Laberinto

- Éramos una familia feliz en esta casa. - Empecé a reír.

- Lleno de hijas. Apretó mi mano, tirando de mí más rápido. – Porque nunca pudiste comprar un hijo. - resentimiento fingido.

Francis se sentó y antes de que yo pudiera hacer lo mismo, me sentó en su regazo. Tocó mi intimidad bajo la fina tela del camisón y besó mi cuello, haciéndome temblar de nuevo.

- No podemos quedarnos aquí para siempre. - dije, con voz fina, mientras él apoyaba su rostro entre mi hombro y mi cuello.

- Me gusta como hueles, Vi. Sentí su cálido aliento en mi piel.

- Mañana tendré problemas. – Cambié de tema, temeroso de revelar los nuevos sentimientos que acababa de descubrir y eran tan intensos que casi no cabían dentro de mí.

- No tienes que quedarte ahí, Vi. Puedes irte a vivir con tu padre. Tú lo sabes.

- No es tan fácil como crees, Francis.

- No es tan difícil como lo haces sonar. Michelle es manipuladora... Y hoy veo lo cruel que es contigo, como no lo había visto antes. Yo crecí... Tú creciste... Pero
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