Daniel estaban junto a ella comiendo de los ricos dulces, Alicia era una joven delgada a pesar de comer como un camionero, ella era educada y sutil, pero no dejaba que se desperdiciara ni una sola porción, no era capaz de empezar otro dulce hasta no acabar el que estaba comiendo, mientras que Daniel los probaba y hacia un lado, ya sentía que tenía suficiente, estaba empalagado.

—¿Te gustan los dulces?—

Ella subió su mirada y no pudo evitar sonreír, sus ojos se achicaron y en sus cachetes aparecieron dos pequeños agujeros que la hacían lucir dulce y hermosa a la vez.

—Sí, están todos divinos, ¿por qué no sigues comiendo? ¿No te gustaron?—

Él no iba a quedar en mal delante de ella, aunque su estómago ya no toleraba ni un poco más, solo sonrió y le contestó a su compañera de aventuras.

—Si me gustaron, solo que comí antes de salir de casa—

Ella entendió fácilmente, pero no importa cuando había comido junto al médico en el desayuno, ella seguía teniendo espacio para más.

—Yo también desay