Rayco. -“¡Salgan todos ahora mismo!, excepto tu Carlos, querido, creo que tenemos que hablar los dos, con nuestro hijo”- la voz de la reina Diane, se oyó por encima de barullo de reproches que me estaba haciendo latir la cabeza. Hacía casi un mes que mi vida se había un maldito chiste, un infierno. Tras el ultimátum de Emilia Bencomo, y ante el miedo que ha controlado toda mi vida, gracias a lo que he vivido con mi inestimada madre, decidí que no deseaba afrontar nada de esto. ¿Para que tenía que analizar que me ocurría con esa m*****a traidora, de Rihanna Morris?, a la vista estaba que ni yo le importaba, ni deseaba volver, mis luchas con esta mujer no significaban nada para ella, menos aún esa noche inolvidable. Pero para mí, aunque yo no quisiera reconocerlo en el fondo, eran algo importante, algo que, lamentablemente, significaban algo. Al principio, mientras gestionaba las preguntas que Emy me dijo que me hiciera, y tras conocer la muerte de su abuela, le dejé un tiempo
Rihanna. - “Señorita Morris, está usted embarazada”- por un segundo pensé que había oído mal, que los años de aprender finlandés con mi abuela, no había servido para nada, y que había palabras que lamentablemente aún no había aprendido, aunque mi difunta abuela se había esforzado porque aprendiera el idioma de mis antepasados. - “¿Podría repetírmelo en Ingles por favor? Creo que acabo de oir que estoy embarazada, debe de ser un error en mi traducción, yo…”- la rubia doctora sonriente me cortó. - “Exactamente es eso lo que he dicho, señorita Morris, está usted embarazada, ahora toca revisar de cuánto tiempo está, es por eso que se desmayó esta mañana en el supermercado, a veces en las primeras semanas, el cuerpo de la mujer por los cambios bruscos reacciona así…”- la doctora continuó dándome una charla sobre las precauciones que debía de tomar, pero yo lo único que hacía era arrepentirme de haber sido tan idiota, con sólo dos amantes en mi vida, y los dos me habían dejado embarazada
Rayco. - “Y por último está su principal secreto, que lo conozcas es lo que va a determinar que tú sigas adelante en su búsqueda, o no, principalmente, porque ella no es una mujer con la que tú puedas jugar, su vida es muy complicada, y no depende de ella sola.”- me dijo Emily. Desde que nos sentamos los dos a solas en mi despacho, y tras hacer prometer a la mujer de mi mejor amigo, que nunca haría daño a Rihanna, había descubierto algunos secretos, tales como que vivía con su abuela, porque sus padres la echaron de casa muy joven, que su abuela acaba de morir, por lo que ella se sentía responsable, ya que falleció la misma noche que estuvimos juntos, al parecer desde el hospital, intentaron contactarla para que se despidiera, pero yo la tenía ocupada en mi cama. Me sentí como un maldito cerdo, cuando escuché esta información, y en cierta forma entendí que su dolor, que Medusa me creyera responsable, y que por eso hubiera huido. Me prometí a mí mismo que la compensaría por el dolo
Kenai. No me costó mucho esconder el móvil de mi madre para que no se diera cuanta que lo había usado, lo volví a dejar en su bolso. La verdad es que últimamente no era ella misma, siempre había sido una madre fuerte, parecía que nada la derribaba, era como el Capitán América, mi héroe favorito, ni siquiera cuando tuvo que separarse de nosotros un tiempo, por cuestiones de trabajo, la había visto así. Yo, como le había prometido a mi Mummo, que era como quería que la llamara la abuela, significa abuela en fines, el idioma de Finlandia, debía ayudar a mi madre y cuidarla, porque al estar sola, tendría muchas dificultades en el futuro, sobre todo con sus padres, las personas que más daño le habían hecho a mi madre. Cuando mi Mummo, vivía y su enfermedad, comenzaba a agravarse, aunque no me recordaba, sí que recordaba la infancia y la niñez de mi madre, y solía hablar con tía Milissen de lo que se arrepentía de que su hija, se hubiera enamorado, de uno de los subalternos de su marido
