Yan sonrió y me abrazó:- Eres mi hija... Nos parecemos en casi todo... No tengo ninguna duda de que Virginia Hernandez es mía... Igual que Liam. Recibí un beso en la mejilla. - Saca tonterías de esta cabecita. No vas a tener un padre rico. - se rio.- Papá, creo que lo hizo porque Irina murió y Maurício será dueño de todo. Entonces, suponiendo que Liam sea el hijo de Mauritius en este momento, sería tener parte de la herencia... ¿Sería eso?- No sé nada más, hija mía. De lo único que estoy seguro es que lo mejor que hice fue salir de esa casa.- Papá, hablando en casa...Liam apareció, más tranquilo, con una taza de té humeante y una galleta.- Está bien, Grecia quiere engordar a todos, no lo dudes. - Bromeé.Puso su brazo alrededor de mis hombros:- Compartiendo la misma cama otra vez, Vi...- Pero en un lugar al que pueda llamar... Hogar. - Confesé.- A pesar de todo, dejar esa casa y Primavera me hizo bien. - El confesó.- Nadie que sale de las garras de Michelle Miller queda mal,
Me eché hacia atrás, casi sin aliento. Mi madre y Mauricio hablaban sin parar, furiosos. Pero no podía prestar atención a una sola palabra de lo que decían. Mi cabeza daba vueltas y vueltas y trataba de entender por qué me había dejado parte de su herencia.¿Y ahora? ¿Michelle y Maurício le dirían a Francis que yo tuve la culpa de la muerte de su madre para revocar el testamento? No me importaba el dinero, pero tenía mucho miedo de que Francis creyera su mentira.Mi corazón latía tan fuerte. Miré a Francis y tenía un rostro tranquilo.- ¿Tu sabías de eso? – pregunté, mientras nuestros padres seguían discutiendo con el abogado.- No. – dijo serio.- Señores, no ha terminado. – dijo el notario. – Leí sólo una parte del testamento.Pronto mi madre y Mauricio se callaron, seguramente con la esperanza de que todo fuera un error.“Conozco tan bien a Virginia y a Francis que sé exactamente que en este momento están sin palabras. Y también sé cuánto tienen que hacer en la vida y cuánto les ay
- Por supuesto que lo harás. Mauricio es uno de los mejores abogados del país.Me reí:- En tu opinión, ¿no es así? ¿Quién es Maurício Provost en vida? Aquí, en el centro de Noriah, no es nada.- Sabes que solo atiende a gente conocida y grandes empresarios, ¿no?- Sí... Pero creo que ahora lo ha perdido todo, incluso la sede de la oficina donde trabaja y no podrá recuperarse. Tal vez su gran clientela... se esfume.- Y te gustaría mucho que eso sucediera, ¿no?- Estaré sentado en la cabina viéndolo caer en picado... Junto contigo.- Necesito mi casa, Virginia. Renuncia a este puto querer tu parte pronto. Usted no necesita. es rico...- Yo pago el alquiler. No soy rico. Trabajo... Significa: “mamá, ¡por fin trabajo!” – me burlé. – ¿Quieres que te explique qué significa eso?- Yo trabajo, "pequeño idiota inteligente". ¿Olvidaste que soy alcalde de toda una ciudad?- Entonces usa este dinero que recibes mensualmente para pagar mi parte de la casa. No me rendiré en esto, así como tú no h
Parecía mi destino conocer a Marcelus. O no. ¿Me estaba persiguiendo? Recordé que había dicho que se mudaría al centro de Noriah y comenzaría a trabajar allí. Aparentemente, ya había hecho el cambio. Preferí pensar que todo era una desafortunada coincidencia.- ¿Tú estás trabajando aquí? - le preguntó.- Sí...Él sonrió:- ¡Qué feliz coincidencia!- Marcelus... - Empecé.- Oye, está bien. - me cortó. – Mis padres son dueños de este edificio.¡Era justo lo que necesitaba! Aparentemente tendría un trabajo por muy poco tiempo. Una pena, porque me gustaba el sitio, las empresas y el sueldo.- Caramba... Bien. - Yo hablé.- ¿Recepción? Creo que te mereces mucho más que eso. ¿Qué tal trabajar en el último piso, directamente con el Sr. Cavalli?- Gracias, pero no. Estoy bien aquí.- No puedo entender por qué eres así conmigo.- ¿Será que no? Mira todo lo que me dijiste aquella Nochebuena, Marcelus.- Fue de boquilla, créeme. Siempre me has gustado, Virginia, y lo sabes muy bien.- Marcelus,
