•03•

Narra John

Después de haber dejado a Jade en la universidad, me dirijo al almacén 4D que es donde producen la droga, necesito cerciorarme de que todo este en orden para poder exportarla dentro de dos días.

Estaciono el carro y me bajo de él, entro al almacén pero para mi sorpresa no hay nadie, en seguida saco mi arma y recorro el lugar a paso lento por si hay algún enemigo rondando.

—Baja la guardia —reconocería esa voz donde fuera, así que menos me confío.

—Greg —digo entre dientes— teníamos un trato —le recuerdo molesto.

—Ah, eso —se encoje de hombros— solo vengo a hacer negocios —dice como si fuera lo más simple del mundo.

—¿Y mis hombres? —le pregunto e ignoro lo que dijo anteriormente.

—Están bien amigo mío —hace un gesto con la mano para restarle importancia.

—No te creo, vete de aquí y déjanos en paz —le digo tajante y con una voz firme.

—Mira John, no he venido aquí a pelear, simplemente quiero que hagamos negocios —me dice con simpleza y se encoje de hombros nuevamente.

—¿Para qué quieres hacer un trato conmigo? —guardo el arma en mi cintura y me cruzo de brazos—. ¿Qué ganaría yo con eso? —levanté una ceja y lo mire de arriba hacia abajo.

Greg levanta una ceja de igual forma—. Porque eres uno de los carteles más poderosos y quiero asociarme contigo —dice como si fuera lo más obvio del mundo.

Bien podría confiar en él y que hagamos negocios, pero no me fío mucho de su palabra, una parte de mí me dice que mejor no haga ningún trato, pero en tal caso si algo sale mal le puedo volar la cabeza y quedarme con su cartel, así mi imperio sería más grande y habría más billete de por medio.

—Está bien, ¿qué negocios son? —dije al fin, en su cara se nota una gran sonrisa cínica.

Voy a sacarle provecho a este animal, si cree que es muy inteligente con esto, le voy a demostrar que no, tendré un as bajo la manga por si se atreve a jugar sucio, porque si algo aprendí de Greg, es que la avaricia nos vuelve ciego y será más fácil todo si es así.

(•••)

Son las 2:15 p.m., estoy en uno de mis edificios que pasan desapercibidos por hoteles; tengo cosas que arreglar y mercancía que exportar. Debo preparar todo para que salga bien, podría decirle a alguno de mis hombres, pero prefiero hacerlo yo mismo.

Dure más de una hora hablando con Greg y sus "negocios", la idea de hacernos socios no fue tan mala, al contrario su propuesta fue muy buena y no pude negarme en lo absoluto, también le advertí que si llegaba a traicionarme lo mandaría derechito al infierno sin ningún tipo de piedad; tal vez no deba confíar demasiado en él después de lo ocurrido con mi mujer, pero estamos hablando de negocios y la vida personal no tiene nada que ver con esto.

Dan tres golpes a la puerta, yo suelto un adelante, Javier hace acto de presencia y su semblante está muy tenso. Se sienta en frente de mí y se pasa las manos por su cabello.

—¿Qué sucede Javier? —el traga saliva y se endereza en la silla antes de hablar.

—Señor Fortein, la mafia rusa quiere hacer tratos con nosotros —no puedo evitar colocar cara de sorpresa.

Nosotros solo somos carteles que exportan droga a toda América, jamás hemos hecho trato con los rusos ni con los chinos, pues al ser una mafia no sólo se dedican a la droga sino a la trata de blancas, la eliminación de personas que presenten peligros para ellos y esa clase de trabajos que no acostumbro a hacer.

—Bien, ¿qué te dijeron? —le pregunto ahora con un gesto serio.

—Que quieren reunirse con usted mañana a las 2:00 p.m. —me responde un poco preocupado.

—Diles que ahí estaré —él asiente y se marcha de mi despacho.

Será interesante trabajar con los rusos, sus trabajos siempre son muy limpios e implacables, pero eso no les quita lo peligrosos, pues la mayoría de ellos son fríos y un mínimo paso en falso y te incrustan una bala en la cabeza.

