Capítulo 2

Adriel

Después de diez años me dispongo a volver a casa con una maleta llena de sueños y una promesa por cumplir. Valió la pena cada lágrima, cada noche en desvelo, cada caída, me siento seguro y muy optimista. Respiro hondo y dibujo una enorme sonrisa en mi cara al sentarme junto a la ventana, es tiempo de contar las horas que faltan para abrazar a mis padres, a mi hermano y al fin conocer a mi linda sobrina Brittany.

Pero algo me inquieta, cada vez que miro mi futuro no veo a Karol, como si fuera una señal de que no es la mujer indicada. ¿Y si la musa de mis sueños era Roxana?

¡No! Ya no debo complicarme la vida debo apartar de mi cabeza la idea de que lo que sentí por Roxana ella fue amor. Si estoy en este vuelo, es porque estoy seguro de lo que siento, el amor de Karol es lo más real que tengo, sé que me ama y está esperando por mí desde hace tres años. Estoy tomando esta oportunidad en el amor, aunque creo que es prudente pedirle un tiempo para conocernos mejor antes de fijar una fecha para la boda. ¡Sí! Eso es lo adecuado.

Reclino la cabeza para mirar por la ventana mientras escucho la voz del piloto.

“Buenas Noches, señores pasajeros, Aerolíneas Air New Zealand, los saluda y le da la bienvenida a bordo del vuelo 375 con destino a la ciudad de Lima-Perú. Les rogamos poner su equipaje de mano en los compartimientos arriba. Por favor, abróchense los cinturones y pongan en posición vertical los respaldares de sus sillas. Apaguen los celulares y cualquier otro equipo electrónico durante el despegue”

En eso, siento vibrar mi teléfono, lo saco de mi chaqueta y pude notar unos mensajes de Karol. Hace dos días le confirmé mi regreso a Perú y la cena de compromiso en casa de sus padres el día domingo, más no he tenido tiempo para volver a llamarla. Observo la pantalla unos segundos y guardo el celular sin ganas de contestar.

Minutos más tarde ya estábamos en el aire. Cierro los ojos poniéndome cómodo en el asiento para dormir. Mañana me espera un día muy agotador, llegando al aeropuerto tengo que manejar sin detenerme ni para desayunar, para poder llegar a tiempo a la entrevista con el director de la Universidad Científica del Sur, si consigo el puesto de profesor de matemáticas podré ahorrar lo suficiente para iniciar el sueño del consultorio propio. Con mis ahorritos de hace algunos años y el cheque de mis padrinos, tengo lo necesario para los arreglos del local que adquirieron mis padres. Ya deseo ver colgado sobre la puerta:

 

“Consultorio médico -Rodríguez-

doctor Adriel Rodríguez”

¡Ay!, soñar no cuesta nada. Dibujo una ligera sonrisa en tanto escapa un largo suspiro y me encoge de hombros cayendo en los brazos de Morfeo.

Trece Horas más tardes me despierta el anuncio de la llegada al país.

“Señores pasajeros, nos encontramos próximos a aterrizar en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, en la ciudad de Lima. Por favor abrocharse los cinturones, y permanezcan sentados hasta que los avisos se hayan apagado. Para Aerolíneas Air New Zealand, ha sido un placer tenerlos a bordo. Esperamos volver a contar con su presencia en un futuro próximo.”

¡Diablos! Busco el celular en mi chaqueta y llamo a mi hermano, si el auto no estaba esperándome a las afueras del aeropuerto estoy con la soga al cuello.

—Aló —se oye la voz dormida de Frank.

—Hermano, buenos días, ya estamos por llegar ¿La camioneta se encuentra ya en el aeropuerto?

—Por supuesto, hace un rato Luis me confirmo la llegada, tranquilo, nomas.

—Está bien, es que tengo el tiempo medido para llegar a mi entrevista, espero me dé tiempo de cepillarme los dientes en el camino —sonrío mientras mi hermano se carcajeaba tras el teléfono.

—Suerte y no te olvides de llamar para contarme como te fue.

