Hospital, ahora

- Yo quiero... Mil veces quiero... Ser tu esposa, tu mejor amiga... El amor de tu vida... Y estar en tu cama todas las noches.

-Después de tenerte en mi cama, nunca más quise a otra mujer, señorita Virginia Hernández. - Él sonrió.

Francis colocó el anillo y el anillo en mi dedo. Observé la piedra enorme y brillante en mi dedo.

Nuestras miradas se cruzaron, aquella madrugada de sábado a domingo. Estábamos solo nosotros dos allí, en nuestra pérgola, nuestro eterno hogar de la infancia, donde cogimos nuestros juguetes y fingimos estar casados para siempre. Y ahora estaba a un paso de convertirse en realidad.

Creo que he amado a Francis toda mi vida. No solo como amigo... sino como hombre, como mi alma gemela. Intentaron separarnos en todos los sentidos. Y lo hicieron. Pero nadie esperaba que la muerte de Irina, que nos había alejado para siempre, pudiera también unirnos para siempre. Porque ella siempre creyó en nosotros. Y estuvo presente a lo largo de nuestra vida, ciertamente dándonos
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