Sekhmet Me hallaba caminando con mi maleta en mi mano, mi bolso en mi hombro, y varios bostezos se escapaban de mis labios a la vez que me acercaba a la salida de aquel lugar. El mullicio de personas y sus conversaciones me tenían al borde de un colapso nervioso. Divisé la salida de aquel lugar y como si alguien me estuviera persiguiendo salí de aquel lugar en dirección a las puertas automáticas. Mis tacones resonaban en el suelo impoluto de aquel aeropuerto. Mis ojos se abrieron como platos al ver quienes estaban esperándome en aquella salida. —¡Sorpresa! —gritaron llamando la atención de todas las personas que horas antes yo estaba aborreciendo por sus parloteos molestos. —No griten —hable entre dientes mientras me aproximaba a dónde estaban ellos. —Eres una agua fiestas y una mojigata —susurro en un tono bastante bajo la pelirroja con su mirada fija en mí. —¿El jefe las dejo venir? —cuestioné introduciendo la maleta de color negro en la parte trasera del
Sekhmet: Mis pasos cada ves son más apresurados mientras voy descendiendo por las escaleras al nivel -23 que es donde se realizan las armas, experimentos de sustancia letales. Paso la mano por mí cabello y lo ato en un moño desaliñado mientras respiro de manera agitada Ya me hayan con mi uniforme en mi cuerpo, mis botas en mis pies y poseía una pequeña bolsa con la droga. Deslizo mi identificación por el panel de la puerta que da a los laboratorios, a la vez que pasó mi dedo por el detector de huellas y este me muestra la luz verde para mí entrada. —Buenos días —anuncio entrando por las dos enormes puertas mientras alguien que conozco desde pequeña llega a mí con sus brazos cálidos. —Buenos días mi niña —los brazos de aquella pelinegras me envuelven por completo y siento como mis músculos se relajan—, hacía tiempo que no venías a verme, ya me estaba poniendo celosa. Sus palabras ocasionan que una risita se escape de mis labios a la vez que camino a su lado. —He e
Sekhmet: Con mis ojos fijos en Sebas mientras corría de aquí para allá realizando sus entrenamientos, y mis labios moviéndose con aquella deliciosa hamburguesa en mis labios, disfrutaba de sentirme orgullosa por aquel rubio de ojos celestes. Mis labios se alzaron en una sonrisa cuando con su pecho agitado, el sudor corriendo por su cara, su cabellos despeinado y con sus cachetitos sonrojados se aproximaba a mí lugar respirando con sus labios entreabriertos. —¿Cómo está mi liebrecilla? —lo molesté feliz. —Hermana —vociferó envolviendo mi cuerpo en un abrazo fuerte y seguro. —Aquí estoy —susurre con mi cabeza pegada a la suya, a la misma vez que dejaba un delicado beso en su frente. —Le rese a diosito para que te protegiera en aquella misión —hablo con su rostro preocupado y sus hermosos ojos celestes fijos en los míos de color verde. —Como vez estoy perfectamente —lo solté permitiendo que me viera complemente. —Lo sé, solo que a veces temo no poder volverte a ve
Sekhmet. Abro el closet verificando que conjunto quedaría perfecto para aquel evento. Rebusco entre los millones que poseo, pero ninguno cumple los espectativas hasta que lo encuentro a el. Mis labios se alza en aquella sonrisa coqueta y satisfactoria al ver el hermoso vestido rojo intenso que acabo de hallar. Tomó la percha que lo sostiene y con el me acerco al espejo viendo cómo me quedaría. —Es perfecto —digo en voz alta dejándolo con cuidado encima de la cama. Segundos después ya el vestido se encuentra enfundado en mi cuerpo. El vestido es de un color rojo intenso, el escote con tirantes hace ver mis senos de manes voluptuosa y bella. Su extensión llega hasta el suelo cubriendo los tacones de aguja negro Louboutin. Es ajustado a mis curvilíneas curvas. Mi cabello es atado en una trenza francesa. Mi maquillaje es sencillo, mi labial es rojo intenso para que convine con aquel vestido. Me vuelvo a observar en el espejo y me siento más hermosa de lo que ya
