Capítulo :Un brindis por los sueñosLa noche era cálida en Alicante, y el jardín de la casa familiar de Joselín se iluminaba con guirnaldas de luces suaves, como pequeños destellos atrapados en el aire.La cena estaba servida en la gran mesa de madera, bajo el parral florecido que su padre, Fabián Torres, cuidaba con esmero. El aroma de la comida casera se mezclaba con la brisa fresca que traía el perfume de las flores nocturnas.Era una noche de celebración Fabián había estado un poco enfermo y por suerte si recuperación fue un éxito .Estuvo bien cuidado por los doctores de la familia. Esa noche celebraban la salud y el amor .Joselín, en su vestido color crema y su cabello suelto, reía bajito mientras Stephen, sentado a su lado, le acariciaba la mano con una naturalidad que ya era parte de su familia.Fabián, su padre, observaba la escena con una mezcla de orgullo y nostalgia. Todavía recordaba la resistencia que había sentido cuando Stephen apareció en sus vidas, reclamando el cor
Capítulo: El plan maestro de MargaretLondres, un martes cualquiera.Margaret Jones caminaba por el amplio salón de su casa como si el suelo mismo se inclinara ante sus pasos.Sus tacones de diseñador resonaban en el piso como un ejército marchando.El vestido de seda color marfil, sin una sola arruga, abrazaba su figura delgada; su cabello rubio ceniza, perfectamente recogido en un rodete elegante; su maquillaje, impecable, resaltaba unos labios fríos como el hielo.La perfección era su escudo y la arrogancia, su espada.Y esta tarde, toda esa perfección temblaba de furia contenida.Acababa de enterarse de que su querido hijo Stephen había viajado a Uruguay —sí, Uruguay, esa esquina perdida del mundo— a visitar a la familia de su "noviecita" española.Y no, no había pasado por Londres en meses.No había pisado su casa.Solo llamaba y hablaba con su hermana y su padre,pero con ella solo venía para su cumpleaños.Para ella era una humillación y otra traición por parte de Steven.Margar
Capitulo:"Promesas bajo un cielo nuevo" La tarde era cálida en Alicante, una de esas tardes donde el aire parece vibrar con la electricidad de los sueños cumplidos. Stephen ajustó su toga y miró su reflejo en el espejo: el birrete, el traje impecable, la sonrisa que no podía contenerse. Lo había logrado. Era oficialmente cardiólogo. Y esa noche, en el auditorio lleno de risas y aplausos, entre flores, diplomas y abrazos, su mirada sólo buscaba una persona. Joselín. Allí estaba ella, en primera fila, con un vestido sencillo color lavanda, brillando más que cualquier estrella del techo del teatro. Sus ojos estaban llenos de lágrimas orgullosas, su sonrisa era la promesa de un futuro que apenas empezaba. Después de la ceremonia, mientras las fotos se multiplicaban y las voces se confundían en un murmullo alegre, Emily —su hermana menor— se acercó. Estaba hermosa y nerviosa, abrazando a Stephen con una fuerza que casi lo dejó sin aliento. —Gracias, Steve —susurró contra su
Capitulo:"A un paso del para siempre"Los meses pasaron como hojas llevadas por el viento.Entre clases, guardias en el hospital, turnos robados para abrazarse a escondidas en algún pasillo, y noches eternas preparando exámenes, Joselín y Stephen fueron tejiendo su propia felicidad.La fecha de la boda se acercaba.En el pequeño departamento que pronto sería su hogar, flotaba una energía distinta, dulce, palpitante, llena de futuro.—¿Podés creerlo? —preguntó Joselín una noche, mientras repasaban listas de invitados en la cama, descalzos, enredados entre papeles y abrazos—. En dos meses, voy a ser tu esposa.Stephen dejó la lista a un lado y la miró, sonriendo.—Siempre fuiste mía, amor —susurró—. El papel es sólo una excusa para que el mundo lo sepa.Ella se rió bajito, acurrucándose en su pecho.Amaban esos momentos sencillos, esos en los que el mundo desaparecía y sólo quedaban ellos dos, latiendo al mismo ritmo.La vida era simple pero hermosa.Joselín estudiaba duro. Quería gradu
