Después de la comida la niña de Sara duerme en brazos de su madre, Lita le dice que irán a recostarla en la cama, por lo que don Leo la toma y se van con ella a las habitaciones. Esto les da una oportunidad a los jóvenes para estar solos.—¿Quieres ir a caminar? —pregunta Vicenzo a la chica, la que asiente con la cabeza.Tomándola de la mano salen de la palapa dejando a sus familiares detrás. Cada pareja en lo suyo dándose tiempo para disfrutar de sus vacaciones. El hombre dirige a Sara hacia la orilla del mar y aunque el sol no es muy fuerte, va dando color a sus mejillas.—Es hermoso —dice Sara mirando el mar—. Nunca antes había hecho esto, ¿sabes?—¿Caminar a la orilla del mar? —inquiere curioso.—También, me refiero a esto —señala las manos entrelazadas de ambos—. Caminar de la mano.Ella aprieta sus labios al confesar aquello.—Me gustaría poder decir lo mismo —dice con tristeza—. Me gustaría poder cambiar muchas cosas de mi pasado, pero supongo que es imposible.Él detiene su pa
Después de haber abierto su corazón a Vicenzo. Ellos platican un poco más sobre la forma en que trabajan los López. Le cuenta sobre los productos que venden.—No comprendo, si ya tienen un mercado establecido como es que les va mal —plantea para ayudar a buscar una solución.—Al inicio mi padre se dedicaba a la construcción, no siempre vivimos ahí, sino en el pueblo. Por problemas de expansión nos sacaron a nosotros y a muchas familias dejándonos sin hogar. Lo más barato que consiguieron un terreno era donde vivimos. Mi papá se cayó en una obra y quedó incapacitado para seguir trabajando. Su jefe los tenía sin seguro social, así que, aunque puso una demanda, este desapareció.Con los ahorros compraron unos cerdos y se dedicarían a vender productos de estos… Sin embargo, luego pasó lo mío y eso casi los lleva a la ruina. Al inicio les iba bien con las ventas, pero luego llegaron más productores y con precios más bajos debido a lo industrializado de sus productos.—Ignoraba totalmente l
Por su parte, Patricia se puso uno de sus pantalones negros de vestir con una blusa roja con lentejuelas en el cuello que simulaban algún tipo de collar. Por su lado, Gaby, eligió una falda negra entubada y una blusa dorada de lentejuelas que resaltaba contra su piel morena, haciéndola ver preciosa.—¿Cómo quieres que te peine? —inquiere su cuñada a la joven de ojos llamativos. Mientras conecta la plancha del cabello.—Me gustaría una trenza y una coleta o no sé si con el pelo suelto —sugiere sin decidirse.En eso vuelve Lita con la pequeña quien ya tiene hambre, Patricia le da una manzana y se recuesta con ella en la cama mientras se terminan de preparar las demás.—A ver, yo le voy haciendo la trenza, tú hazle las cosas, esas —ordena Lita tomando el mechón de cabello que Gaby ya había separado para la trenza.—Ok, solo hágala de aquí hacia acá invertida, que ya verá cómo la estilizamos —aclara Gaby dejando a la abuela que haga lo suyo.—Tú, cuéntanos lo que sepas —pide a Sara hacien
La cena de Año Nuevo transcurre de lo mejor, las familias cuentan algunas anécdotas y luego bailan, los organizadores del evento amenizan tan bien que el tiempo les pasa volando. Cuando menos piensan el conteo para la media noche hace su llegada.A pesar de que no es mucha gente en el interior del restaurante, Sara y los López se preocupan por la menor de ellos y de que el vitoreo pueda ocasionarle algún tipo de crisis. Afortunadamente, para todos, la nena cae dormida antes de medianoche y la acuestan en una carriola de uno de los hijos de Stefano. Para el momento del conteo, todos emocionados entre decoraciones, globos y lentes con el número del año al que reciben comienzan a decir en voz alta a coro.10, 9,8,7,6,5,4,3,2,1… ¡Feliz año! —gritan todos abrazándose unos a otros.Sara que preocupada por su niña, está agachada velando sus sueños en espera de que el ruido le provoque un malestar, pero no lo hace, su sueño es tan profundo que el festejo le pasa en negro.—¡Feliz año, hermani
