Capítulo 40.
Luciana se secaba el cabello después de haber tomado una ducha relajante y revitalizadora.

— Este lugar es maravilloso— decía al mismo tiempo que se acercaba al gran ventanal que la separaba del exterior.

“Definitivamente” pensaba para sí misma “este es un lugar en el que jamás pensé estar” toca el cristal con su mano y al quitarla deja la huella marcada por su calor en contraste con el frío del exterior.

—Es exactamente como me siento —dice con un susurro resignado— encerrada, incapaz de ser consciente del exterior, incapaz de ser yo quien tome las decisiones.

En ese momento una idea cruza su mente.

Aquí no estaba Luisa, ni Rosa, Victoria, incluso tampoco Mauricio, aquí podía fingir siquiera por unas horas que era libre, que era alguien normal y eso era lo que haría.

Con el cuerpo lleno de anticipación ante lo que estaba a punto de hacer, comenzó a vestirse capa tras capa de ropa para salir, de manera tranquila y cautelosa del hotel.

Ya en las afueras, en las calles, al respirar ese a
Alana Aguilar

y ahora?

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