Capítulo 1

Adriel

Preparaba mi equipaje cuando Amelia; el ama de llaves, llama a mi puerta anunciando que Roxana estaba en casa para despedirse. Eran las tres de la tarde y ayer en la noche unos amigos de la universidad me hicieron una fiesta sorpresa de despedida. Recuerdo que la llamé para que me acompañara y se negó, justificando que no se encontraba en la ciudad, cuando no era así. Desde que supo de mi viaje a Perú se ha distanciado un poco, han pasado varios meses comparándose muy extraña, debo suponer que lo que pasó entre los dos hace algunos años está debilitando nuestra amistad; aunque para ella eso nunca tuvo importancia sentimental.

Volviendo al presente bajo a prisa a verla, después de todo, siempre es grato tenerla cerca. Amelia se pierde en la cocina y nos deja solos.

—Creí que no volvería a verte—le digo, bajando los últimos escalones.

—Estás loco si pensaste que te irás sin despedirte de mí—se apresura a abrazarme —Te echaré de menos.

—También me harás mucha falta. —la envuelvo entre mis brazos y suspiro al sentir su calor y ese aroma a flores tan rico que desprende.

—Creo que no tanto, te vas sin importar que tú mejor y única amiga en el mundo, se muera lejos de ti—Se apartó mirándome con dulzura, arrastrando un ligo suspiro.

Y sin dejar de hipnotizarme con esos ojos verdes hermosos, se acerca hasta mis labios y estampa un ligero beso, en tanto sus manos suben por mis a mis hombros acelerando el ritmo cardiaco de mi corazón, que junto a los movimientos de sus labios parecen llevarme a ese olvidado sueño. Como las veces anteriores espera que mi debilidad por su persona haga efecto.

Roxana no es solo la chica atractiva y bomba sexy de la Universidad, es mi amiga con derecho y aunque tiene ese algo que me enloquece y me evita ser indiferente a sus momentos románticos, por así decirlo. Estos encuentros solo son fugaces circunstancias que se desvanecen sin dejar huella en su corazón.

Después de perderme por unos segundos en este deseo, la aparto de mis labios recordándole que estoy comprometido y los juegos íntimos de ambos, han terminado hace más de dos años.

—Vas a negarme el último beso— susurra con dulzura.

— ¿Solo uno? — refiero, tratando de que su belleza dominante no vuelva a atraparme, pero es demasiado tarde, mi corazón está acelerado y aunque desea no volver a caer en sus encantos bajo las sabanas, es inevitable rechazar el calor de su cuerpo esa sensación placentera que siento cada vez que la tengo cerca.

—No lo prometo —guiña un ojo, en tanto sus labios se acercan para devorar los míos.

Unos segundos después, me toma de la mano y subimos las escaleras de vuelta a mi habitación, donde dejo que me domine el fuego interior que desata ese insaciable deseo de tenerla una vez más entre mis brazos.

Veinte minutos más tarde, reposando desnudos en la cama, dejamos que la pasión vuelva a apoderarse de nuestras almas. Es imposible resistir la tentación, a pesar de que me prometí serle fiel a Karol hace tres años. No puedo echar al olvido las noches ardientes que viví con Roxana, la primera mujer con quien hice el amor y la única que ha sido capaz de sofocar ese fuego interno. Recorrer cada centímetro de su piel desnuda provoca la más grande excitación que solo puede saciarse en la intimidad de su cuerpo. Como dicen, es fácil caer en el infierno y arder en el fuego del placer sin temor a quemarse.

Solo es sexo sin compromiso, sexo ocasional, un momento de placer al que los dos accedimos jurando no destruir nuestra amistad, y aunque me lo repita mil veces antes, durante y después de tenerla en mis brazos, no es suficiente para evitar las culpas.

¿Por qué termino cediendo siempre ante su hechizo de un amor fingido, cuando ciento de veces se ha burlado de un posible romance? Aún recuerdo las veces que me estrujó el corazón cuando quise ir más allá de esta locura y ni que decir de los miles de veces me quitó este sentimiento inexplicable de besarla.

Entonces Karol apareció llenando cada espacio de mi corazón dolido, me di cuenta de que esos juegos estaban de más en mi vida. Tal vez por eso me fue fácil ilusionarme y llevar tan bien una relación a distancia. Por tres años he sido feliz viéndola solo a través de una pantalla fría, escuchándola, riendo con ella hasta verla dormir. Falta poco para estar a su lado, tenerla entre mis brazos, besarla y al fin poder liberar este amor encapsulado que, aunque me regale los más exquisitos orgasmos y entre esas miradas deseosas me grite que me ama, sé que solo es un sueño y ya no es suficiente para mí.

¡Mierda! Al mirar el reloj de la pared me doy cuenta de que mis padrinos ya están por llegar para acompañarme al aeropuerto. Me levanto a prisa y empiezo a vestirme. Roxana hace lo mismo en silencio, como si se sintiera culpable por lo ocurrido. Quise decirle algo, pero no supe que. Hasta que ella rompe el hielo.

