Samantha apagó la estufa y se acercó a la repisa para sacar un par de vasos. Estaba de puntillas cuando sintió un par de manos sujetándola por la cintura y sonrió.—¿Qué harás durante el almuerzo? —preguntó Giovanni antes de tomar los vasos por ella y colocarlos en la encimera.Se dio la vuelta y lo besó.—Me reuniré con mi padre. Él me envió un mensaje ayer en la tarde.Esperaba que él tuviera algo que decir algo al respecto, pero se limitó a asentir con un gesto pensativo.—Entonces, supongo que tendré que esperar hasta la noche para verte otra vez. —Giovanni la besó con intensidad hasta que a ambos les faltó el aliento—. Eso debería bastar… aunque quizá necesitaré unos cuántos iguales a ese.Sacudió la cabeza mientras sonreía. Le gustaba esa nueva faceta de Giovanni. —Por cierto, hay algo que quería decirte.—¿De qué se trata?—Es sobre tu seguridad. A partir de ahora, siempre habrá un par de personas cuidándote.—¿Por qué? ¿No crees que es un poco exagerado?—Es solo por precauc
Giovanni intentó mantener la compostura mientras entraba a la clínica a la que habían llevado a Samantha. Cristiano le había informado que ella estaba mejor cuando la recibieron. Aun así, no podía estar del todo tranquilo hasta que se asegurara él mismo.Encontró al padre de Samantha sentado en la sala de espera, pero no se detuvo a hablar con él, ni siquiera al verlo levantarse. Lidiaría con Lino después. Estaba seguro que él había dicho o hecho algo para indisponer a su hija. Según los guardaespaldas de Samantha, ella parecía algo alterada justo antes de que perdiera el conocimiento.Cristiano lo guio hasta la sala de observación y se hizo a un lado. Giovanni entró sin molestarse en llamar a la puerta.La doctora responsable de vigilar el embarazo de Samantha y una enfermera miraron en su dirección casi al mismo tiempo.—Señor Morelli —saludó la primera con una sonrisa cortés.Él asintió y fue a pararse a lado de Samantha. La tomó de la mano y le dio un apretón.—¿Qué es lo que tien
Samantha hizo una mueca al ver el número de su padre en la pantalla de su celular. Era la tercera vez que trataba de contactarla ese día. Desde su último encuentro, su padre había intentado llamarla al menos una vez por día. Al principio lo había ignorado, pero un par de días atrás por fin se había sentido capaz de hablar con él, sin alterarse. Le había dejado claro que no iba a pedirle dinero a Giovanni en su nombre y había colgado tan pronto él comenzó a insistir. Estaba teniendo una tarde increíble y no iba a dejar que su padre lo arruinara. Se prometió que volvería a llamarlo al día siguiente y volvería a intentar razonar con él. Lo que pedía era imposible. Si la empresa en verdad estaba en aprietos, quizás era hora de que él considerara venderla antes de que se pusiera peor. Se preguntó si estaba siendo egoísta después de todo lo que había hecho por ella, pero ¿no lo era su padre también? ¿Cómo se le ocurría querer que le pidiera dinero a Giovanni otra vez, después de cómo habí
Giovanni entró a su despacho, dentro lo esperaban su jefe de seguridad y Lino. No era así como había esperado que se diera su encuentro, pero no iba a seguirlo postergando más. Su investigador le había entregado un informe más completo sobre Lino apenas unos días atrás, un poco más tarde de lo que habían acordado.Lino miró detrás de Giovanni como si esperara que alguien más se uniera a ellos, probablemente su hija. Bueno, eso no iba pasar. Samantha estaba a salvo lejos de su padre. Confiaba en que ella cumpliera su palabra y se quedara en la habitación.—Cristiano, déjanos a solas.—Sí, señor.Cristiano se marchó, pero sabía que no iría muy lejos en caso lo llegara a necesitar. —¿Y mi hija? —preguntó Lino.Giovanni no respondió. Se acercó, con pasos lentos, al bar y se sirvió un trago. Después de acomodó en el filo de su escritorio y le dio un sorbo a su bebida.—Deberías sentarte —ordenó. Su voz no dejaba lugar a dudas de que esperaba que lo obedeciera—. Esto tomará algo de tiempo
