Capitulo 1
Engaño en París En el corazón de París, en un encantador apartamento con vistas a la Torre Eiffel, los primeros rayos de luz acariciaban el rostro de Ivonne, una hermosa joven blanca de cabello hasta la cintura rojo narural con algunas ondas, y grandes ojos verdes que parecían reflejar la misma esperanza y pasión de la ciudad que la rodeaba, además su rostro se encontraba adornado con delicadas pecas que le daban una apariencia aún más juvenil. Ivonne era maestra en una escuela primaria cercana, pero se había tomados unos meses de vacaciones ya que su vida estaba a punto de cambiar para siempre: en solo unas semanas, se casaría con el amor de su vida, Laurent. Esa mañana, mientras el sol iluminaba suavemente su apartamento, Ivonne se preparaba para ir a la última prueba de su vestido de novia. Sin embargo, había algo que la inquietaba. Decidió llamar a Laurent, su prometido, para confirmar los planes que tenían para el almuerzo. Marcó su número con una mezcla de emoción y nerviosismo. —Bonjour, mon amour— dijo Ivonne cuando Laurent respondió. —Bonjour, chérie— respondió él con su voz cálida y reconfortante — ¿Cómo estás?— —Estoy bien, solo quería confirmar si podremos almorzar juntos. Tengo algo especial planeado—. Hubo una breve pausa al otro lado de la línea antes de que Laurent respondiera. —Ivonne, lo siento mucho, pero no podré. Tengo un almuerzo importante con un cliente hoy y no sé a qué hora terminará. Es un caso complicado y necesito estar presente.— Laurent era un joven abogado y su carrera estaba en ascenso, tenía reuniones continuamente lo que dificultaba sus ratos libres, Ivonne estaba acostumbrada pero aún así sintió una punzada de decepción, que rápidamente la ocultó. Sabía lo importante que era el trabajo de Laurent como abogado y cuánto se esforzaba por su carrera. —Entiendo, cariño. No te preocupes, podemos hacerlo otro día. Solo quería verte antes de la boda.— —Yo también quiero verte, Isabelle. Prometo que encontraremos un momento. Te amo.— —Te amo también, Laurent. Buena suerte con tu reunión.— Colgó el teléfono y suspiró. Aunque estaba decepcionada, sabía que el amor verdadero requería paciencia y comprensión. Ivonne se dirigió a su cita con una sonrisa, decidida a que ese día sería perfecto. También extrañaba mucho la escuela pero su boda era algo que había soñado desde muy joven y no quería que nada saliera fuera del plan que ya había creado meticulosamente en su mente. La cita fue rápida, el vestido que había escogido fue uno en corte A con unos delicados vuelos de encaje, nada exagerado ni revelador, su familia era católica tradicional y ella quería seguir con todas las tradiciones. Más tarde ya se encontraba nuevamente en su acogedor apartamento en París, rodeada de revistas de bodas, muestras de telas y listas interminables de tareas, mientras revisaba una lista de invitados, Ivonne recordó las palabras de su madre: "El día de tu boda será uno de los más importantes de tu vida. Disfrútalo y hazlo tuyo". Con esa idea en mente, respiro profundo y sonrió, se levantó del mueble y le dió un vistazo al vestido que ya estaba colgado en su closet, luego fue hasta la cocina ha preparar un cafe, camino hasta su balcón con vistas a la Torre Eiffel y dió el primer sorbo, admiro el paisaje, y sintió la brisa acariciando su rostro, pronto sería otoño, y la fecha que ella habia escogido Ivonne pensaba en cómo había llegado hasta aquí. Recordó su infancia en un pequeño pueblo en el Norte de Francia su familia tenía una granja pero eso no la limitaba, a soñar y siempre solía jugar a ser una princesa su castillo imaginario. Luego de terminar su café Ivonne estaba decidida a aprovechar al máximo cada momento, se sumergió en los preparativos. Ya había elegido un vestido de novia que la hacía sentir como una reina, y estaba trabajando con un florista para crear un ramo que combinara sus flores favoritas: lirios y rosas blancas. A pesar de la emoción, también había momentos de estrés. Coordinando con proveedores, ajustando presupuestos y asegurándose de que cada detalle fuera perfecto, Ivonne se daba cuenta de lo desafiante que podía ser planificar una boda. Sin embargo, cada vez que pensaba en Laurent, su corazón se llenaba de alegría y sabía que todo valdría la pena. Esa tarde mientras revisaba las invitaciones, recibió una llamada y al ver el celular vio la todo de su amiga Camille, una hermosa morena de cabello largo y rizado, ojos negros y penetrantes, radiante sonrisa —¡Ivonne! ¿Cómo van los preparativos? —preguntó Claire con entusiasmo. —Van bien, pero hay tanto que hacer. A veces me siento abrumada— admitió Ivonne. —Recuerda que no estás sola en esto. Estoy aquí para ayudarte en lo que necesites. Y lo más importante, disfruta cada momento. Este es tu sueño hecho realidad.