—Claro, Frank. Hasta luego.

El que Luis este ya en el aeropuerto me alivia, ahora me queda cruzar los dedos y causar una buena impresión al director; es amigo de mis padrinos, pero, aun así; quiero pensar que será mi profesionalismo y conocimiento lo que cuente para obtener el puesto.

Minutos más tarde aterrizamos sin inconvenientes, desciendo tranquilo y camino despacio tras los demás pasajeros para localizar a Luis. ¡Diablos! Me será difícil reconocerlo, Hace muchos años que no lo veo. Pero si sigue siendo el mismo que conocí de pequeño, estoy seguro de que su peculiar personalidad me llevará a él.

Mirando entre todo ese grupo de choferes y familiares con sus carteles en mano, lo localizo “#Adri-Adriel” se leía en su cartel, solo él me decía así, me acerco feliz y tomo el cartel.

—Hola, Luis —lo saludo con una sonrisa.

— ¿¡Adriel!? —Se sorprende al verme, no está seguro de poder reconocerme. Pero su emoción es grande.

—El mismo que viste y calza.

— ¡Oh por Dios! —Me abraza fuerte sin dejar de lado esa risa contagiosa de niño.—¿Pero qué fue lo que te pasó?, estás inmenso… y esa pinta de galán de cine, ¡Santo cielo! Sí que debes haber arrasado con las chicas de Inglaterra.

—¡basta, Luis!, me avergüenzas —palmeo su hombro. —vamos a casa.

Me dirige hasta la camioneta de mi hermano, que a partir de ahora pasaría a ser de mi propiedad, un gran regalo de bienvenida, sin duda.

—Conduce con cuidado, Adri. —Me advierte. —las calles ya no son las mismas.

—¿no quieres que te lleve de camino a Miraflores?

—Pensé que no lo dirías, hermano. —sonríe, subiéndose de inmediato.

Nos dirigimos a la universidad y por el camino nos detuvimos en un restaurante, donde aproveché para asearme un poco, desayunar algo rápido llamar a mis padres. Estoy ansioso por verlos y abrazarlos. Pero saben que puede ser imposible y lo entienden a la perfección ¡Los amo tanto!

—No te preocupes por venir, nosotros iremos a casa de Frank, ahí te esperamos, suerte en la entrevista mi amor.

—Gracias, mamá. Trataré de llegar a tiempo para cenar.

Luis se baja en san Isidro y gracias al poco tráfico, llego unos minutos adelantado a la entrevista.

—Director Gaspar, gracias por recibirme —extendiendo mi mano para saludarlo

—Gracias a usted señor Rodríguez, por presentar interés en esta universidad. —toma mi mano

— Déjeme decirle que su currículo es deslumbrante —caminando a su escritorio —tome asiento

—me invita a sentarme frente a él. —El puesto es suyo, si decide firmar con nosotros—sonríe

—No puedo encontrar un mejor docente que usted, no soy de los que se dejan persuadir por las recomendaciones, yo miro los hechos y está más que calificado para tomar el mando este nuevo año en la academia.

—Para mí es un honor, director Gaspar.

—Sus tesis en matemática universitaria me dejaron impresionados ¿Ha pensado en ser maestro en vez de doctor?

—Algunas veces—sonrío—Pero mi sueño es ejercer mi profesión algún día.

—Por supuesto señor González, todos soñamos hacer realidad nuestras metas profesionales. Si se lo preguntaba, es porque si tiene buen desempeño, a esos chiquillos les romperá el corazón cuando se vaya.

—Aún faltará mucho para eso, se lo aseguro.

—Eso espero. Felicidades, profesor González. Si se anima a dictar clases de medicina para la universidad solo dígamelo, no tendrá problemas con los papeleos.

—Sería un placer director Gastar.

Después de una larga charla sobre la familia y algunas cositas de la academia, salgo de la universidad firmando contrato. Emocionado, llamo a Frank para darle la buena nueva.

