Francisco fue a pagar y César no aceptó de ninguna manera. E incluso le dio a Francis un algodón azul como regalo.- Espero que el próximo deseo sea más fácil. - advirtió Francis, cuando subió al auto.- Solo háblame después de que haya comido todo, Francis. No quiero perder el tiempo hablando... Solo quiero saborearlo lentamente. Cerré los ojos, extasiado.Pensé que nos iríamos a casa, pero no. Francis tomó un camino lateral que conducía a la parte más remota de la ciudad. Era como el campo de un pueblo diminuto.- ¿Sabes a dónde vas? Yo pregunté.- Sí. – dijo con firmeza.Tomamos el camino de terracería y caminamos unos cinco kilómetros. Observé los campos verdes, los árboles frondosos, el cultivo de flores maravillosas. Incluso el olor allí era mejor. No había contaminación. Me encantó el centro Noriah. Pero no era un lugar pacífico para criar niños, aunque con más recursos.Francis detuvo el auto y me miró:- Lo siento, pero tengo un trabajo para ti.- ¿Como asi?- Un conocido mío
- ¿Qué quieres decir, Francisco? ¿Porque hizo eso?- Yo... Me negué hace una semana. El juicio es mañana. Así que... necesitaba decírtelo.- La razón... no entiendo... - Estaba confundido.- Vi... Sabes que siempre quise estar en esta posición para ser justo. La ética siempre ha sido lo primero tanto en mi vida como en mi trabajo. Tal vez por eso llegué tan lejos. Por creer y propagar hasta los cuatro costados lo importante que es ser justo, en todos los sentidos, aun sabiendo lo difícil que es. Por mucho que traté de ser neutral, sabes que no pude. Iría allí con el objetivo de condenarla. Y ciertamente a una pena tal vez mucho mayor de lo que realmente merecía... Sé lo horrible que era Michelle. Y todas las atrocidades que ha cometido. Pero no puedo juzgarla por los crímenes que ha cometido toda su vida. No puedo condenarte por operar al amor de mi vida, a mi mejor amigo, cuando yo tenía dieciséis años. No puedo sentenciarla por poner a nuestros cachorros en la lavadora. No puedo con
No pude contener mi sonrisa tonta. Fui inmensamente feliz. Y vi a un Francis ansioso. Han sido años esperando ese momento... Casi toda una vida.Mi padre, bellamente vestido, me besó en la mejilla y le tendió la mano a Francis, diciendo suavemente:- Haz feliz a nuestro diablito, Francis.- Mi felicidad depende de la de ella, Yan... Tu preciosidad también es mía... No hay amor más grande que el que siento por tu hija.Sentí una lágrima rodar por mi rostro:- Francis, idiota, me harás terminar el maquillaje antes de empezar esta boda. - Me quejé.Como si un beso no fuera suficiente, mi padre le dio otro, en la misma mejilla que no había besado antes.Francis, rompiendo el protocolo como de costumbre, se inclinó y besó mi estómago antes de colocar un beso en mi frente. Vale, nunca antes me había besado en la frente... No que yo recuerde.La ceremonia fue rápida, como se pidió. Era solo un vínculo oficial y mostrarle al mundo cuánto nos amábamos.Era difícil no emocionarse con la pérgola
Sí, esa era nuestra canción. Y no podía ser nadie más que ella. Una vieja canción, que casi nadie escuchaba excepto en los bailes de primavera, pero solo nosotros dos sabíamos lo importante que era para nosotros. Y no solo por la letra... Simplemente porque un día tocó un momento importante que estuvimos juntos y cuando nos dimos cuenta, era parte de nuestro pequeño mundo de algodón de azúcar, visitas nocturnas entrando por la ventana, baladas...Nuestros cuerpos se encuentran, separados por mi enorme barriga, que llevaba a nuestro hijo.- Dime que todo está bien... Y que ella no te hizo nada malo.- Ya no puede hacerme daño, Francis.- “Solo quiero usar tu amor esta nocheNo quiero perder tu amor esta noche". - Dijo, acercándome lo más que podía a él, cantándome al oído.- Me encanta cuando cantas para mí, Francis. - Confesé.- Te amo Vi.- Es tan lindo escuchar a Tu Amor y no estar obligado a bailarlo porque es el baile de la primavera. - Empecé a reír.- Confieso que yo también lo
