Catherine se estremeció al sentir el contacto de sus manos, su proximidad le provocaba un mar de sensaciones que la elevaban al éxtasis.
Ese abrazo significaba tanto para ella, ya que nunca había experimentado algo semejante con ningún otro hombre.
Por primera vez quería dejarse llevar anteponiendo sus deseos, aunque perfectamente sabía que después de aquello nada volvería a ser igual.
Él acercó su rostro y se inclinó para buscar sus labios.
Fue un beso apremiante que despertó todos sus sentidos.
Parecían uno solo y era como si el mundo hubiese dejado de girar.
Sus manos la acariciaban con premura, aumentando el deseo que amenazaba con desbordarse.
Pero el sonido de su teléfono la obligó a detenerse y darse cuenta de lo que estaba haciendo al permitir que su jefe la besara.
Era una verdadera locura, ya que sentía que no podía desviar sus propósitos por un arrebato de pasión.
Se apartó bruscamente y se alisó el traje.
Respiró profundo tratando de recobrar la compostura, pero para cuando volvió su mirada, Zack ya se había quedado dormido.
Ella soltó un suspiro ahogado y tras cerciorarse que su jefe se encontrara bien.
Revisó el móvil y vio que era su madre quien estaba llamándola así que se apresuró a contestar.
—Hola mamá —dijo todavía con la respiración entrecortada por lo que acababa de suceder.
—Te escuchas agitada, Catherine, ¿Dónde estás? ¿y se puede saber que estás haciendo? —inquirió su madre pensando lo peor de ella como siempre.
Catherine se quedó en silencio un momento buscando no delatarse, organizó sus ideas y por fin contestó.
—Acabo de subir las escaleras, madre, el ascensor se averió y no tuve más alternativa que subir de esa forma —contestó sintiéndose profundamente culpable después.
—Espero que no me estés mintiendo, Catherine, me moriría si te conviertes en una mujerzuela como las del lugar donde trabajas—vocifera su madre haciéndola sentir mal como era su costumbre.
Catherine corta la comunicación tras despedirse con un nudo en la garganta.
Las lágrimas brotaron de sus ojos al recordar lo que acababa de pasar con Zack.
Salió a toda prisa del departamento rogando al cielo que al día siguiente él no recordara lo sucedido.
Se dirigió al club, ya que ese día tenía que cubrir a una de las bailarinas que había sufrido un percance.
Nada más llegar, se encontró con la mirada de envidia de todas sus compañeras, las cuales la odiaban por brillar más que ellas y que la admiración de los clientes fuera para Catherine.
En el trayecto al olimpo aprovechó para cambiarse de ropa y colocarse su antifaz, ya que no tenía intenciones de que sus compañeras conocieran su identidad.
Sabía que si lo hacían, le harían la vida miserable.
—Vean a esa antipática, siente que nadie la merece, siempre buscando opacarnos —vociferó una de las bailarinas en voz baja.
—Deberíamos darle una lección —sugirió con maldad.
—Estoy de acuerdo, enseñémosle quien manda en este lugar —.
Cuando Catherine iba a su camerino, una de las chicas la detuvo para distraerla.
—¿Hasta cuándo nos dejarás ver tu rostro?, estás a punto de cumplir tres años en este sitio y jamás te hemos visto sin ese antifaz —dijo la malvada mujer.
—No considero importante mostrar mi cara, yo no vengo a este lugar a hacer relaciones sociales —argumentó ella.
—¿Qué escondes Afrodita?, ¿tal vez una fea cicatriz?, imagino lo que pensarían los clientes que tanto dinero pagan por verte bailar —se burló la bailarina mirándola con desprecio.
—Te sorprendería lo que hay detrás de esta máscara, querida, pero lamentablemente tendré que dejarte con la curiosidad, y ahora si me disculpas, tengo que prepararme para mi presentación —la enfrentó Catherine.
A ella no le gustaba comportarse de aquella forma, pero las chicas del club la tenían cansada con su hostilidad.
Ese día había estado lleno de emociones encontradas por lo que con sus comentarios con doble intención le habían colmado la poca paciencia que le quedaba.
Abrió la puerta y se llevó una mano al pecho por la impresión que le causó encontrarse con su vestuario destrozado sobre la cama, aquello se trataba de una venganza sin duda.