—No puedo creer que te vayas, aún sigo creyendo que es una de tus bromas de mal gusto—se acerca para tocar mi maleta junto al escritorio— ¿En verdad quieres casarte con ella?

Me mira con esos ojos verdes tan penetrantes, que me estremecen. Dudé un poco ¿Estaba listo para el siguiente paso? El revivir con Roxana esos momentos de pasión insaciable me hizo pensar en lo que mi hermano Frank repite cada vez que hablamos.

“El amor es más que sexo y buena comunicación, si en verdad amas a Karol, no deberías ser tan débil con otras chicas; piensa bien si quieres atar tu vida a alguien que no amas”

— ¿Estás enamorado, la quieres de verdad? —Pregunta de una manera extraña, mientras acomoda su cabellera ondulada, color castaño — ¿Por qué lo piensas tanto? —insiste.

— ¿Y por qué la persistencia? Acaso estás traspasando la barrera indestructible de la amistad —sonrío buscando una respuesta equivocada a lo que sentí siempre por ella. Me doy la vuelta y miro por la ventana de la habitación hacia el jardín mientras me coloco la camisa. En ese instante siento sus brazos deslizarse por mi torso aún desnudo.

— ¡A la m****a lo que juramos ser antes de la primera vez! —Suspira profundo recorrían mi pecho con sus manos cálidas—Te equivocas si crees que nunca sentí nada por ti, no soy la chica fría que solo disfruta del sexo libre, sin compromisos, te equivocas si piensas que no estoy sintiendo nada en estos momentos— me gira y clava su mirada tierna en mis ojos. —Te amo.

Sus ojos ahora se ven llorosos, llenándome de una mezcla de sentimiento entre culpa, dolor y rabia, no sé qué decir y quizás alude lo que siento y se aparta antes de que pueda expresarme. Llevando sus manos a la cara con rabia, camina hasta la cama para tomar su blusa para colocársela.

— ¡Carajo! —Grita— No quería enamorarme, pero lo hice y no te estoy pidiendo que me tengas lástima. Solo necesitaba esta última vez para decirte adiós definitivamente —sus lágrimas empiezan a brotar — Te amo ¡Maldita sea! Me duele perderte, pero no pido más de lo que ya me has dado, quiero que seas feliz, muy feliz.

—¡Roxana! —Me acerco.

— ¡No! — Se aparta— Estoy bien, eres y siempre serán mi mejor amigo, que no te confundan estas lágrimas de chica boba, te aseguro que en unos minutos la mujer fría y loca que te enseño hacer el amor, volverá—intenta sonreír y vuelve a respirar hondo— Gracias por ser tan buen chico, dulce, amigable y sobre todo discreto. Gracias por llenarme de amor fingido—Dibuja una ligera sonrisa encogiéndose de hombros a unos metros de mí. Resignada a este final solo deja rodar las lágrimas por sus mejillas rosadas.

— ¿Por qué me dices esto ahora? —Me acerco y acaricio su mentón.

—No lo sé —Vuelve a apartarse — Suelo ser idiota algunas veces. ¡Ya! Olvida este momento cursi —Me da la espalda.

—Te amé—dije al fin desahogando mi corazón— Te amé, pero tus actitudes frías desvanecieron este sentimiento, que poco a poco solo fue placer. Cuando dije que te amaba la primera vez que estuvimos juntos, era verdad.

—¡Adri! — volteándose para mirarme— No quiero que te sientas culpable por mi momento de debilidad— Se acerca y acaricia mi mejilla— Estoy bien, quiero que subas a ese avión y busques a la mujer de tus sueños. Estaré bien —Me abrazó fuerte —Ya es tiempo de que aprendas a vivir sin mí, solo espero que Karol sea la indicada.

—Tienes mi número… cuando quieras hablar con alguien, a la hora sea, estaré siempre disponible. —Me aparto ligeramente, sintiendo que es muy difícil decir adiós.

—No pienses que voy a llamarte—Dibuja media sonrisa en sus labios rojos — Cuando das vuelta a la página, ya no miras atrás, esa es la idea de empezar de nuevo. Adiós— Camina a la salida sin volver a mirar, dejándome un largo suspiro y esta confusión en mi corazón.

Fue una época hermosa a su lado, sería el hombre más feliz del mundo si me hubiese aceptado antes, pero hasta el último momento de debilidad de su corazón, no fue capaz de aceptar el compromiso. Por un instante pienso en dejarlo todo y quedarme a vivir con ella ese amor intenso que hace unos años consumía mis días. Sin embargo, ahora Karol debe ser la única que ocupe mi corazón, ya no debo ser débil, a partir de este momento a ella dedicaré mis días, mis noches, mis pensamientos y mis sueños.

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