- Estás loco... Sabes que yo no hice eso. – dije, incrédulo, con voz débil, sintiendo que mi corazón quería salir de mi pecho.- Irina era cardiaca... No podía sufrir emociones fuertes. Así que... Viniste aquí y dijiste todo, aunque dije que no deberías hacerlo. ¿Cómo pudiste hacerle eso a la mujer que te acogió como una hija toda su vida? – Mauricio fingió tristeza."Traté de parar..." Michelle me miró a los ojos. Pero no me has oído. Estaba seguro de que si supiera la verdad, moriría. Por eso nunca se lo dije.- Eres... asqueroso... enfermo.- Siempre tratamos de ahorrar a Irina, sabiendo de sus condiciones de salud. Mi madre insistió.- Entonces... Nunca tuviste nada en tu corazón. El examen que falsificaste era de Irina. dije, desconcertado."Sí…" confirmó ella, sin pensarlo dos veces, sin mostrar ningún tipo de resentimiento o culpa.Michelle Miller era una persona sin corazón y sin sentimientos de ningún tipo. Alguien que mintió y trató de destruir a su propia hija en nombre de
Regresé a la casa de mi ex y subí a la habitación a la que nunca volvería. Lo único bueno que tenía allí eran las veces que Francis venía a verme, subiendo las escaleras que Michelle Miller había derribado un día, sin piedad ni piedad, solo por despecho. Tomé dos maletas más y saqué todo lo que tenía de allí, sin pensarlo dos veces.No sé cuánto tiempo tardé en no dejar rastro de que alguna vez estuve en ese lugar.Mientras bajaba las escaleras, cargando las dos maletas pesadas, llegó Liam. Se detuvo, con la llave de la casa en la mano, y me miró:- Dios mío... De qué tumba saliste...Seguí hasta el último paso. Me dio un abrazo:- ¿Qué te pasó Vi? Se fue... Francis... Está desesperado. – Noté la confusión y el dolor en sus ojos enrojecidos.Michelle apareció en lo alto de las escaleras. No sabía que el bastardo estaba allí.Liam todavía me estaba abrazando con fuerza cuando dijo:- ¡Liam, hijo mío, somos ricos!Ambos nos giramos hacia ella.- Mamá... ¿Tienes idea de lo que estás dici
Treinta días fue tiempo suficiente para que me recuperara físicamente. Mi corazón solo sanaría cuando tuviera a Francis de nuevo. Siempre ha sido todo lo que he tenido desde que era un niño. Él estaba allí cuando me lastimé. También estuvo conmigo en mis payasadas. Dejó de comer cosas para poder estar conmigo. Compré alimentos caros sin proteína de leche porque sabía que me gustaban. Siempre tenía un algodón de azúcar para mí... y también una sonrisa traviesa. Subía a mi habitación y pasaba la noche en mi cama contándome sus amores. Hasta que probamos un solo beso... El más perfecto del mundo. A partir de ahí, nos enamoramos. Entendí primero lo que estaba pasando. Francis se tomó un tiempo para identificar que el amor ya no era simplemente para su amigo. Me invitó a salir y me dio dos lindos perros, solo porque leyó una estúpida lista que había hecho. Y lo principal: siempre me advertía sobre mi madre. Y yo no quería escuchar. Porque en mi mente, una madre era una madre. Y por muy des
Yan sonrió y me abrazó:- Eres mi hija... Nos parecemos en casi todo... No tengo ninguna duda de que Virginia Hernandez es mía... Igual que Liam. Recibí un beso en la mejilla. - Saca tonterías de esta cabecita. No vas a tener un padre rico. - se rio.- Papá, creo que lo hizo porque Irina murió y Maurício será dueño de todo. Entonces, suponiendo que Liam sea el hijo de Mauritius en este momento, sería tener parte de la herencia... ¿Sería eso?- No sé nada más, hija mía. De lo único que estoy seguro es que lo mejor que hice fue salir de esa casa.- Papá, hablando en casa...Liam apareció, más tranquilo, con una taza de té humeante y una galleta.- Está bien, Grecia quiere engordar a todos, no lo dudes. - Bromeé.Puso su brazo alrededor de mis hombros:- Compartiendo la misma cama otra vez, Vi...- Pero en un lugar al que pueda llamar... Hogar. - Confesé.- A pesar de todo, dejar esa casa y Primavera me hizo bien. - El confesó.- Nadie que sale de las garras de Michelle Miller queda mal,