Debía tomar cartas en el asunto para evitar que la siguieran molestando.
Hasta ahora había sido muy condescendiente con ellas soportando en silencio las múltiples humillaciones e intrigas que no dejaban de planear en su contra.
Llamó a la única amiga que tenía en el olimpo para contarle lo ocurrido y esta se encontraba tan indignada como ella.
—Son unas víboras ponzoñosas, deberías hablar con el dueño del club para contarle lo que te hicieron —sugirió Maryorie.
—Ganas no me faltan, pero prefiero ver su cara cuando transforme todos estos vestuarios en bellas creaciones —dijo Catherine.
—Ya me las imagino, bonita, seguro echarán chispas por los ojos —pronuncia su amiga con una enorme sonrisa de satisfacción.
Entre las dos convirtieron la ropa que prácticamente estaba destruida en modelos originales y de buen gusto que sin duda causarían gran sensación y despertarían muchas más suspicacias.
Aquella noche, Catherine brilló más que nunca, lucía encantadora dejando ver la sensualidad de su cuerpo al realizar aquellos movimientos llenos de destreza.
Las luces resaltaban el color de su piel y el verde esmeralda de sus ojos asomaba por el antifaz que cubría la mayor parte de su cara.
Esa noche el príncipe de un lejano país había ido para verla bailar.
Afrodita se había convertido en una leyenda y todos estaban fascinados con su espectáculo y hermosura.
El príncipe la miraba extasiado, y se acercó a Edmund para tratar de concertar un encuentro con esa bailarina que lo había cautivado.
—Es un honor contar con su presencia, su majestad —saludó Edmund al príncipe.
—Había escuchado hablar maravillas de este lugar, pero veo que nada se compara a lo que estoy presenciando —exclamó dirigiendo su mirada hacia Afrodita.
—Esa mujer es una Diosa, no por nada la llaman Afrodita —agregó el príncipe.
—Le pediré que baile para usted, excelencia —ofreció Edmund.
Cuando llegó el cambio de vestuario, los gritos de euforia se escuchaban por todos lados.
Querían que ella siguiera en el escenario, y entonces Edmund interceptó a Catherine para pedirle que dedicará su próximo baile al príncipe.
—Afrodita, tenemos un cliente muy especial esta noche, y quiero que dediques tu actuación al hombre que está rodeado por todos esos guardaespaldas —le indicó señalando hacia donde se encontraba el príncipe que ya había depositado una fuerte suma en la máquina que tenían los clientes en cada mesa para gratificar a las bailarinas.
Catherine era la que más dinero recibía, pero un gran porcentaje se quedaba en las arcas del club y otra parte al pago de la deuda que le dejó su padre.
—Deberías considerar ser más complaciente con ese hombre, es un príncipe y eso podría ser beneficioso para ti —sugirió Edmund en forma calculadora.
—Ni siquiera lo pienses, no me importa quien sea, lo más que haré es dedicarle el baile, eso es todo —manifestó ella.
—como quieras, pero creo que eres muy tonta al dejar pasar esta oportunidad —argumenta él mirándola con desaprobación.
—Perfectamente sabes que no trabajo en este lugar por gusto sino por necesidad —replicó Catherine.
Edmund frunció el ceño, pero no dijo nada, se dio la vuelta y la chica subió al escenario para comenzar a bailar ante la mirada atónita de todos los presentes.
—No puede ser, es una mustia, dice que no se relaciona con los clientes y mira como le coquetea al príncipe —murmuraban las demás bailarinas.
Afrodita estaba vestida con un traje de odalisca que resaltaba sus atributos.
Sus movimientos acompañaban la música con una precisión envidiable.
Las luces bañaban su cabello dorado acentuando aún más su aire de diosa.
El príncipe la miraba obnubilado, se acerca al borde del escenario y le entrega una rosa, para después besar su mano en señal de admiración.
Ella baja del estrado luego de una gran ovación por parte de los espectadores.
Justo al intentar alejarse, el príncipe la intercepta para charlar con ella.
—Permítame felicitarla por su actuación de esta noche, ha estado maravillosa —le dijo.
—Muchas gracias —contestó con ese acento francés que se había vuelto tan recurrente para ocultar su voz.
—Me gustaría invitarla a tomar una copa —propuso él mientras la miraba encantado.