"Una noche, una promesa, un milagro"La noche envolvía Alicante en un manto de brisa tibia y murmullos de mar.En el pequeño departamento de Stephen Jones , el mundo parecía detenerse. No había horarios. No había más compromisos. No había futuro ni pasado.Solo ellos.Joselín, vestida apenas con una fina bata de algodón, lo miró con esos ojos caramelo que parecían derretir cada fibra del alma de Stephen.Él avanzó hacia ella como un hombre que camina hacia su salvación.—Mi amor... —susurró, rozándole el rostro con los nudillos, como si temiera que se desvaneciera.Joselín sonrió, pequeña, tímida, y al mismo tiempo tan infinitamente valiente.Stephen la tomó en sus brazos con la delicadeza de quien sostiene un milagro.Y la besó.Primero, sus labios. Luego, su frente. Después, cada párpado cerrado, cada mejilla sonrojada.La llevó hasta la cama, sin apuros, como quien deshoja lentamente una flor sagrada.Le quitó la bata con manos temblorosas de amor, no de deseo apresurado, y se arro
Capítulo : "Un plan lleno de esperanza"La tarde llegó lentamente sobre Alicante, tiñendo de oro viejo los balcones y las calles empedradas cada atardecer era un espectáculo en esa parte del mundo.Joselín después de un día de trabajo en el hospital,le tocaba estudiar para una prueba muy importante,cerró su laptop con un suspiro, el corazón latiéndole rápido por la emoción… y por la preocupación de lo que significaba lo que le había llegado al correo electrónico.Stephen, sentado en el sillón con un libro de medicina en las manos, levantó la vista en cuanto la vio.—¿Todo bien, amor? —preguntó, dejando el libro a un lado.Joselín mordió su labio inferior, una costumbre que Stephen encontraba absolutamente adorable.—Salió un curso —empezó ella, caminando hacia él con pasos lentos—. Es un curso importantísimo de neonatología intensiva. Solo se abre una vez al año. Y adiviná qué... justo empieza la semana próxima el mismo día que pensamos viajar a Londres. Para el cumpleaños de tu ma
"La telaraña invisible"La tarde en Alicante caía lentamente, dorando las calles con ese brillo nostálgico que parecía envolverlo todo en una calma tibia. Stephen dejó su chaqueta en el respaldo del sillón, recién llegado del hospital, y apenas encendió su teléfono, vio que tenía una llamada perdida de Londres.Su madre.Suspiró, sintiendo ese peso antiguo, ese eco de deber y resignación que Margaret Jones siempre había sabido cargarle en los hombros desde pequeño.Con un movimiento lento, casi reacio, presionó el botón de llamada.La voz de su madre, pulida y fría como siempre, atravesó la línea con esa dulzura forzada que él conocía demasiado bien.—Stephen, querido... ¿cómo estás, mi amor?Stephen apretó la mandíbula un instante antes de responder.—Bien, mamá. Trabajando mucho. Preparando... cosas —dijo, sin querer adelantar nada sobre su boda.—Me imagino —contestó Margaret, con un dejo de fingida emoción—. Yo... no he estado muy bien últimamente.Stephen frunció el ceño.—¿Qué p
Alicante amaneció cubierto por una bruma suave esa mañana.Stephen se asomó al balcón del departamento que compartía cada vez más con Joselín, como si la ciudad quisiera retenerlo. Como si el aire mismo le susurrara que no debía irse.El viento acariciaba las macetas de lavanda que Joselín cuidaba con tanto amor, y a Stephen le dolía el pecho de solo pensar en alejarse, aunque fuera por unos días.Una opresión extraña lo acompañaba desde que había hecho las maletas.Algo, una sensación difícil de explicar, le decía que no debía irse. Que el hogar estaba aquí.Que esta vez, el viaje no sería como otros años.Se volvió hacia la cama.Joselín dormía todavía, envuelta en las sábanas, el cabello desordenado como un halo de luz, la respiración tranquila, profunda.Últimamente dormía más de lo habitual.Stephen sonrió con ternura, apoyándose contra el marco de la puerta."Debe ser el estrés", pensó.Los exámenes, las prácticas en el hospital, el curso intensivo que había aparecido de improvi