Empezó a reír:- Eres muy directo.- Lo siento, Francis... Yo... No sé qué se me metió en la cabeza. Levanté mis pies y me puse a su altura, dándole un largo beso en la mejilla.Estaba avergonzado por la situación.- Francisco, hijo mío. Usted vino. – Era Mauricio, con voz entrecortada.- ¿No es eso lo que pidió mi madre? Creo que ya me esperabas aquí.- Buenas noches Virginia. - me saludó.Asentí y salí, todavía con la cara roja por haber hablado del beso en la boca. Al parecer, Francis no había visto a su padre desde que se mudó de Primavera.Fui al bar y pedí un vino espumoso mientras veía a Liam saludar a sus viejos amigos. Viví allí mucho más tiempo que él y solo hice un amigo: Francis. Qué maldita persona era yo.- Te preparé una sorpresita. – dijo Andréia, sentándose a mi lado, pidiendo también una copa de vino espumoso.- ¿Qué hiciste?- Lo sabrás cuando llegue el momento. Y no tienes que agradecerme. Está en la casa. - ella rió.- Yo estaba incluso asustado.- ¿Has visto a tu
Francis me tomó de la mano y me llevó afuera. Había poca gente en la calle. Prácticamente todo el pueblo estaba en el salón de baile, participando del baile.El me miró:- Dime que es mentira... Que no sabías que nuestros padres tenían una aventura.- No sabía... - Traté de explicar. – Fue… Me enteré por casualidad.- Dijiste que escuchaste a mi madre quejarse del matrimonio... Pero no dijiste que sabías que Michelle era su amante. ¿Cómo puedes ocultarme esto? Siempre pensé que éramos amigos antes que nada, Virginia. Pero estaba equivocado. Su mirada era tan fría que me congeló por dentro.- Escuché... En el último baile de primavera.- ¿La noche que murió mi madre? - Preguntó.Asenti.- ¿Así que de la nada te enteraste y simplemente decidiste irte y abandonarme? - Habló en voz alta, furioso, como nunca lo había visto antes.¿Qué decir? ¿La verdad? Sí, Francis, vi a nuestros padres teniendo sexo y fui a hablar con tu madre. Llegué y ella estaba tirada en el suelo, ya muerta. Entonces
Dom me llevó a un coche, que sin duda era suyo. Me senté en el asiento del pasajero mientras él encendía el motor. No preguntó nada y yo no quería hablar. Estaba cansada... y temblorosa. Ni siquiera sabía qué pensar.En unos minutos, se detuvo en un estacionamiento subterráneo. Apagó el auto y me abrió la puerta, llevándome al elevador.Paramos en el décimo piso. Abrió la puerta y entramos a un apartamento enorme, bien decorado, todo en tonos claros. No había ventanas... Porque todo lo que daba al exterior era de cristal.Tiré mi cuerpo en el cómodo sofá, incluso sin ser invitado. Cuando lo vi, estaba a mi lado, con una bolsa de hielo en la cara.- Oh... - me quejé de dolor en cuanto sentí el helado en mi piel.- Golpeó fuerte... Quedará marcado. Yo lamento.Lo miré a los ojos:- Está bien... No tienes nada que ver con esto. Al contrario... Me salvó. No sé qué habría hecho él si no hubieras aparecido a tiempo...- ¿Quieres hablar de lo que pasó?- Sencillo... Me recogió frente a la ca
Tomé un café sin azúcar y dije:- Dom, necesito mi bolso.- OK.Fuimos a su coche. En el camino, preguntó:- ¿Y entonces? ¿Me reuniré con tu casa ahora?- Bueno, primero tengo que pasar por la casa de mi padre y conseguir la llave extra que tiene para mi apartamento.- ¿Ya quieres que conozca a tu padre? – bromeó, mirándome divertido.Sonreír:- Te gustará mi padre.- Espero que él también me quiera.- ¿Te importa lo que piense de ti? Me escuché preguntar.- Honestamente, creo que sí. En estos años de mi vida... nunca me han presentado a un padre.- ¿Lo juras? - se ríe.Toqué la cicatriz en su cara, cerca de su ojo, mientras conducía.- ¿Dónde hiciste eso? pregunté con curiosidad.Épocas de rebeliones antimonárquicas . Todavía en mi adolescencia.- Creo que yo también hubiera sido rebelde. - Yo hablé.- No lo habrías estado, bebé. Me acarició la pierna.- ¿Por qué crees que no?- Porque no pareces un rebelde.- ¿Tu mujer era rebelde? ¿Dónde la conociste?- Ella no era una rebelde. De