Ella no murió.

  —¿Qué haremos ahora? Mi hija ya no está, nos debimos ir hace mucho tiempo atrás— con lágrimas en sus ojos y una parte de su corazón muerto.

Así se sentía Candelaria, aunque no tenían lazos de sangre, ella amaba a esa pequeña niña a la cuido por toda su vida, la había amamantado, ella solo tenia una semana de nacida cuando el hombre la llevó a su vida, el solo dejo un fajo de dinero y se marchó para más nunca volver, no sabía de dónde la había sacado, jamás escuchó una noticia sobre la desaparición de una niña, pero para nadie era un secreto que ella era una niña muy fina en sus facciones del rostro, una nariz pequeña pero perfilada, sus hermosos ojos azules como el cielo, el cabello dorado, ella era una muñeca hermosa, solo tenia un problema en su crecimiento, ella avanzaba más lento y su desarrollo iba pausado delante del de su hermana quien era una señorita de grande proporciones, ellos no tenían el dinero necesario para cubrir las medicinas que ella necesitaba.

—Debemos irnos mujer, lo importante es que sacaste los documentos y el dinero, esperaremos hasta que los bomberos puedan sacar el cuerpo de nuestra niña, le daremos una sagrada sepultura y nos marcharemos de este lugar—

—Tienes razón, quiero que nos vayamos lo más lejos que podamos, hablaremos con la Señora Sofía, ella podría recomendarnos con alguna familia—

Ellos estaban enfrente de lo que quedaba de casa, el humo y las llamas aún estaban presentes en el lugar, los bomberos llegaron y empezaron a apagar el fuego, Candelaria no podía más con la agonía, sabía que su hija se había calcinado en ese candente fuego, ella no sería capaz de salir de casa, no quería aceptarlo, pero su hija estaba cayendo en una depresión debido a las agresiones, le molestaba que ninguna organización a la que acudió pudieron ayudarlos, solo era una orden de alejamiento lo que había pedido, sin embargo, se la negaron.

El padre de Carlos era un mafioso y controlaba los barrios de la ciudad, a ese niño malcriado no se le podía ni tocar un pelo, o lo pagarían con creces, por esa razón no consiguió protección para su pequeña hija.

Un bombero se acercó a la familia para dar la noticia de lo que había sucedió, ellos estaban asustados, no querían escuchar lo que el hombre les diría, pero ellos debían de afrontar la realidad.

—¿Son ustedes la familia Rodríguez? Dijo el hombre que había apagado el fuego.

Candelaria no tenía voz para hablar y Ámbar no dejaba de llorar por su hermana, Pablo era el hombre de la casa, él tenía que dar la cara en ese momento tan difícil para la familia.

—Si, somos nosotros—

Las personas se empezaron a aglomerarse alrededor de la familia, todos querían escuchar lo que ya sabían, pero el chisme en una comunidad era un chisme, el bombero no estaba feliz por el recibimiento de las personas, pero al recibir la llamada de alerta por parte de la policía, un oficial le había explicado la situación de la familia.

—Por favor, es algo privado de la familia, necesito que nos dejen a solas y se retiren del lugar— con voz fuerte y rostro molesto.

Bastó que el hombre hablara para que las personas se retiraran molestas y refunfuñando, no les gustaba que vinieran a regañarlos en su propia comunidad.

—Señor por favor venga conmigo—

Pablo miró a Candelaria en busca de su aprobación, el hombre solo quería confesarle algo muy importante para la familia que habían descubierto.

—Ve, yo me quedaré aquí con la niña—

Ambas mujeres se abrazaron en busca de cariño y consuelo, Pablo camino junto con el hombre hasta una parte boscosa cerca del río.

—Señor sabemos la situación que sus hijas han vivido en el instituto, el fuego fue iniciado por gasolina que rociaron por todos los alrededores de la casa, quiero que sea fuerte con lo que debo decirle—

Pablo miró al hombre y trago grueso, sabía que sería la noticia más dolorosa la que escucharía en ese momento.

—Lo escuchó con atención—

—Le diré esto rápido, le pido pueda guardar el secreto hasta que estén lejos, debe marcharse ahora mismo, una patrulla los recogerá y los sacara de este lugar, luego usted debe defenderse solo, dentro de la casa no estaba la joven desaparecida, pero sí puede percatarse aquí de este lado del río, por favor observe con disimulo, el pasto está pisado, estoy seguro que ella busco salir por acá, con la corriente del río ella deberá estar a esta hora muy lejos, debe irse y esperar que ella se comunique con ustedes— le dijo el bombero, él como funcionario de la unidad en donde sirve, estaba cansado de los atropellos por las bandidos.

—Entiendo, el problema será que mi esposa no abandonara el lugar hasta no haber enterrado a la niña— Pablo no podía con la emoción, su hija estaba viva.

—Debe mentir, decirle que la joven murió y el cuerpo no será entregado aun, que le harán una serie de exámenes—

—Lo hare, muchas gracias—

Pablo entendió muy bien lo que debía de decir, sacaría a su familia del lugar, los vecinos no eran de fiar, los hombres estrecharon las mano y caminaron juntos hacia las mujeres.

La comunidad estaba tomándose fotos con el camión de los bomberos, era la primera vez que veían uno de cerca y estaban impresionados, Pablo llegó a donde estaba su esposa y la abrazó con fuerza, era un abrazo cargado de muchas emociones de las cuales no podría desahogarse en ese preciso instante, tenía una sola preocupación y era saber cómo estaba su hija, aunque el río no estaba crecido, la corriente seguía siendo fuerte, confiaba en sus habilidades para nadar.

—Debemos irnos, no quiero que le pase lo mismo a Ámbar, no es fácil perder a un hijo, el señor oficial me acaba de informar que ellos se encargaran del cuerpo de Alicia, no avisaran para asistir al funeral, por lo pronto debemos salir de aquí ya mismo— Pablo no sabía mentir y Candelaria se dio cuenta.

Pero ella no iba a discutir con su esposo ahí, aceptaría sus palabras y luego lo enfrentaría, solo tenía un pensamiento que rondaba por su cabeza y era que Carlos arremetiera en contra de ellos, ese niño era tan descarado que estaba ahí parado mientras miraba todo lo sucedido.

Ella fingió desmayarse y el murmullo de las personas no se hizo esperar, era la señal que Carlos necesitaba para irse a descansar, quería tener la certeza que ella había muerto, su corazón se sintió extraño y vació.

Candelaria fue asistida y trasladada del lugar, una estrategia no ensayada por ambos, pero el amor, la comunicación y los años viviendo juntos, los hacía conocedores a profundidad de cada pensamiento.

Ámbar ya no podía más con el dolor, su hermana había muerto, ella era su única amiga, y mientras las autoridades les brindan el apoyo para sacarlos del lugar, una joven estaba despertando con un frío aterrador.

Alicia se despertó luego de haberse desmayado por todo lo que debió nadar y el agua fría, fue algo que la consumió, ella miró a su alrededor y habían unas luces a lo lejos, ella necesitaba caminar y pedir ayuda o moriría de hipotermia, las bajas temperaturas estaban jugando con su salud.

Meche

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