Vacilo, no sé si deba decirle mi nombre. Pero ella se ve distinta a las demás, no me da mala espina, de modo que me animo a responderle. —Luna Miller —digo bajito, pero frunce el ceño. Seguro por el parloteo del resto se le dificultó entenderme y escucharme, así que lo vuelvo a decir en un tono más elevado —. Me llamo Luna Miller.Ahora sí asiente y sonríe levemente. —Un placer, Luna. No pareces estar contenta aquí, ¿qué haces aquí? —inquiere. Cada pregunta me pone más nerviosa, siento que compromete mi vida a lo fatídico, incluso ya atada a este maléfico destino. —Yo… En realidad no sé qué decir —admito dejándola confundida. Pero asiente, a lo que considero que ha tomado mis palabras como una inseguridad de mi parte. No se imagina que estoy obligada a ello, esperen, ¿acaso ella si es voluntaria?—¿Y tú por qué estás aquí? —Se supone que trabajo aquí, y tú también lo harás —responde sonriente. La miró boquiabierta, es que no sé qué decir —. ¿Por qué te sorprendes? La paga es bue
—Ahora sí, necesito que te levantes y cierres los ojos —me pide, no sé qué sucederá, pero lo hago. Un poco indecisa me pongo en pie y cierro los ojos. Ella me pone una venda en los ojos, no poder ver nada es peor. Y eso no es todo, toma mismo manos y las lleva hacia atrás, qué demoni… Un frío metal aprisiona mis muñecas, son esposas. Todo es tan humillante, da un miedo en mi interior que me sacude feroz. Jamás hubo tanta incertidumbre que ahora. La frialdad metalizada me produce un escalofríos a través de toda mi dorsal. Siembra más horror a la escena, soy el centro y una víctima también. Ella es mi guía, ahora solo veo un negruzco que me carcome. Deja a un lado el más mínimo sosiego, en su lugar queda torrente intranquilidad recorriendo mi sistema. Creo que me iré de bruces en cualquier instante, pero eso no ocurre. Afortunadamente no pierdo el equilibrio, ella me agarra con firmeza, y solo en una situación así lo agradezco. Incluso si prefiero mil veces que no estuviera pasando
2 Semanas antes del secuestroMe miro en el espejo, no estoy segura de llevar vaqueros y Vans, pero el look sencillo es súper cómodo. Además no tengo tantas ganas de salir, de modo que no me animo a cambiarme. Mientras me arreglo el cabello, Aleksander entra y se me queda mirando. Él va trajeado, debe ir a la compañía. Ha tenido estos días bastante ocupados. Sonrío un poco, se aproxima y se inclina dejando un beso en mi hombro, sus labios se desvían a la curvatura de mi cuello, provoca un fuego interno, su tacto, su aliento caliente se desplaza en la zona dejando mi respiración entorpecida y los latidos de mi órgano vital más rápido de lo normal. —¿Cómo te sientes? —quiere saberYa se ha vuelto a su lugar, ahora me observa de forma detenida, me pongo de pies y dejando la labor de arreglarme el cabello, envuelvo las manos en su cuello. No quiero que vea retrocesos en mí, pero fingir que he avanzado mucho es una mentira. Lo amo, mi corazón late por él, a pesar del antaño vivido y que s
Las puertas espejadas se corren anunciando que hemos llegado a la parte de abajo, ya es hora de salir. Salgo en primer lugar, de inmediato Leonard está a mi lado. Así transcurre hasta la salida del edificio. Allí en el exterior, cerca del pórtico elegante está Lyon, al vernos se aproxima a abrir la puerta del lujoso auto. Abordo el interior junto a Matthew en la parte trasera. Después de ajustarlo en su sillita, me pongo el cinturón. Alcanzo la canastilla que Lyon me pasa antes de irse y hacer una extraña señal. Ya Leonard está al volante y pronto empieza a conducir. Durante el camino recibo llamada de Karol, hace dos días que no hablamos, ya no trabajo con ella, alguien más tiene mi puesto, pero yo he ascendido de lugar. Aún así, la joven Claudia que está en mi lugar es un tanto inexperta por lo que Karol suele llamarme para que la ayude con varias cosas. No me he negado jamás a pesar de que hay momentos en los que me siento mal, incluso si tengo el triple de trabajo por hacer. —¿K