—Tienes que aceptar su oferta —dijo Samantha en cuanto escuchó la voz de su padre. No estaba de humor para andarse con rodeos.Le había costado algunos días encontrar el valor para hacer aquella llamada. Había sido doloroso descubrir que su padre le había mentido. Entendía que tenía un problema, pero eso no le restaba culpa.—Samantha, cariño, no puedes estar hablando en serio. ¿Sabes si quiera lo que me está pidiendo?—Lo sé, me lo dijo.—Y lo dices con tanta tranquilidad.—Es por tu bien, está enfermo y necesitas ayuda. Si no lo haces por ti, entonces hazlo por mí y mi bebé. Si es que significamos algo para ti.—No es tan simple. Perderé credibilidad y la gente hablará. Todo por un malentendido.—Entonces, ¿no tienes una adicción?—Por supuesto que no —respondió su padre si dudar, sonando bastante ofendido.En el pasado eso habría bastado para que dudara de lo que sabía, pero hace tiempo que sospechaba que había algo malo con su padre. Había intentado convencerse de que estaba en su
—Cuida tus palabras —advirtió Giovanni.—Lo siento, bella dama —dijo Horatio dándole una sonrisa enorme a Samantha y dejándose caer en uno de los asientos libres frente a su escritorio. —Y deja de coquetear con mi novia.Sus palabras solo lograron que Horatio sonriera más.Giovanni se sentó en su sillón y tiró de Samantha para acomodarla sobre una de sus piernas.—¿Cómo fue tu reunión con Lara? —Horatio no esperó una respuesta y se dirigió a Samantha—. ¿Sabes que ella ha estado detrás de mi pobre e indefenso primo desde que lo conoció?—Horatio.—No, pero me gustaría escuchar más. —Samantha pasó un brazo sobre sus hombros y se reclinó en su cuerpo.—Lara ha estado obsesionada con Giovanni desde el principio. Aparecía aquí con cualquier excusa y siempre lo buscaba en las fiestas de negocios. Deberías haberlo visto tratando de evitarla.—Puedo imaginarlo —respondió Samantha sin ocultar su diversión.Era evidente que ambos se la estaban pasando bastante bien a costa suya. No le sorpren
Cuando Samantha estaba llegando a su oficina, escuchó unos pasos acelerados acercarse por el pasillo. Se detuvo en la puerta y se dio la vuelta para averiguar de quien se trataba.Ruggiero los alcanzó y miró a Renaldo.—Los hombres de Tolentino están aquí. Samantha sintió que su cuerpo se helaba al escuchar aquello.Renaldo la tomó de la muñeca y la llevó al interior de la oficina con Ruggiero siguiéndole los pasos.—¿Leticia y Anabel? —preguntó, reocupada por sus trabajadoras.—Ocultas en el cambiador. —Ruggiero miró a Renaldo—. Debemos sacarla de aquí.—Eso es arriesgado. ¿Contactaste a Cristiano?—Así es. Deben estar de camino hacia aquí en este momento, así como el equipo de refuerzo.—La mantendremos segura hasta entonces. Permanezca siempre detrás de nosotros y no haga nada que pueda ponerla en peligro —ordenó Renaldo.Asintió con el corazón bombeándole demasiado rápido. Se ubicó detrás de su escritorio y se sentó.Unos segundos después alguien llamó a la puerta como si se tra
Giovanni recostó a Samantha sobre la cama y se acomodó sobre ella. Se tomó su tiempo para observarla, para asegurarse que en realidad ella estaba allí, sana y a salvo.Le iba a tomar algunas semanas recuperarse del susto que había pasado desde que Cristiano le informó que los hombres de Tolentino estaban en la galería con Samantha hasta que la tuvo en sus brazos. Cada segundo se había sentido una eternidad y no perderse en los pensamientos más negativos le había costado mucho esfuerzo.Acarició su mejilla con el dorso de su mano. Samantha cerró los ojos y se acercó aún más a su toque.No le había sucedido nada y eso era lo único que importaba.—Te amo —declaró sobre sus labios y la besó.Lo que empezó como un toque suave, se transformó demasiado rápido en un beso demandante y necesitado cuando ella le otorgó acceso a su boca.Giovanni estaba ansioso por hacerle el amor y verla perder la razón. Quería escuchar sus gritos llenar la habitación.Sus manos trabajaron con prisa mientras la