Samantha levantó la cabeza al escuchar un par de golpes en la puerta. —Alguien está aquí para verte —dijo Leticia con una sonrisa enorme en el rostro y se hizo a un lado para dejar pasar a Giovanni. Le agradeció a Leticia antes de que ella se marchara dejándolos a solas. Su oficina, de pronto, se sintió más pequeña con la imponente presencia de Giovanni. —Hola, ángel —saludó él y se acercó con pasos lentos. Samantha no pudo quitarle los ojos de encima y tampoco se movió. Era como si él la hubiera inmovilizado con solo una mirada. Giovanni se inclinó y le dio un beso delicado. —¿Qué dije sobre esto? —preguntó él mientras se alejaba con su liga de cabello en las manos. Su cabello cayó sobre sus hombros en un lio desordenado. —Debes dejar de hacer eso. —No habría tenido necesidad de hacerlo, si me hubieras obedecido. —Tú no me das órdenes y, por si no te diste cuenta, estaba trabajando. No es cómodo tener el cabello en el rostro mientras trato de dibujar. —Lo dejaré pasar
Horatio ordenó sus bebidas y luego se giró hacia Giovanni. —No estaba seguro de si aceptarías salir.—Y aun así llamaste para molestarme.El barman colocó sus bebidas en frente de ellos y se fue al otro lado de la barra para atender a otras personas. El lugar estaba lleno y las risas se mezclaban con la música de fondo. Giovanni y sus primos visitaban aquel bar cada vez que querían distraerse. Era un lugar exclusivo que solo permitía la entrada si eras un miembro.—Siempre tan divertido. Necesitas salir un poco más y relajarte. Tal vez conocer a alguna mujer, este lugar está lleno de ellas.Giovanni recordó a cierta castaña impertinente. No había hablado con Samantha hasta esa mañana para preguntarle sobre la ropa debía de usar para su cita del día siguiente. Se había concentrado en el trabajo y había evitado pensar en ella toda la semana. Era mejor si no se permitía distracciones y eso era lo que significaba Samantha.En cuanto dejaba que su imaginación se desviara hacia ella, ans
Samantha logró mantener la calma mientras Giovanni la observaba y respiró aliviada cuando él regresó su atención a la pista. Sin darse cuenta había revelado que tenía información sobre él. Aunque Giovanni difícilmente habría podido deducir que ella había obtenido aquella información antes de que se conocieran en persona, debía tener más cuidado con lo que decía. —Mi prioridad en este momento es mi trabajo. Las relaciones estables demandan tiempo, tiempo que no estoy dispuesto a dar. Ninguna mujer soportaría ser puesta en segundo lugar y tampoco lo pediría. Él no tenía que decirlo en voz alta para que entendiera el mensaje. Solo la quería para pasar el rato. Al menos era honesto al respecto. —Espero que eso no fuera brusco. —Yo pregunté y tu respondiste. Samantha miró por la ventana mientras se perdía en sus pensamientos. Tratar de enamorar a Giovanni no iba a funcionar. Por ahora, la opción más viable para conseguir el dinero para su padre, era hablando con honestidad. El problem
—¿Cómo vas con los planos para el centro vacacional? Giovanni levantó la mirada y le lanzó una mirada nada agradable a su primo. Él tenía la mala costumbre de entrar a su oficina sin llamar primero. —Las puertas se inventaron para algo. —Crear obstáculos. —Horatio se dejó caer en la silla frente a él, levantó las piernas sobre su escritorio y colocó las manos detrás de la cabeza—. ¿Te imaginas como era la vida cuando no existían? —Sí, personas indeseables entraban a cualquier lugar sin esperar incitación —terminó con una sonrisa. Su primo soltó una carcajada. —No estoy aquí para fastidiarte, ese es solo un bono extra. Quería revisar los planos que presentarás esta tarde en la reunión. Empujó las piernas de su primo con una mano y colocó los planos sobre la mesa. —Aquí lo tienes. La compañía que los había contratado para ese proyecto en particular, había solicitado algunos cambios después de ver el anterior plano. Esa tarde se reunirían con ellos para mostrárselos y siempre
