Sara había estado con mucho trabajo durante el día, seguía poniendo en orden las citas. Conoció también a Sonia, la señora que hacía la limpieza en el lugar, y a su hijo Tomás, quien le ayudaba con ello. Solo iban limpiaban en menos de una hora y se iban. A eso de la una de la tarde un joven de no más de veinte años llega al centro.—Buenos días —dijo al entrar, caminando directo a recepción.—Buenos días —alcanzó a responder ella cuando el joven extendía una tableta y pluma.—¿Sara López? —pregunta él y ella confirma—. Firmé ahí. Esto es para usted —dice señalando el gran ramo de rosas rojas que pone sobre el recibidor junto a una caja de regalo—. Y también viene con esto.El joven le acerca la caja que esta forrada con papel Kraft y decorado con un hilo rojo que formaba un corazón con una rosa en el centro de este.—Gracias… —dice ella observando el regalo y las flores.El joven, que acostumbrado a tener que estar repartiendo cosas como esas, no se inmuta ante la alegría y sorpresa
Lalo había quedado con su familia que ese fin de semana próximo visitaría algunos lugares en donde pudieran vivir, esperaba el momento para encontrarlo y mudarse junto a Gaby. Sabía por Alessio quien se había vuelto su amigo, que había lugares donde te rentaban el departamento ya amueblado, pero que solían ser caros. Le aconsejó que buscara algo que pudiera pagar e ir comprando los muebles poco a poco, pues no salían caros si los compraba con distribuidores de Tlaquepaque o Tonalá.Ambos habían acordado que irían juntos en la búsqueda de ello.—Estoy cansado —dice don Leo sentándose en el sofá—. Al parecer todo lo que se habló pinta bien. ¿Quedó cuando hará la muestra de la receta, madre?—Me dijeron que la siguiente semana que venga el famoso barista amigo de Vicenzo —señala para luego beber un vaso de agua—. Qué maldito calor hace…—No está acostumbrada a este tipo de calor, Lita —señala Patricia añadiendo un cubito de hielo a su vaso—. Hijo, y ¿qué les dijeron sobre las terapias d
La mañana pintaba calurosa, Patricia había abierto un par de ventanas para que la brisa entrara un poco, al menos.—Como apesta a contaminación, la ciudad —se queja Lita.—Mucho —secunda Sara sentándose junto a ella en la mesa del desayunador.—¿Sigue dormida? —pregunta Patricia refiriéndose a su nieta.—Sí, ha sido una semana larga y no está acostumbrada a las distancias, ni el tener que estar yendo y viniendo —expone dándole sentido a porque su hija aún sigue dormida cuando es la primera en despertarse—. ¿Y mi papá?—En el baño —señala Patricia, el final el pasillo.Sara se levanta con el fin de prepararse una taza de café, mientras su madre va sirviendo el desayuno, en cuanto acaba Leo se acerca y le ayuda a su esposa a terminar de poner la mesa.—Me gustaría poder hablar con ustedes de algo —dice Sara con tono casual.Leo y Patricia sospechaban el tema, pero no dijeron nada.—¿Sí?, ¿pasó algo? —pregunta Patricia poniendo el plato con huevos fritos, frente a su hija.—No, nada malo
CAPÍTULO 70Dos semanas habían transcurrido, la búsqueda de Carlota no había cesado. Vicenzo incluso pagó detectives privados para buscarla. No había hecho ningún movimiento con sus cuentas bancarias y por lo que sabían no había salido del país. Incluso su ex, con el que engañó a Vicenzo, se ha mostrado normal en sus rutinas diarias.Alessio junto a su hermano habían seguido el proceso legal de la empresa y la compra de sus activos. Por su parte, don Leo tuvo que renunciar a su trabajo para estar al cien por ciento involucrado en todo el proceso de la fabricación y producción de la empresa.Lita había sido llevada a un sitio parecido a una cava, pero dónde tendría todo lo necesario y todo lo que había pedido para la elaboración de café. Luego de probar distintos granos, dio con el que mejor le parecía en sabor y acidez.Una vez que eligió la receta hicieron traer al barista experto en café para catar las distintas mezclas que Lita había elaborado. Al mero estilo tradicional y con ingr
El palpitar acelerado de su corazón se sentía bien. Era el primer te amo que salía de sus labios. Sara le tomó del rostro, acercándolo a él para besarlo. Si antes la pasión era desbordante, en esta ocasión era indescriptible. Aferrándose al cuerpo de Vicenzo se besaron como si no hubiera un mañana; una pequeña lágrima de felicidad se escapó de sus ojos para mezclarse con el suave beso que este depositaba junto a su boca.Ambos se sentían plenos, felices y altas expectativas sobre su futuro. Uno en el cual anhelaban permanecer juntos y para siempre.—Te amo —susurra ella contra los labios de su amado.Es el mejor sonido que ha escuchado Vicenzo. Aún no puede creerse que lo haya dicho. Ha abierto de nuevo su corazón y espera que todo marche tan bien como lo desea.Luego de despedirse, Sara sube al departamento, dejando que él se marche a preparar su maleta, pues tiene que viajar temprano a CDMX. Nada más entrar, toda su familia se da cuenta del rostro enmarcado de felicidad de la joven.
