El restaurante estaba lleno de turistas y huéspedes del hotel, todos disfrutando de una tarde tranquila… hasta que Carolina e Ismael entraron.Nada más cruzar la puerta, una oleada de aplausos ltos recibió.—¡Viva el amor! —gritó alguien.—¡Bravo! ¡Se reconciliaron!—¡Así se hace, muchacho!Carolina sintió que su alma abandonaba su cuerpo. Su cara ardió de la vergüenza, mientras Ismael, con una sonrisa de oreja a oreja, se acomodaba el saco como si acabara de ganar un trofeo.—¡¿Pero qué es lo que está pasando?! —susurró Carolina, escondiéndose detrás de Ismael.—Mmm… supongo que vieron todo el espectáculo de hoy . —respondió él, disfrutando demasiado el momento.-¡Hay ,no! Son los mismos comenzamos ,que vergüenza ...¿Desde cuándo los turistas aplauden reconciliaciones?—Desde que un hombre tiene que secuestrar a su novia para que lo escuche. —bromeó Ismael, guiñándole un ojo.—¡Mael! Le dijo Clara como para que el tenga un poco de vergüenza,así le dijo la mujer con tanta confianza ,
Capítulo: Un Día Para NosotrosEl sol brillaba con intensidad en el cielo despejado, como si el universo mismo quisiera celebrar la reconciliación de Carolina e Ismael. Era un día perfecto, y lo sabían. No había prisas, no había tensiones, solo ellos dos disfrutando del momento.—Hoy es nuestro día —dijo Ismael, entrelazando su mano con la de Carolina mientras caminaban por la costanera.Carolina sonrió, apretando su mano con dulzura.—Sí. Sin estrés, sin estudios, sin trabajo… Solo nosotros.—Y sin celos —agregó él con una sonrisa pícara.—¡Ismael! —lo regañó ella, dándole un codazo—. No me lo recuerdes.—¿Pero sabés qué? —continuó él, deteniéndose y mirándola a los ojos—. No cambiaría nada de lo que vivimos, Caro. Porque todo, incluso los malos momentos, nos trajeron hasta acá. Y si cada uno de ellos era necesario para tenerte a mi lado hoy, los viviría una y mil veces.Carolina sintió un nudo en la garganta, pero en vez de responder con palabras, se puso de puntillas y le dio un be
Capítulo: Nuestra Primera Noche de muchas El silencio de la noche envolvía la habitación con un manto de tranquilidad. Afuera, la luna derramaba su luz plateada sobre la ventana, y el viento susurraba entre las hojas de los árboles. Pero dentro de esas cuatro paredes, todo estaba suspendido en un tiempo distinto, donde solo existían ellos dos. Ismael la miró como si la estuviera viendo por primera vez, con una mezcla de ternura y devoción. Sus dedos rozaron la mejilla de Carolina con una suavidad infinita, como si su piel fuera de cristal y temiera romperla. —No puedo creer que estés acá, conmigo —murmuró, con la voz ronca por la emoción. Carolina sonrió, con los ojos brillantes. —Siempre estuve, Isma , solo que no lo sabíamos. .La habitación estaba iluminada con una luz tenue, cálida y acogedora. Un aroma a vainilla flotaba en el aire, envolviendo el espacio en una sensación de calma y confort. Ismael había preparado todo con esmero, quería que esta noche fuera perfecta para C
Capítulo: Los Tórtolos y los Tortolitos En la cocina de la casa, el sol de la mañana entraba suavemente por la ventana, iluminando la escena familiar. Emanuel estaba junto al calentador, agitando el biberón con la concentración de un científico en pleno experimento, mientras Verónica, con la bebé en brazos, intentaba desayunar entre bostezos. —¿Alguna noticia? —preguntó Vero, su voz cargada de ansiedad. Emanuel miró el celular y negó con la cabeza. —Nada. Ni un mensaje, ni una llamada. Verónica suspiró, moviendo suavemente a Alice, que hacía pequeños ruiditos. —Esto no es normal. Ismael siempre avisa. Y Caro… Caro jamás se desconecta tanto tiempo. —Relajate, Vero —intervino Gloria, que entró a la cocina con su eterna energía y su taza de café—. Si no están por separado, es porque están juntos. Verónica frunció el ceño. —¿Y eso qué significa? Gloria se apoyó en la encimera con su sonrisa pícara. —Significa que están haciendo lo que hacen los novios. Emanuel, que estaba a pu