Rayco. En cuanto recibí toda la información que solicité, la furia me invadió. En el coche, de trayecto a la casa donde vivía la que, para mí, desde esa noche que estuvimos juntos, mi mujer, la recibí y apenas contuve la furia, tampoco lo deseaba. Aparte de la documentación que estaba investigado, Kenai me había mando un video que acaba de grabar, donde el abuelo del pequeño había golpeado a mi Medusa, y sin pensarlo, le dije al chofer que se dirigiera a comisaria, por lo visto, aun ese indeseable había sido llevado allí, por la policía. Mediante mi asistente legal y mis influencias, pronto me dieron la visita que aún no le habían concedido a su esposa, que llorosa esperaba en las dependencias policiales a que llegara un abogado que le ayudara a sacar a su marido del calabozo. Mientras esperaba dentro de la sala de vistas de comisaría, la llegada de ese mal nacido, que por desgracia era el padre de mi mujer, mi teléfono no dejaba de recibir mensajes, los ignoré para leerlos despu
Rihanna. - “Despierta tenemos que hablar”- una voz seria y furiosa, que yo conocía muy bien, me despertó de golpe. La verdad era que ayer, pese a mi decisión tras que la policía se llevara a mi padre, me sentí débil, era algo que llevaba arrastrando desde hacía un mes, y cuando, por fin conseguí convencer a Kenai para que se durmiera, que yo estaba bien, no pude dormir, por mucho que lo intentaba, una sensación de enfado, culpabilidad, y recuerdos doloroso, me invadieron, la gota fue el comprender que nunca había sido amada por mis padres, y eso, pese a que hacía años que lo tenía superado, gracias a mi abuela, aún me dolía. Pero esto no me quedó claro, hasta que en la noche abrí la puerta cuando la tocaron, y vi delante de mí a Rayco Vieira. En segundos, mientras era acorralada contra la puerta, las ganas de llorar apoyada en ese pecho me ahogaron, y eso me debilitó más, porque, después de un mes, de huir, de sentirme culpable por no acompañar a mi abuela en sus últimas horas,
Rayco. Mientras esperaba a que esa m*****a mujer se reuniera con nosotros, intentaba mantener una conversación con Kenai, la verdad era que mucho antes de conocerlo me gustaba este chico, y ahora que lo conocía, aún más, era muy responsable y maduro, lo que quería decir que, pese a todo, Rihanna Morris, era una buena madre. -” Entonces ¿por qué quería deshacerse de mi hijo?”- pensé Para mi mente sólo había una razón, y esa era que el hijo que llevaba en su vientre era mío, esa mujer me odiaba, sino no me explicaba porque si trajo a un niño al mundo a los quince años sola, y ahora que era más madura, con medios económicos, y yo, que iba asumir mis responsabilidades, no deseaba tenerlo. No importaban la atracción y el deseo que sentíamos, el cual no pudo disimular, pese a todo, esa bruja de rizos enloquecedores, esa medusa perturbadora, me odiaba. -” ¿Cómo conociste a mi madre?”- me preguntó a Kenai, una cosa que había aprendido de este niño es que era muy sincero y directo.
Rihanna. - “¿Me escucharas al menos?, tengo que decirte algo que no sabes.”- le dije, esperando que, tras explicarle, me dejara hablar, la verdad era que no reconocía a Rayco, ese ser que miraba ahora frente a mí, me atemorizaba. Siempre solía tomárselo todo dentro de sus reglas y sus deseos, pero tenía sus límites, al contrario que el ser que me miraba con esa sonrisa despiadada y diabólica, que al mismo tiempo despertaba mi deseo, junto a esa mirada que se había oscurecido del frio que destilaba, era de todo menos un hombre con el que se pudiera jugar, y menos enfrentarte. Estaba conociendo una parte de Poseidón que sólo había visto en el trabajo, cuando era implacable con un competidor, que creía que podía ganarle la partida. Nunca se lo había aplicado así conmigo. Siempre era insistente, acosador, le gustaba jugar al gato y al ratón, pero nunca, nunca, me había hecho temerle, como ahora. - “No es necesario, no deseo oir tus excusas, me bastan los hechos, y los hechos dicen qu