con el murmullo angustiado de los habitantes del pueblo. La densa niebla que cubría el paisaje parecía un manto de desesperanza, y cada rincón de la aldea se sentía como un recordatorio constante de la amenaza que se cernía sobre ellos. Animales desollados aparecían al amanecer, y cada vez más, las sombras se tragaban sus entrañas. El miedo se había convertido en el nuevo rey de Hunulú.Los guerreros del clan Lyra y del clan Rokar, aunque tradicionalmente rivales, se encontraban en una reunión tensa que podría definir el futuro de la aldea. En la antigua sala de ceremonias, las antorchas parpadeaban nerviosamente, lanzando destellos de luz y sombra sobre los rostros preocupados. Dentro, unos treinta hombres y mujeres de ambos clanes habían llegado; cada uno era un valiente que había respondido al llamado de su pueblo, dejando de lado s
Los guerreros de Hunulú marchaban de regreso a su aldea, el albor de un nuevo día iluminaba su camino, y el aire vibraba con el eco de su victoria. El cuerpo inerte de la bestia, que había aterrorizado a su pueblo durante tanto tiempo, yacía sobre los hombros de los soldados, un trofeo de su valentía y determinación. Las risas y los gritos de celebración resonaban por todas partes; un sentimiento de triunfo envolvía a cada uno de ellos, y sus corazones latían al unísono con la emoción de haber salvado su hogar. Selene, sin embargo, se mantenía en un rincón de la formación, su mente aún absorta en el intenso enfrentamiento que había presenciado. La lucha había sido feroz, cada movimiento de la bestia había sido un recordatorio del peligro que acechaba a su pueblo, y aunque la victoria estaba a su alcance, una inquietud se arraigaba en su interior. La adrenalina del combate empezaba a ceder, pero su rostro permanecía pálido, y sus ojos se posaban en el horizonte con preocu
Selene despertó lentamente, sintiendo cómo la neblina del desmayo comenzaba a despejarse. Su mente, aún aturdida, luchaba por recomponerse mientras sus ojos se acostumbraban a la luz tenue que filtraba la tarde a través de las rendijas de la cabaña. A su alrededor, un grupo de personas la observaba, y no pudo evitar notar el asombro y, en algunos casos, un leve destello de miedo en sus miradas. Habían presenciado algo extraordinario, algo que desafiaba toda lógica y razón.Frente a ella, cuatro ancianas, cuyos rostros estaban surcados por profundas arrugas, la miraban con expresión de respeto. La más anciana de ellas se acercó con una lentitud ceremonial, su andar firme a pesar de la edad que la acompañaba. Cuando estuvo frente a Selene, hizo una profunda reverencia, un gesto cargado de significados que Selene no pudo evitar sentir en su interior. La anciana habló con una voz suave pero firme, reconociendo la valentía de Selene y cómo, en el fragor de la confusión, había d
Los rasgos de la criatura que se erguía ante Selene eran inquietantes, una extraordinaria amalgama de características que fusionaban lo reptiliano con lo humano. Este ser, en su extraña complejidad, irradiaba tanto majestuosidad como terror. Su piel, cubierta por escamas brillantes, relucía con un tono verdoso que parecía absorber la tenue luz filtrada entre las densas ramas del bosque. Este resplandor sobrenatural contrastaba drásticamente con la oscura penumbra que envolvía a Selene y sus compañeros, otorgándole un aura casi etérea, como si la criatura estuviera hecha de la misma esencia de la selva.Los ojos de la criatura eran una de sus características más atrayentes y perturbadoras. Grandes y penetrantes, centelleaban con una inteligencia calculadora que parecía ir más allá de la comprensión humana. Era como si ese ser tuviese la capacidad de ver directamente en el alma de Selene, desnudarla con su mirada inquisitiva. Allí, en el fulgor de esos ojos reptilianos, Selene pudo entr
Selene se encuentra atrapada en una pesadilla que la consume. En su mente, su pueblo aparece desolado, un lugar que alguna vez fue vibrante y lleno de vida, ahora convertido en un escenario de horror. El suelo está cubierto de un espeso manto de sangre, y la devastación se extiende por cada rincón. Los ecos del terror reverberan a su alrededor; los gritos desgarradores y los llantos de los caídos resuenan en su mente como un lamento interminable."¿No, no... esto no puede estar pasando..." murmura entre dientes, sintiendo cómo el pánico se apodera de ella. Se siente impotente, perdida en la angustia de la visión. "¿Qué debo hacer?. Su súplica se eleva al aire pesado de la pesadilla. "¡Por favor, dioses, ayúdenme!"Mientras sus pensamientos se desmoronan bajo el peso del terror, de repente, el escenario se transforma. Selene se encuentra en un lago oscuro, sus pies descalzos sumergidos en las aguas profundas e inquietantes. Un frío gélido la envuelve, contrastando con la intensa luz de