—¿Dónde está Aleksander? —cuestiono. —Está… ¿Tienes hambre? —cambia de plano el tema. Ha evadido mi pregunta. ¿Por qué rayos lo ha hecho? No puedo comprender, me aterra que esté pasando lo que imagino. Ojalá no sea que esté en medio de aquella balacera, peor aún que sea él quién la inició.—No puede ser —empiezo a llorar, no puedo evitarlo. Es uno de los malos, pero también es mi esposo y debo estar de su lado. —Luna, tranquilízate, te lo suplico —susurra como si eso va a lograr que llegue al cese, no puedo, simplemente no logro encontrar la paz en este momento —. Él sabe lo que hace, no te preocupes. —Es que sí tengo de qué preocuparme , Aleksander no es de hierro, y los hombres de Elmo son malvados también —suelto, es casi un gruñido.Odio esto, justo esto es lo que aborrezco del mundo oscuro en que Aleksander se mueve y parte de su trabajo es liderarlo. No quiero que muera, si le sucede algo no sé qué haré. —¿Confías en él? Sabes que no es tan fácil de derribar, Aleksander sab
New York, Estados UnidosSoy movida con cuidado, es un zarandeo cariñoso acompañado de un insistente susurro que me indica el despertar. La verdad no deseo abrir los ojos, me da pereza, además de que inconsciente todo es tranquilo, si parpadeo la felino realidad me araña de nuevo. Aquello sucede en un santiamén, estoy en una enorme cama de sábanas blancas, en una habitación que mi cerebro reconoce al instante. Estoy en casa, es un milagro. ¡Al fin he vuelto! La mujer que me ha despertado es Elena. Sus ojos marrones, su pelo oscuro y su tacto de terciopelo, volver a verle me acurruca el alma. No tarda en abrazarme con amor, también hay lágrimas en medio que van dejando al descubierto la ternura y el recibo sin medidas. —Mamá —digo en un tono que ha sido cristalizado por la emoción, no se queda atrás, su voz me llama de la misma forma afectada —. Creí que no volvería a verte…—Pero estás aquí, Luna, estás de nuevo en casa y eso es lo más importante —comenta conmovida, me da un beso
La guerra fría no termina ahí. Ya no quiero alargar la pugna, no me apetece, debería de darse cuento o ser capaz de admitir que ya es suficiente. Él debe aceptar que necesitamos estar cada cual por su lado, no es una definitiva, pero es lo mejor que podemos hacer por el bienestar de Matthew. Por supuesto que no está de acuerdo, no quiere que no vayamos de casa, no le agrada que me vaya con el niño. Pero va a tener que ceder, no puede negarse a sabiendas que estará poniendo vidas en juegos. —No puedo creer que quieras hacer esto, no creo que estés pensando con la cabeza fría —asume, me está señalando y no debería —. Luna, quizá podamos resolver esto de otra manera…—¡Es que no hay otra forma! —delibero harta de que no abra los ojos, no quiere hacerlo —. Esto duele, lo sé, así quieras lucir como un roble, sé que te afecta estar lejos de nosotros, pero tienes que permitirlo, Alek. No será por mucho. Las lágrimas han vuelto a juntarse en mis ojos y vacilan al salir. Aleksander niega, s
Lo único a lo que papá se le explicó es que mi secuestro fue por nuestra posición social, que Aleksander pagó la cifra que pedían sin meter a la policía, todo ese teatro montado para no decir la verdad y dejarse ver cómo realmente es. Así me informó Jake durante el viaje, pero nunca que la mafia estaba involucrada y mucho menos por Aleksander. A estas alturas papá sigue sin saber lo que hace mi marido. —Ellos solo buscaban dinero —me encojo de hombros —. Una vez tuvieron lo que pedían, me dejaron ir. Ha sido una experiencia horrorosa, por ende no quisiera seguir hablando del tema. —De acuerdo —suspira.—¿Cómo está Tom? —averiguo. Ahora que vive con Dominic en un piso en Manhattan, cerca de Central Park, ella se encariñó mucho con el gatito que al final le permití que se lo quedara. —Hermoso, es una bola de nieves, gordito y tienes que ver cuando le acaricio su pancita. Le encanta que lo haga —comenta sacándome una sonrisa, se expresa del animalito como si fuera su pequeño hijo. Me