Samantha despertó con la luz del sol filtrándose a través de las pesadas cortinas de su habitación en casa de su padre. Se sentó y estiró sus brazos al aire mientras sus ojos vagaban por el dormitorio.Después de ducharse bajó al comedor para desayunar con su padre. Los dos siempre comían juntos cuando iba a visitarlo y él siempre la esperaba, así que procuraba no tardarse demasiado.—Cariño —su padre se puso de pie y abrió los brazos—. ¿Cómo dormiste?—Muy bien, gracias. —Se sentó a su lado y sirvió un poco de jugo para ambos.En la mesa había espacio al menos para otras seis personas. Imaginarse a su padre sentado solo allí le provocó melancolía. No había sido una decisión fácil mudarse y dejarlo, pero en cuanto le había comentado a su padre que lo estaba considerando, él la había alentado a hacerlo. —¿Cómo vas con el trabajo?Sonrió emocionada.— Vendí muchas de las prendas en mi galería y estoy diseñando algunos nuevos vestidos exclusivos. Los pedidos no han parado de llegar, al
Giovanni se dio cuenta de que algo estaba molestando a Samantha. Apenas había tocado su cena y con frecuencia tenía que repetirle las preguntas para obtener una respuesta.—No irás al trabajo mañana, tomaremos un vuelo a primera hora.—Está bien.Y allí estaba otra vez. Esperaba que ella se riera y soltara algún comentario, no que estuviera de acuerdo.—¿Está todo bien? —preguntó.—Mmhh…Eso era menos que una respuesta.—¿Samantha? —insistió.—¿Qué sucede?—¿Está todo bien? —repitió.—Sí.—¿Estás segura? Acabas de aceptar ir de viaje conmigo el día de mañana.Samantha suspiró.—Es solo el cansancio. ¿Podemos irnos? Me iré a la cama temprano.—Por supuesto.—Y solo para que conste, no iré contigo a ningun lado. No puedes planificar algo y esperar que este a tu disposición. Tengo cosas que hacer y no voy a dejarlas a un lado solo porque a ti se te ocurrió. Noticia de último minuto, el mundo no gira alrededor tuyo.Sonrió.—Descuida, no hablaba en serio.En el viaje al departamento de Sa
Samantha miró la pantalla de su celular y lo silenció al ver que era su padre quien llamaba. En el pasado no recordaba una sola vez que se hubiera perdido, a propósito, una llamada de su padre, pero en esos momentos lo menos que le apetecía era hablar con él.Incluso si la estaba llamando para preguntarle como estaba, tarde o temprano le preguntaría si ya había hablado con Giovanni. La respuesta no había cambiado desde la última vez que hablaron y no necesitaba un recordatorio de que el tiempo estaba corriendo, ya lo sabía. Prolongar las cosas, no cambiaría el resultado. Aun así, quería disfrutar un poco más de la compañía de Giovanni.Soltó un suspiro y sacudió la cabeza.Era una cobarde.—¿Quién era? —preguntó Giovanni.Para dos personas que se suponía que solo la estaban pasando bien, hacían más que solo irse a la cama. Giovanni seguía quedándose a dormir con ella y casi siempre desayunaban juntos.—Mi papá.—¿Y por qué no le contestaste?—Le devolveré la llamada más tarde.Giov
Giovanni había terminado temprano en el trabajo y había decidido ir a buscar a Samantha. Esa mañana ella había actuado extraña y quería llevarla a algún lado para que pudiera distraerse.En cuanto había llegado a la galería, la nueva empleada le había indicado que su jefa estaba en su oficina con Leticia y se había ofrecido a acompañarlo, pero él se había negado. —Giovanni ¿lo sabe? —Se había detenido en el pasadizo, a un paso de la puerta, al escuchar su nombre. Muchas preguntas llegaron a su mente en los segundos que tardó en llegar la respuesta de Samantha.—¿Qué estoy utilizándolo para conseguir dinero? No, por supuesto que no.El tiempo se detuvo y trató de convencerse de que había escuchado mal. Dio un paso al frente y giró para ver al interior de la oficina. Samantha estaba sentada detrás de su escritorio y lo vio casi de inmediato, entonces sus ojos se llenaron de culpa y miedo.Si acaso necesitaba una confirmación, ella se la acababa de dar. Aun así, se dijo que tenía senti