La pareja se tomó de la mano y caminó hacia el aparcamiento para buscar su auto. Los padres de Francis estaban esperando fuera del auto, pero los niños ya estaban sentados dentro del mismo.
—Nos detendremos a mitad de camino para cargar combustible —indicó su padre.
—¡De acuerdo! —indicó Francis.
—Entonces, todos a bordo —acotó el hombre mayor e hizo el sonido de la máquina del tren, haciendo reír a los pequeños.
—¡Qué raro es viajar sin ellos! —comentó Kimberley una vez el auto arrancó.
—Te entiendo, se siente tranquilo el auto, y encima Lana duerme.
—La noche en la cual estuve con Francis, no solo estuve con él, porque fue una fiesta de la amiga de una amiga, esa noche fue un descontrol y me sentí arrastrada por mis mejores amigas, cuando semanas después me enteré del embarazo, decidí seguir adelante sola porque no tuve más contacto con ninguno de los dos, al volver a encontrarme con Francis sentí algo muy fuerte, pero no sabía que era y tuvimos un pequeño romance, luego nos dejamos y cuando él regresó a buscarme le conté que tenía hijos, pero no me animaba a decirle que podían ser de él.—No puedo creerlo —musitó anonadada la mujer.—Por favor no me juzgue.—No, no te juzgo cariño. Solo que tenía otra image
—¿Qué quieren ver?—Dibujitos —respondieron a dúo.—¿Alguno en especial?—Yo les daría el control a ellos, o te volverán loco —acotó Francis. El hombre lo miró confundido—. Creeme, saben manejar el aparato mejor que nosotros.—¡De acuerdo! —Se lo entregó a Siena que estaba más cerca.—Recuerden, un rato cada uno —comentó el joven.Los niños asintieron y ambos adultos se dirigieron hacia la cocina donde estaban ya las mujeres con la beba.—Sí logras que coman hamburguesa
La cena estuvo realmente deliciosa, porque hablaron muy poco durante ella. Los niños fueron los primeros en terminar y a pesar de que Kimberley les pidió que se quedaran en la mesa hasta que todos terminaran. Su abuela los autorizó a levantarse y ellos corrieron a la sala contentos para seguir mirando sus dibujos.—¿Quieres más Kimberley? —preguntó su suegra.—La verdad que estaba delicioso, pero estoy satisfecha.—¿Un café quizás?—Sí, eso lo acepto. —La mujer se levantó para comenzar a juntar la mesa.—Pasen a la sala que ya lo llevo —comunicó poniendo la
La beba comenzó a sentir la tensión y empezó a llorar con desconsuelo, ella intentó calmarla meciéndola un poco, pero fue en vano.—Quizás puedas ser más feliz con el otro.—¡Carajo, Francis! Yo te amo a ti.—Recién no pareció lo mismo.—Pero qué dices, estaba hablando de hace cinco años atrás. Yo ahora te amo. Nos vamos a casar, tenemos una hija, tres en realidad.—Que la críe tu amante —comentó mientras tomaba sus pertenencias.—Francis, no te vayas. Estamos hablando.—Ya no hay nada
Francis abrió la puerta y dentro de la habitación se encontró con una enfermera a su lado dándole una inyección.—Señor, lo siento. Pero no puede estar aquí.—El doctor que atiende a mi hermano me autorizó cinco minutos.—¿Cómo puedo estar segura de eso?—¡Vaya y pregúntele! No estoy mintiendo, es mi hermano mellizo. Acaso no ve que somos iguales.—¿Puedo ver su identificación?—No soy un delincuente, solo vengo a ver a mi hermano porque llamaron de aquí a mi madre y estaba preocupada porque le dieron mala información.
La mujer simplemente sonrió y continuó su camino. Francis se encontraba ansioso por contarle la gran noticia que le habia dado su hermano, a Kimberley. El apoyo que le brindaba su hermano y el cambio de actitud de sus padres, es algo que no se esperaba. Cuando subió al auto condujo al mall para comprar las cosas que le había pedido su prometida, y mientras estaba allí, se le ocurrió una mejor idea, haría la videollamada para que se lo dijera él en persona. Tomó el camino de regreso y en pocos minutos estaba en la puerta.Lo único que hizo fue bajar del auto y correr a la puerta.—¡Familia ya llegué! —Cerró la puerta detrás de sí.—Hola mi amor. ¿Trajiste lo que te pedí? —inqui
A la mañana siguiente los pequeños despertaron a sus padres para el tan esperado fin de semana en la casa de sus abuelos. El viaje fue muy divertido por las ocurrencias de los pequeños, así cómo sus planes en la nueva casa, que aún no habían conseguido.Llegaron al lugar casi en tiempo record.—Hola pequeños —Paula los esperaba en la puerta de su casa.—Abu —exclamaron a dúo y la abrazaron a la vez.—¿Cómo están pequeños?—Vamos a mudarnos aquí —respondió Siena.—¿Cómo? —La mujer elevó la mirada para ver
Sus cuerpos se encontraban desnudos y mojados no solo por la lluvia que corría por sus cuerpos, sino por la excitación que se había provocado. Por un instante eran ellos solos, nadie más. El joven la tomó de las caderas y la acorraló contra la pared completamente excitado. Tomó su sexo y la introdujo en su zona de placer, provocando que ella enterrara los dedos en su espalda, sintiendo un fuego interior que crecía.—¡Oh santo cielo! —Gimió ella claramente excitada y moviéndose al unísono con el joven.—Cómo extrañaba tus gemidos —declaró él mientras mordisqueaba con dulzura los hombros de la joven.—Yo extrañaba que estuvieras tan entregado —agregó la joven