— Las palabras de Camille le dieron a Ivonne la fuerza que necesitaba. Sabía que con el apoyo de sus seres queridos y su determinación, lograría que su boda fuera tan mágica como siempre había imaginado. —¿Porque no bajas? Estoy abajo para que salgas de tu hueco y vallamos a almorzar— Le dijo Camille a su querida amiga. —¡Gracias amiga!, ya bajo justamente iba a almorzar con Laurent pero está ocupado— —Laurent siempre está ocupado, no se cómo lo aguantas— —Asi es el amor— respondió Ivonne y colgó el celular, ella sabía que Camille era así. No tenía filtro entre el cerebro y la boca o al menos así era con ella y eso le gustaba, sabía que siempre hablaba con honestidad. Luego de intentar decidir ambas decidieron probar un restaurante de comida japonesa que era había abierto recientemente. Era un lugar acogedor y muy tradicional, con luces tenues y una atmósfera agradable, perfecto para relajarse y disfrutar de una buena conversación. Al entrar, les dieron la bienvenida y las guiaron hasta una mesa para dos, Ivonne notó que el restaurante tenía unos hermosos acuarios que iluminaban todo el lugar y Mientras esperaban a ser atendidas, sus ojos siguieron recorrieron el increíble lugar y, de repente, se detuvieron en una esquina. Allí, en una mesa apartada, vio a Laurent, su prometido. Pero no estaba solo. Una joven desconocida estaba sentada frente a él, y lo que Ivonne vio a continuación hizo que su corazón se rompiera en mil pedazos: Laurent se inclinó hacia la chica y la besó. Ivonne sintió como si el suelo se desmoronara bajo sus pies. Su primer instinto fue correr hacia ellos y confrontar a Laurent pero algo la detuvo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su tristeza fue evidente. Camille al ver la expresión de su amiga, siguió su mirada y también vio lo que estaba ocurriendo. —¡Ivonne! —exclamó Claire, lista para ir a reclamarle a Laurent. Pero Ivonne la detuvo, tomando su mano con firmeza. —No, Camille. No es necesario —dijo con voz temblorosa, pero decidida. — Vámonos de aquí.— Ambas salieron del restaurante en silencio, dejando atrás la escena que había destrozado los sueños de Ivonne. Una vez fuera, Camille abrazó a Ivonne, quien finalmente dejó escapar las lágrimas que había estado conteniendo. —Lo siento tanto, Ivonne. No te mereces esto —dijo Camille, tratando de consolarla. —No sé qué voy a hacer ahora —respondió Ivonne entre sollozos—. Pensé que lo conocía, que éramos felices...— —Vamos a casa. Hablaremos de esto y encontraremos una solución. No estás sola en esto, Ivonne.— Con el corazón roto pero con la fuerza que le daba el apoyo de su amiga, Ivonne sabía que tendría que enfrentar la realidad y tomar decisiones difíciles. Pero en ese momento, lo único que podía hacer era dejar que las lágrimas fluyeran y tratar de encontrar consuelo en la compañía de Camille. Ya se encontraban en el auto con el motor encendido, pero Camille no tenía intención de moverse. Las lágrimas corrían libremente por las mejillas de Ivonne y su respiración era entrecortada. —No puedo creerlo, Camille —dijo Ivonne, su voz quebrada por el dolor—. Laurent... ¿cómo pudo hacerme esto? Camille extendió la mano y tomó la de Ivonne, apretándola con fuerza. Sabía que no había palabras mágicas que pudieran borrar el sufrimiento de su amiga, pero estaba decidida a estar allí para ella. —Ivonne, lo siento tanto —dijo Camille con suavidad—. No mereces esto. Nadie merece esto. Ivonne sollozó más fuerte, su cuerpo temblando. Camille se inclinó hacia ella, envolviéndola en un abrazo cálido y protector. Sentía la desesperación de Ivonne como si fuera su propia, y deseaba poder absorber todo ese dolor. —Lo vi con mis propios ojos, Camille. Besando a esa mujer... —Ivonne se interrumpió, incapaz de continuar. —Lo sé, lo sé —murmuró Camille, acariciando el cabello de Ivonne—. Pero escucha, esto no define quién eres. Eres fuerte, eres increíble, y vas a superar esto. No estás sola. Ivonne se aferró a Camille, buscando consuelo en su amiga. Poco a poco, sus sollozos comenzaron a disminuir, aunque el dolor seguía presente. —Gracias por estar aquí —susurró Ivonne finalmente, su voz apenas audible. —Siempre estaré aquí para ti, Ivonne. Pase lo que pase —respondió Camille con firmeza. El silencio se instaló en el auto, pero no era un silencio incómodo. Era un silencio lleno de comprensión y apoyo. Camille sabía que el camino hacia la recuperación sería largo, pero estaba dispuesta a caminarlo junto a su amiga, paso a paso. Había caído la noche, y Ivonne estaba en el