El pediatra dijo:- Papá viene conmigo. Lo pesaré, lo mediré mientras usted y su familia pueden verlo todo. Mamá ahora se recuperará un poco y pronto estarán los tres juntos en la habitación. - Habló cariñosamente.Entonces vi a mi hijo siendo llevado en el regazo de un papi completamente tonto, que no le quitaba los ojos de encima ni un segundo. Sonreí, inmensamente feliz. A pesar del agotamiento físico, ya no tenía dolor. Porque la felicidad era tan intensa dentro de mí que no había lugar para nada malo.Antes de salir por la puerta, Francis dijo:- Te amo, Vi... Está bien. Te estaremos esperando... Los dos.- Los amo. – dije emocionada de agregar una “s”.Salió por la puerta y volvió:- Dom... ¿Vienes con nosotros?Dom se rió:- ¿Esto son celos?- No pensarás que voy a salir y dejarte con mi mujer, ¿verdad?Dom negó con la cabeza y fue con él.En cuanto dejé de ver a Francis y Francisco empecé a sentir dolor.- Necesito algo para el dolor. Sin ellos a mi lado no soy tan fuerte. - C
- Yo... yo traje esto. Michelle me mostró una margarita en su mano.- Yo... yo no estaba loco. Te vi... ¿Qué quieres?- Vine a traerte una flor. - Dijo ella, sin acercarse.- ¿Quieres darme una flor? – pregunté confundida. - ¿Tiene... veneno? ¿Leche?- ¿Crees que haría eso?- Creo... Quiero decir, estoy seguro.Michelle miró los regalos que estaban por todas partes en la habitación. Fue a la ventana y abrió la ventana, tirando la flor.La miré, quien dijo con aire burlón:- ¿Por qué querrías una simple margarita, verdad?Estaba tan cerca que podía oler su perfume. Un ligero temblor se apoderó de mi cuerpo:- ¿Qué quieres aquí? Vete... o llamaré a la policía.- ¿Que hice? ¿Qué vas a decirle a la policía?- Qué... Entraste sin permiso.- Soy tu madre, Virginia, te guste o no.- Nunca lo fue... ¿Por qué esto ahora? Dime de una vez lo que quieres de mí y sal de aquí.- Quiero ver al niño. Habló en un tono autoritario.- ¿Estas loco? Tú... No verás a mi hijo. Presioné a Francisco contra mí
Francis estaba atendiendo a algunos clientes en el pueblo cercano ese día. Y tenía proyectos atrasados, lo cual era común. Estaba lista para terminarlos definitivamente, pero Francisco estaba muy agitado. Si no era suficiente para él correr por la casa, tenía a los perros ladrando. De hecho, este era su juego favorito: corría mientras las bolas de pelo intentaban atraparlo.Seguro de que no podía hacer otra cosa, invité:- Francisco, ¿qué te parece jugar en la plaza?- Sí, sí, sí... - Saltaba hacia la habitación, ya separaba unos muñecos, unos carritos y vestía su traje de superhéroe favorito .Lo ayudé a vestirse apropiadamente, ya que había puesto sus piernas en sus brazos y ya se estaba molestando. Pronto subimos al auto, con las manos llenas de bolsas de juguetes.- Mamá, pon nuestra música. – preguntó, tan pronto como encendí el auto.Me puse Tu Amor. Empezó a cantar enseguida. Pronto me escuché siguiéndolo. Sonreí, viéndolo en el espejo retrovisor inventando palabras al ritmo de
- Marcelus... Por favor, deja ir a mi chico. - Pregunté, en un hilo de voz.- ¿Por qué haría eso, hermosa Virginia? - él se rió. - Pero mátame una curiosidad: ¿es alérgico?No dije nada. Tomó el arma y apuntó al suelo:- ¿Quieres que se lo enseñe a Francisco? ¿O debería llamarlo Francisco? Hola Francis, ¿ese es tu apodo?- No. Se encogió de hombros mientras imitaba la voz del títere, haciéndolo volar en sus brazos. – Francisco es mi padre. - hizo la voz de un superhéroe .- ¿Dónde está Francisco? - preguntó Marcelo. “No puedo creer que se vaya a perder la mejor parte de la fiesta.- ¿Qué quieres, idiota? – preguntó michelle.- ¿Es por allí? Me apuntó con el arma. - Sólo eso. Podría verte... Después de todo, fue mamá quien hizo publicidad de la chica buena, ¿verdad?- ¿Crees que te saldrás con la tuya esta vez? - ella preguntó.- No... No soy como tú, Michelle. Te saliste con la tuya. Pagué por lo que hice. Perdí el derecho a practicar. ¿Adivina que? Me mudé a otro país para poder ejer