Busco mi celular y le marco a Jade, suena el primer, el segundo y al cuarto tono coge la llamada.

—¿Aló? —dice con voz ronca, creo que estaba durmiendo.

—Hola mi niña, ¿cómo te fue en tu primer día? —creo que ni siquiera sabe que soy yo la que la está llamando.

—Ah, hola papá —tal como le dije, ni se había percatado que era yo —pues me fue bien pá, la universidad es muy grande y hasta ahora las personas no se ven tan creídas —no pude evitar reírme cuando dice eso, siempre le han caído mal las personas que quieren ser más que otras.

A pesar de tener todo lo que quiero mi niña ha sido muy humilde, ya que yo le enseñé a ser así.

—Me alegro, hoy llegaré temprano y llevaré hamburguesas —empieza a gritar y decir ¡yes!, sé lo mucho que le gustan y la quiero complacer.

—Gracias pá, hablamos cuando vengas —me dice contenta y me cuelga la llamada.

Me quedo mirando un rato la pantalla del celular dónde hay una foto de ella y yo del día de sus 15 años, jamás olvidaré ese momento tan especial que fue para ambos.

—¿Crees que elegí bien? —me dice insegura, estamos a una hora de salir y poder bailar el vals.

—Claro que si mi princesa —respondo seguro con una sonrisa en mi cara.

—No te creo —se cruza de brazos y hace un puchero— siempre dices que me veo bien porque eres mi papá —su voz berrinchuda me produce gracia y rio en su cara.

—Mi vida, estoy siendo sincero —agarro su carita y la miro fijamente— así usarás un saco de papas te verías hermosa.

Ella sonríe y me abraza fuerte, yo deposito un beso en su frente, cuando me separo la tomo del brazo para dirigirnos con los invitados. Bailamos el vals y ella estaba muy feliz, esa fue la mejor noche de su vida.

Como le prometí a mi pequeña llegue temprano a la casa, estacione en el garaje para bajar del carro y entrar a la misma.

—Hola papá —dice Jade con una gran sonrisa, se lanza encima de mí y me abraza.

—Hola pequeña, aquí están tus hamburguesas —ella las mira con felicidad y me da un beso en la mejilla.

—Gracias, eres el mejor papá, vamos a comer —toma mi mano y me hace sentarme en la mesa con ella.

Comemos tranquilos mientras ella me cuenta su día con mucha emoción, me contó que había almorzado en casa de Magda, de verdad estaba contenta y eso me llena de alegría. En realidad, me gusta mucho cuando mi niña está así y no deprimida.

—Que lindos se ven —dice Mellannie sarcástica.

—Hola má —le sonríe Jade, pero Mel la ignora.

—Como sea, necesitamos hablar John —me dice con seriedad y voltea los ojos.

Jade baja la cabeza y su gesto se torna triste, sé que le dolió que su madre la ignorara, aunque diga que ya no duele, yo sé que sí.

—Mejor me voy a mi cuarto, te amo pá —dice con nostalgia, se acerca a mí y me da un beso en la frente, después hablaría con ella.

Cuando Jade deja el comedor le hago una seña a Mel para que se siente en frente de mí.

—¿Qué quieres? —pregunto tajante e irritado, no me gusta la actitud que tuvo con mi hija.

—Tengo que hacer un viaje —levanto una ceja y la miro serio.

—¿Si? —la cuestiono con burla— ¿por qué? —tal vez solo estemos juntos por conveniencia, pero me sorprende un poco que tenga que viajar y sin mí, ya que siempre lo hacemos juntos.

—Cosas, en sí no es tu asunto, solo te estaba avisando para que no te sorprendieras cuando no me vieras por aquí —solo asiento sin ningún interés y me voy a mi despacho un tanto enojado.

Si me parece un poco raro ese "viaje", pero no puedo hacer nada porque ya no es mi mujer, aun estamos casados pero separados, solo seguimos juntos por los niños y ella sigue también conmigo por mi dinero. Hace mucho tiempo deje de sentir amor hacia ella y así es mucho mejor para ambos.

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