— ¿Por qué no lo celebras yendo a la playa?, estás cerca, aprovecha y quédate en la casa de Luis, en León Dormido. No te preocupes por él, le llamo para confirmar que vas para allá ¡Y listo! Descansas y mañana temprano vienes para saludar a mamá.

— No creo que sea prudente. Ya le dije a mamá que iría. No creo que…

— Sé que necesitas descansar y no me diga que no, yo me encargo de mis padres y de tu novia.

¡Karol! Si Frank no la menciona, no lo recuerdo, ¡Carajo! Pero tenía razón, mis padres viven en los olivos, Frank en la victoria, mi novia en la Molina y la casa de playa de Luis estaba en Cañete…

—Estás loco Frank ¿Quieres que vaya al sur mientras nuestros padres…?

—No te tomará más de una hora ¿por qué te quejas?, te encanta esa playa y lo sabes. Además, Luis te está dando alojamiento, parece que le causaste buena impresión.

—¿No me digas que ya le dijiste tu descabellada idea?

—¡Sí! y está de acuerdo, así que ve y relájate, busca sirenas y pasa una noche de solteros como nunca, porque mañana ya estarás con la soga al cuello. Si te hace sentir mejor le llamaré a mamá para decirle que es mi idea y no haga el viaje en vano.

—No lo sé Frank.

—Yo sé lo que te digo, desviarse un poco de la ruta siempre es bueno. Verás que estarás mejor mañana. Descansa un poco y desconéctate del mundo unas horas.

No es una mala idea, necesito un descanso después de un largo y agotador viaje y más que nada tengo que pensar en un discurso para la cena en casa de Karol ¿Por qué decidimos llevar un amor secreto? No conozco a su familia, amigos, no sé si ellos me acepten. Un romance misterioso enfocado solo en nosotros fue algo excitante y apropiado para mi vida amorosa desequilibrada, pero ahora pienso que fue lo peor que pudimos hacer. Todo lo que creí real y verdadero, se derrumba atormentándome. Tengo miedo de lastimarla y lastimarme más.

Antes de seguir manejando me dispuse a guardar el celular y no pude evitar mirar los mensajes de Karol en la pantalla principal. No sé qué contestarle ahora, es mejor esperar hasta mañana.

Pongo de nuevo en marcha el vehículo, rumbo a Cañete, con el nuevo GPS buscar la mejor ruta de acceso sin tráfico vehicular ayuda mucho. Pasado el mediodía llego a la playa el León dormido, me estaciono en la casa de Luis y luego de bajar el equipaje y recorrer la estancia acogedora que conocí de niño, me pierdo unos minutos en los buenos recuerdos. Hasta que mis tripas me avisan que tengo que comer. Voy caminando a almorzar a un restaurante cercano, aprovechando el rico sol de esa mañana. Todo parece estar en el mismo lugar que conocí, solo que mejorado.

Entro en el mismo local que visitábamos cada vez que íbamos a esa playa. El recorrer la carta y percibir los olores, la boca se me hace agua. Pido un combo marino personal con chicha morada.

¡uhm, santos cielos! Este arroz con mariscos sigue siendo un manjar de los dioses y junto a esta chica morada Heladia da ganas de repetir, solo que ya no entra un bocado extra. En momentos como este quisiera tener un estómago más grande. Media hora después abandono el local y camino un rato por la playa, hasta que el cansancio me lleva de regreso a la casa. Abro la ventana de la habitación y me duermo sintiendo el aire fresco del mar envolverme. Esto es mejor que el aire acondicionado.

Despierto un cuarto para las seis de la tarde y camino hasta la ventana para ver el sol ocultarse en el horizonte, sin duda es el momento más hermoso del lugar. De pronto una alegría indescriptible me invade y recuerdo todos los momentos que pasé con mi familia en esta playa y el sueño de conocer a la musa encanta que pusiera de cabeza mi vida. Prometí pedir su mano y casarme en esta playa. Sin duda, un sueño que tendré que ir tachando de mi lista.

Arrastro un suspiro y camino de vuelta a la cama.

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