Vicenzo no alcanza a entrar, pues la puerta ha cerrado y se da cuenta de que ella está molesta por los gestos de ella. Sin esperar más, sube las escaleras y aunque llega minutos después, logra alcanzarla. Arriba está Mila sentada en el sofá jugando con una muñeca y las maletas están listas.—Perdón, es qué estoy preocupado —dice él tomando por la cintura a Sara impidiendo que esta camine para alejarse de él—. Lo siento, en verdad, nena. Yo también te extrañé.Sara que nunca ha sido una chica que guarde rencores, aunque hace una mueca de disgusto lo abraza. Enredando sus brazos por el cuello de Vicenzo, lo atrae más a ella.—Está bien, no estoy enojada, solo me sacó de onda tu actitud —confiesa para luego retirarse.Sus brazos se deslizan por los hombros de él jalando un poco su chaqueta, entonces ella lo ve. El chupetón en el pliegue entre su cuello y su hombro. Siente asco al instante.—¡Eres un mentiroso! —expresa empujándolo.—Pero, ¿de qué hablas? —pregunta confundido—. Por qué me
Era avanzada la tarde cuando salieron de Guadalajara rumbo al campamento donde se encontrarían con sus familias. Sara, estaba más tranquil al igual que Vicenzo. Habían planeado no comentar nada hasta al día siguiente, ya que Lalo le propusiera matrimonio a Gaby.Dado que no querían que sospecharan nada, inventaron que tuvieron contratiempo con la camioneta y con que Sara se sentía mal del estómago. En caso de que a Mila se le ocurriera decir que su mamá estaba llorando por dolor de panza.Como no habían comido, decidieron llegar por pollo frito al Kentucky Fried Chicken, y así comer algo en el camino. Tanto Sara como la pequeña nunca habían degustado tales manjares, así que les pareció comer la cosa más exquisita del mundo.—¿Por qué no había comido de esto antes? —reflexiona ella en voz alta—. Está delicioso.Sara que va en el asiento trasero junto a su pequeña, puesto que la va alimentando en el trayecto.—En verdad te ha gustado, ¿eh? —sonríe él a través del retrovisor.—Sí…La jov
La idea principal era dar una caminata nocturna, Gaby no tenía idea de lo que se avecinaba. La familia López y los Della Rovere emprendieron su “visita guiada” en medio de la noche, entre la espesura del bosque. Los miembros más pequeños iban en carritos de figuras como ardillas, marmotas y caballos.Sara y Vicenzo iban en la parte trasera del séquito, era este quien guiaba el carrito en donde iba Mila ya vestida con una pijama de conejitos y un gorro a juego. A pesar de ser abril, las temperaturas en la noche aún descendían un poco, los mosquitos aparecían al atardecer, pero llegada la noche desaparecían.La persona que los guiaba en su recorrido era un hombre no mayor a cuarenta años, por su apariencia era claro que se ejercitaba. Este lo acompañaba una chica que, al igual que él, se notaba, hacía ejercicio, subían y bajaban las pequeñas lomas sin fatiga alguna, mientras que la gran mayoría de los adultos estaban ya fatigados.La distancia que iban a recorrer no era mucha, si acaso