apartamento de Camille tratando de distraerse con una película y algunas golosinas. A pesar de los esfuerzos de su amiga por animarla, su mente seguía volviendo a la traición de Laurent. Sabía que tenía que enfrentarlo pero por ahora no quería hacerlo, ella había dejado muchas cosas a un lado por el y ahora sentí que tenía que pensar bien todas las cosas. De repente, su teléfono comenzó a sonar. Ivonne le mostró el celular a Camille y era a foto de Laurent. —¿Qué querrá ahora? —murmuró Ivonne, sintiendo una mezcla de curiosidad y aprensión. Camille la miró con preocupación, pero Ivonne decidió contestar. —Bonjour, Laurent—dijo, tratando de mantener la calma. —Bonjour, Ivonne ¿Cómo estás? —respondió él con su voz habitual, como si nada hubiera pasado. —Estoy bien, solo estoy en casa de Camille, pasando la tarde —dijo Ivonne, sin dar más detalles. —Oh, entiendo. Solo quería saber si podíamos vernos esta tarde. Estoy libre y pensé que podríamos pasar un rato juntos en tu apartamento, me sentí mal por dejarte plantada al medio día. — sugirió Laurent. Ivonne sintió una punzada de dolor al escuchar su propuesta. La idea de verlo después de lo que había descubierto era insoportable, pero sabía que no podía confrontarlo en ese momento. —Lo siento, Laurent, pero estoy muy ocupada. Camille y yo tenemos planes para esta tarde y no puedo cancelarlos. Tal vez en otro momento —respondió Ivonne, tratando de sonar convincente. Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que Laurent respondiera. —Tu voz se escucha extraña, ¿Has estado llorando?— Pregunto con voz preocupada —Si, lo siento. Es que estamos viendo una película romántica y ya sabes cómo soy de sentimental— —Entiendo. Bueno, espero que podamos vernos pronto. Te extraño —dijo él, con un tono que casi la hizo dudar de lo que había visto. —Sí, yo también. Hablamos luego, ¿de acuerdo? —dijo Ivonne, sintiendo que sus palabras eran una mentira piadosa. —De acuerdo. Cuídate, Ivonne.— Colgó el teléfono y dejó escapar un suspiro. Camille la miró con empatía y le ofreció un abrazo. —Hiciste lo correcto, Ivonne. No tienes que enfrentarlo ahora si no estás lista —dijo su amiga, tratando de consolarla. —Gracias, Camille. No sé qué haría sin ti. Necesito tiempo para pensar y decidir qué hacer —respondió Ivonne, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. Mientras la tarde avanzaba, Ivonne se dio cuenta de lo rápido que puede cambiar la vida de una persona, pero aunque el camino por delante sería difícil, tendria la fuerza para superar cualquier obstáculo. Y con esa certeza, decidió que enfrentaría la verdad cuando estuviera lista, sin apresurarse. Por ahora solo quería ser ella.Capitulo 2 Adiós París Yvonne abrió los ojos lentamente, sintiendo el peso de la noche anterior sobre sus párpados. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas de la sala, iluminando suavemente el espacio. Se dio cuenta de que estaba acostada en el mueble de la sala de Camille, su mejor amiga. Los recuerdos de la noche anterior comenzaron a inundar su mente: las lágrimas, las risas amargas y las películas que habían intentado distraerla de su dolor.Se incorporó lentamente, sintiendo el crujido de sus músculos adoloridos. Camille, siempre tan atenta, había dejado una manta sobre ella y un vaso de agua en la mesa de centro. Yvonne sonrió con gratitud, aunque su corazón aún pesaba por los recuerdos que la habían llevado a buscar refugio en casa de su amiga.De pronto Camille apareció, con una taza de café en la mano y una sonrisa cálida en el rostro.—Buenos días, dormilona —dijo Camille, acercándose y sentándose junto a Yvonne —¿Cómo te sientes hoy?— Yvonne suspiró, tomando
Capitulo 3Cassel Ivonne apenas había apagado el motor de su auto cuando la puerta de la casa se abrió de par en par. Su madre, con una sonrisa radiante y los brazos abiertos, salió corriendo a recibirla. —Ivonne, mi querida hija,— exclamó su madre, envolviéndola en un fuerte abrazo. —¡Qué alegría verte!—Ivonne sintió el calor y la familiaridad del abrazo de su madre, y por un momento, todas sus preocupaciones parecieron desvanecerse. —Hola, mamá,— respondió, tratando de mantener su voz firme.—¿Qué te trae por aquí a tan pocas semanas de tu boda?— preguntó su madre, separándose un poco para mirarla a los ojos. —Pensé que estarías ocupada con los preparativos.—Ivonne forzó una sonrisa y respondió con naturalidad, —Decidí darme un respiro antes de la boda. Necesitaba un poco de aire fresco y tranquilidad.—Su madre asintió, comprensiva. —Entiendo, querida. Los preparativos pueden ser agotadores. Ven, entremos. Te prepararé algo de comer.—Mientras caminaban hacia la casa, Ivonne n