Capítulo: Una Locura por AmorEl apartamento de Georgina estaba decorado con globos rosados, guirnaldas y una pequeña torta con velitas. Era un cumpleaños sencillo, pero lleno de amor. Paula, con sus mejillas sonrojadas y su vestido de volantes, daba vueltas con Eleonor, riendo y jugando mientras la música suave sonaba de fondo.—¡Vamos, Paula! —dijo Georgina, encendiendo las velitas—. ¡A pedir un deseo!Alberto, con el corazón lleno de ternura, cargó a su hija y la acercó a la torta.—¿Lista, princesa? —le susurró.Paula juntó sus manitas, cerró los ojos con fuerza y sopló, mientras Georgina y Alberto aplaudían.—¡Feliz cumpleaños, mi amor! —dijo Alberto, besándola en la frente.Georgina sonrió al ver la escena. No podía evitar sentir una calidez especial. Desde que Alberto y ella se cruzaron, algo había cambiado. Él no solo era un buen hombre, era un padre dedicado, un alma noble… y eso la conmovía profundamente.Se sentaron a disfrutar de la torta mientras las niñas jugaban. Fue en
Capítulo: Una Boda InesperadaEl sol de la tarde se filtraba por las ventanas cuando Georgina, con el teléfono temblando entre sus manos, marcó el número de Carolina. Su corazón latía con fuerza, no solo por la decisión que estaba a punto de tomar, sino porque sentía que debía cerrar un ciclo y abrir otro. —¿Caro? —dijo apenas escuchó la voz al otro lado. —¡Geo! Qué sorpresa. ¿Estás bien? —preguntó Carolina, captando el tono nervioso en su amiga. Georgina respiró profundo, como quien se lanza al vacío. —Voy a casarme. Hoy. Es una boda express. Y quiero que seas mi testigo. Del otro lado, se hizo un breve silencio de asombro, roto enseguida por Carolina. —¿Qué? ¿Te casas? ¿Así, de repente? Geo, ¿qué pasó? —Es complicado… —Georgina titubeó—. Necesito proteger a Paula. Y... bueno, es Alberto. Esto es… más que un compromiso, es una decisión. Pero… quiero que estés conmigo. Y… también quiero pedirte perdón. Por todo lo que pasó antes. Por lo que te hice sufrir, a vos y a Ismael. Sé que no
Capítulo: Extensiones, Celos y Verdades Dolorosas Alberto suspiró al entrar a su antiguo apartamento. La mudanza al lugar de Georgina aún estaba a medias, y había pasado a buscar las mantitas de Paula y algunos juguetes. Estaba sumido en sus pensamientos cuando un sonido familiar lo hizo levantar la vista. —¿Dónde está mi hija? —la voz aguda de Francis resonó en el pasillo. Alberto frunció el ceño al verla parada en la puerta, con su mirada dramática y su típica postura altanera. —¿Qué hacés acá, Francis? —preguntó con fastidio. —Hablé con mi abogado —respondió ella, cruzándose de brazos—. Tengo derechos. Soy la madre. Por encima de cualquier cosa —añadió con arrogancia. Alberto soltó una carcajada incrédula. —¿Ahora te acordaste de que tenés una hija? ¿Qué pasó? ¿Se te terminó el dinero o te dejó el tipo con el que te fuiste? —su tono era frío como el hielo. Francis fingió ofenderse, pero su mirada traicionaba sus verdaderas intenciones. —No es eso, Alberto —susurró, acercán
Alberto cerró la puerta de su apartamento con un suspiro pesado. La imagen de Georgina alejándose con su pequeña todavía estaba fresca en su mente. Sabía que debía arreglar las cosas con ella, pero primero, había algo más urgente que hacer.Sacó su teléfono y marcó rápidamente el número de su abogado, Damián. Necesitaba actuar antes de que Francis hiciera otro movimiento.—Alberto, ¿todo bien? —preguntó Damián al atender.—No, Damián. Francis apareció hoy. Hizo un escándalo y me amenazó con llevarme a juicio por Paula. Dice que sufrió depresión posparto y que tiene derecho a verla.—¿Depresión posparto? —repitió Damián con incredulidad—. Alberto, no te preocupes. Ya tenemos todo lo que necesitamos. Vos mismo me diste los chats que encontraste en tu computadora, donde ella hablaba con ese tipo mientras estaba embarazada. Eso ya está denunciado y archivado. No hay juez que compre esa historia sabiendo lo que hizo.Alberto se dejó caer en el sillón, aliviado pero aún tenso.—Gracias, Dam