Capítulo 94

Francis quedó solo en la cocina y a su móvil un llamado. El joven tomó el aparato entre ambas manos y visualizó que la llamada entrante era de su madre. No estaba seguro de si quería atender en ese momento, porque los reclamos serían demasiado y no podía darse el lujo de alejarse más de sus padres si buscaba que retiraran el amparo. Decidió declinar la llamada, y se unió al resto de la familia.

Tras la cena, decidieron dividirse la tarea de dormir a los niños. Francis se encargó de los mellizos, y Kimberley se quedó con Lana ya que debía alimentarla también.

—¡Vaya! Había olvidado lo difícil que son los mellizos para dormir. Extrañaba esta rutina —espetó Francis al ingresar a la habitación.

—Son todo un desafío, ¿verdad?

—Lo son. —Se sentó en el borde de la cama—. ¿Qué hay de Lana?

—Ya está durmiendo en su moisés —Lo señaló con el índice.

—Mi pequeña hada. —Sonrió—. Hay algo que no te dije en la tarde porque no quería que nuestra tarde empeorara.

—¿Qué sucedió? —inquirió ella mientra
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