Un gran castigo.

Roberto volteo su mirada y quedó impresionado al ver a su amigo ahí, ya se habían despedido en la clínica, ¿acaso se le olvidó algún tratamiento?

—Oye, ¿Qué sucede? ¿Por qué has venido a estas horas? Pudiste haber llamado—

Luigi terminó de bajarse del auto y corrió a conversar con su amigo, lo menos que quería era que Beatriz escuchara y se sintiera mal por el comportamiento de su amado hijo, ella lo tenía en un pedestal y resulta que es un rebelde sin remedio alguno.

—Necesito contarte la razón de tu enfermedad el día de hoy—

Roberto abrió sus ojos de par en par, no podría imaginarse morir tan joven y más aún sin haber encontrado a su hija.

—¿Voy a morir? —

Luigi solo pensó en que había manejado por veinte minutos en vano, el cerebro de su amigo se fundió gracias a todas las veces que fue al baño.

—No es eso, por favor solo escúchame antes de que Beatriz regrese, tu amado hijo colocó un laxante natural en tu comida, por esa razón enfermaste solo tu y Beatriz no, la próxima vez
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