Sekhmet. Salimos todas en la camioneta. El estado de confusión en el que estaba sumida era bastante comprensible. —El chico con el que pelee —murmuro por lo bajo llamando la atención de mis amigas. —¿Lo conoces? —cuestiono Soraya y yo me giré en su dirección con una mirada que solo Darla era capaz de descifrar. —Es el del polvazo; ¿Verdad? —realize un asentimiento de cabeza, cerré mis ojos a la par de aquella acción y respire profundamente; provocando que todas soltaran un gritillo un poco ensordecedor. —¡Joder! —exclamó Monica. —Pues está buenísimo —alega con una sonrisa maliciosa. —Lo sé —aseguro conociendo aquello. —Y sabe pelear muy bien —argüiro Patrixia que permanecía muy callada. —Tambien me he dado cuenta de eso —hablé de nuevo. —Pero es muy prepotente —aportó Soraya mirando sus uñas con desinterés—, así no lograra nada porque siempre las mujeres lograran darle en su ego si lo superan. —No sabes cómo te quiero amiga —le lanzé un beso que ella rec
Sekhmet : Mi garganta se seca al permanecer por unos segundos que parecieron minutos devorando con mi intensa mirada al ser que se encuentra a solo unos pasos de mí. —Soldado —habla con cierta crudeza en su voz y me permito carraspear para salir de mi estado de shock. —¡A sus órdenes mi sargento ! —me pongo recta con mi mano en mi frente haciendo el saludo correspondiente mientras soy capaz de sentir los latidos de mi alarante corazón. —Descanse —ordena con sus brazos unidos en su espalda. Se gira y yo me encurvo un poco todavía nerviosa. Tomó la botella de agua, acercándola a mis labios y sintiendo el agua bajar por mi garganta mientras refresca esta misma con aquella acción. El rubio se pone en el medio de toda la sala con una expresión neutral en su cara. Muevo mis ojos por todo el gimnasio descubriendo que no era la única que estaba babeando como todo un caracol. —Me quiero presentar —empieza a conversar e informar a la misma vez que camina con su cuerpo rect
Nikolai: Relamo mis labios, tomo una buena bocanada de aire, mientras continúo con la mirada fija en el pequeño cubículo de la limpieza, mi subconsciente me traicionada trayendo imágenes a mi cabeza que no son, palabras y pensamientos contradictorios que solo me hacen maldecir por lo bajo, odiarme por dejarme llevar a veces por sensaciones placenteras donde el deseo es lo único que importa. Mi corazón acelera porque el diablo sabe las ganas que tengo de ponerle mis manos encima al cuerpo de esa pelinegra, las jodidos tentaciones y para todo lo que quiero. Mi polla pide a gritos un poco de atención, calma o aunque sea una buena mamada que calme este estrés que me cargo, pero no vine a esta organización por eso; ni siquiera sabía que la vería, menos que para lograr lo que quiero tendría que cruzarme con una mujer con pelotas como ella. Paso la mano por mí cabello con frustración, estampando mi puño contra la pared a solo unos centímetros de la puerta, percibiendo como la par
Sekhmet. Ni siquiera era capaz de moverme, menos de creer que hacía unos minutos, ¿o fueron horas? Ni siquiera recuerdo en que momento finalizamos se lleva acabo esa sesión de relajación. Estoy realmente exhausta, tanto que sentir el agua caer por mi extremidades, calmando las sensaciones impropias que me atropellan me hacen sonreír, incluso jadear, porque los recuerdos siempre son un cuchillo de doble filo y hoy, lo son más que nunca. Relamo mis labios, humedeciéndolos por un breve instante en el que comienzo a extender el líquido por mi cuerpo para enjabonar cada partícula de mi anatomía. Los baños del comando la mayor parte del tiempo se encuentran desiertos, al menos la parte de las mujeres. En realidad a pesar de ser una buena cantidad de soldados ocultos estamos en forma, inclusive están quienes no son perfectos físicamente, pero sus conocimientos los conviertes en imprescindibles e importantes. Somos la cede principal, una que radica oculta tras uno de los más pro