La noche permanecía estrellada bajo la tenue luz de la fogata, conforme avanzaban las horas los familiares se fueron marchando uno a uno a sus aposentos, incluyendo a Sara y su hija, quien cansada solo dormía. Vicenzo las acompañó a su habitación y una vez que se aseguró que estuvieran cómodas se marchó a su habitación.Ninguno de los dos podía dormir, él pensando en Sara y ella a su vez en él. Daban vueltas en la cama cuál enamorados. Desgastada por no poder dormir salió al balcón a admirar las luces del cielo, meditaba si su reciente relación con Vicenzo fuera un augurio de cosas buenas. No por lo económico, sino porque cuando estaba con él se sentía distinta.Siempre estuvo protegida por su familia, pero él le daba la libertad que ocupaba y, aun así, se sentía segura.Un toque en la puerta la sacó de sus ensoñaciones, cuando se acerca a revisar por la mirilla se da cuenta de que es Vicenzo, aun vestido elegantemente. Se veía tan sexi…Ella abre preocupada suponiendo en que quizás p
—Me encanta ver las estrellas —dice Sara mientras sigue recostada junto a Vicenzo. Su cabeza en su hombro y el brazo de este, pasando por debajo de ella y rodeándola.—Lo sé, tu habitación, las láminas tenían dibujadas algunas —recuerda haciendo que ella se esconda en su costado.—Las pinté en un momento de mi vida cuando tenía temor salir —confiesa ella abriendo el panorama de él a la comprensión—. Estábamos acostumbrados a dormir sobre el techo en época de calor, pero después del ataque jamás volví a hacerlo. Tuve miedo de estar a la intemperie, tuve miedo de que algo me pasara y nadie se diera cuenta.Vicenzo la escucha pensativo, mientras que acaricia con su mano libre la mano de Sara y su brazo.—Ya no tendrás temor, ahora yo te cuido —dice él en una promesa tacita—. Yo las cuidaré.Tres palabras que cambiaron el rumbo de la historia para ellos. Tres palabras equivalentes a una gran promesa de un porvenir.Sara comienza a relajarse en los brazos de Vicenzo, no hay besos, no hay c
Ambos están fundidos en un beso que remueve cada partícula de su ser, sus pensamientos solo evocan lo profundo de sus deseos. Su alrededor se sumerge en la nada y solo existen ambos. No se percatan de que una figura se acerca a ellos, una que ya conocían, pero esta vez con arma en mano.Se escuchan las detonaciones alarmando a todos los turistas, que en cuanto escuchan huyen en búsqueda de refugio, pero ahora hay dos jóvenes tirados, a uno jadeando y a otro pidiendo ayuda mientras ella huye.—¡Auxilio, auxilio! —ella saca el móvil del pantalón de Vicenzo. Esté tiene una herida en el pecho y la sangre fluye cuál río por debajo de ellos—. Por favor, por favor resiste.El color en el rostro de Vicenzo comienza a desvanecerse, poco a poco comienza a sentir cómo el dolor se expande al resto de su cuerpo.El teléfono se desbloquea con huella, ella intenta poner el dedo de él para hacer una llamada, pero entonces el móvil suena, es Alessio.—¡Vicenzo! ¿Don…?—¡Nos dispararon! —grita Sara ent
Una semana había pasado desde el atentado. Gaby debía volver porque solo tenía unos días de permiso, junto con ella se regresó Leo que debía presentarse en su trabajo en la capital. El resto de los miembros se quedaron en una sola habitación para estar pendientes, ya que solo tenían un móvil. Sara fue trasladad a la UCI pro tres días solo como prevención y una vez que salió fue trasladada a una habitación normal.Los Della Rovere, permanecieron todos en el hotel tal como habían llegado, ellos tenían sus vacaciones programadas, así que no hubo problema en esperar a que Vicenzo saliera del hospital. Rosa no se despegaba de la habitación de su hijo menor, a pesar de que los médicos le decían que estaba fuera de peligro. No sabía cómo es que los López mantenían un estado de paz e iban y venían sin temor a que les avisaran que a su hija les pasara algo peor.Pero entonces pensaba ¿qué más le puede pasar a esa muchacha? Es como si estuvieran marcados por la desgracia, todos ellos. No les ju