Me eché hacia atrás, casi sin aliento. Mi madre y Mauricio hablaban sin parar, furiosos. Pero no podía prestar atención a una sola palabra de lo que decían. Mi cabeza daba vueltas y vueltas y trataba de entender por qué me había dejado parte de su herencia.¿Y ahora? ¿Michelle y Maurício le dirían a Francis que yo tuve la culpa de la muerte de su madre para revocar el testamento? No me importaba el dinero, pero tenía mucho miedo de que Francis creyera su mentira.Mi corazón latía tan fuerte. Miré a Francis y tenía un rostro tranquilo.- ¿Tu sabías de eso? – pregunté, mientras nuestros padres seguían discutiendo con el abogado.- No. – dijo serio.- Señores, no ha terminado. – dijo el notario. – Leí sólo una parte del testamento.Pronto mi madre y Mauricio se callaron, seguramente con la esperanza de que todo fuera un error.“Conozco tan bien a Virginia y a Francis que sé exactamente que en este momento están sin palabras. Y también sé cuánto tienen que hacer en la vida y cuánto les ay
- Por supuesto que lo harás. Mauricio es uno de los mejores abogados del país.Me reí:- En tu opinión, ¿no es así? ¿Quién es Maurício Provost en vida? Aquí, en el centro de Noriah, no es nada.- Sabes que solo atiende a gente conocida y grandes empresarios, ¿no?- Sí... Pero creo que ahora lo ha perdido todo, incluso la sede de la oficina donde trabaja y no podrá recuperarse. Tal vez su gran clientela... se esfume.- Y te gustaría mucho que eso sucediera, ¿no?- Estaré sentado en la cabina viéndolo caer en picado... Junto contigo.- Necesito mi casa, Virginia. Renuncia a este puto querer tu parte pronto. Usted no necesita. es rico...- Yo pago el alquiler. No soy rico. Trabajo... Significa: “mamá, ¡por fin trabajo!” – me burlé. – ¿Quieres que te explique qué significa eso?- Yo trabajo, "pequeño idiota inteligente". ¿Olvidaste que soy alcalde de toda una ciudad?- Entonces usa este dinero que recibes mensualmente para pagar mi parte de la casa. No me rendiré en esto, así como tú no h
Parecía mi destino conocer a Marcelus. O no. ¿Me estaba persiguiendo? Recordé que había dicho que se mudaría al centro de Noriah y comenzaría a trabajar allí. Aparentemente, ya había hecho el cambio. Preferí pensar que todo era una desafortunada coincidencia.- ¿Tú estás trabajando aquí? - le preguntó.- Sí...Él sonrió:- ¡Qué feliz coincidencia!- Marcelus... - Empecé.- Oye, está bien. - me cortó. – Mis padres son dueños de este edificio.¡Era justo lo que necesitaba! Aparentemente tendría un trabajo por muy poco tiempo. Una pena, porque me gustaba el sitio, las empresas y el sueldo.- Caramba... Bien. - Yo hablé.- ¿Recepción? Creo que te mereces mucho más que eso. ¿Qué tal trabajar en el último piso, directamente con el Sr. Cavalli?- Gracias, pero no. Estoy bien aquí.- No puedo entender por qué eres así conmigo.- ¿Será que no? Mira todo lo que me dijiste aquella Nochebuena, Marcelus.- Fue de boquilla, créeme. Siempre me has gustado, Virginia, y lo sabes muy bien.- Marcelus,
Empezó a reír:- Eres muy directo.- Lo siento, Francis... Yo... No sé qué se me metió en la cabeza. Levanté mis pies y me puse a su altura, dándole un largo beso en la mejilla.Estaba avergonzado por la situación.- Francisco, hijo mío. Usted vino. – Era Mauricio, con voz entrecortada.- ¿No es eso lo que pidió mi madre? Creo que ya me esperabas aquí.- Buenas noches Virginia. - me saludó.Asentí y salí, todavía con la cara roja por haber hablado del beso en la boca. Al parecer, Francis no había visto a su padre desde que se mudó de Primavera.Fui al bar y pedí un vino espumoso mientras veía a Liam saludar a sus viejos amigos. Viví allí mucho más tiempo que él y solo hice un amigo: Francis. Qué maldita persona era yo.- Te preparé una sorpresita. – dijo Andréia, sentándose a mi lado, pidiendo también una copa de vino espumoso.- ¿Qué hiciste?- Lo sabrás cuando llegue el momento. Y no tienes que agradecerme. Está en la casa. - ella rió.- Yo estaba incluso asustado.- ¿Has visto a tu