—Agradezco su invitación, pero ya debo irme —respondió Catherine.
—Puedo llevarla a donde vaya, si gusta —propuso el príncipe.
—Es usted muy amable, alteza, pero ya me están esperando —mintió para salvar la situación.
El príncipe besó su mano y la miró con resignación.
Ella hizo una reverencia y se alejó, sintiendo una punzada de alivio al haber podido librarse de aquel compromiso tan grande en el que la había metido su jefe.
Todo parecía marchar bien, hasta que entró a su camerino y vio la figura de un hombre esperándola.
Quiso retroceder, pero una fuerte mano en su brazo se lo impidió.
Capítulo 4.—¡Suélteme!Catherine quedó petrificada al ver el rostro del príncipe.—¿Qué quiere? Lo miró horrorizada, pensando en que algo muy malo podría pasarle, sin embargo, se obligó a respirar profundo y no demostrar miedo alguno.—Le pido disculpas por irrumpir de esta forma en su privacidad, señorita —dijo el príncipe bastante apenado.—No se preocupe, lo que pasa es que no estoy acostumbrada a recibir a nadie —argumentó ella sintiéndose un poco más tranquila.—No era mi intención incomodarla, solo pretendía dejarle este pequeño presente antes de regresar a mi país —confiesa él con nostalgia, tendiéndole un hermoso collar de esmeraldas.Catherine estaba asustada por el comportamiento del príncipe, no esperaba ser tan atractiva para ese hombre, estuvo a punto de negarse, pero el caballero habló primero.—No me rechaces otra vez, estaré muy triste.—Mu…muchas gracias.Mientras hablaba, levantó el cabello rubio de la bella y le colocó el collar alrededor del cuello.Se veía aún m
Capítulo 5.Zack experimentó una punzada de dolor al escuchar a la rubia por la que años atrás había perdido la cabeza.Una mezcla de añoranza y tristeza se instaló en su corazón, pero haciendo acopio de las últimas fuerzas que le quedaban respondió por fin.—¿Qué quieres, Madison? —articuló él con dificultad.—Perdón por importunarte, Zack, sé que tú y yo no estamos en los mejores términos, pero te juro que si no se tratara de algo de vida o muerte jamás te molestaría —le explicó ella con su acostumbrado tono meloso.—No tengo mucho tiempo, así que vayamos al grano —espetó con brusquedad apretando con fuerza su teléfono.—Mi padre está muy enfermo, él tiene un tipo de sangre poco común, y recordé que tú también lo tienes, Zack y pensé que tal vez podrías ayudarnos en memoria de los viejos tiempos —le pidió ella desesperada.—Lamento la enfermedad de Peter, pero no soy yo la persona indicada para ayudarlo, adiós, Madison —argumentó contundente cortando la comunicación después.Zack si
Capítulo 6. —Mamá, yo —balbuceó la chica profundamente apenada.—Ahora comprendo porque no fuiste a ayudarme —espetó la mujer mirando a Zack en forma despectiva al considerarlo un donnadie por cómo iba vestido.—Mamá, te presento al señor Zack Anderson—dijo ella.Los ojos de Amanda se abrieron como platos por la impresión que le causaron las palabras de su hija.No podía creer que quien la hubiese estado abrazando fuera nada menos que uno de los hombres más poderosos del país.Cambió la mueca de desprecio que tenía en el rostro por una sonrisa exagerada.—Encantada de conocerle, señor Anderson, por favor disculpe mi actitud, lo que pasa es que todavía estoy aturdida por los medicamentos —se justificó.—No se preocupe —contestó gentilmente.Amanda se quedó charlando con el apuesto millonario mientras que Catherine terminaba de realizar los trámites pertinentes para el alta del hospital.Por supuesto que Zack se ofreció a llevarlas, y Amanda se mostró fascinada ante tanta galantería, y
Capítulo 7—¿A dónde creen que van? —Se escuchó una aterradora voz que las hizo estremecer.—Nosotras —Dijeron las chicas al unísono tratando de encontrar una excusa que pudiera justificar su presencia en aquel lugar.—Entraron al lugar equivocado, preciosas, pero ya que están aquí podemos divertirnos un rato los tres —vociferó el sujeto mirándolas en forma lasciva y con las peores intenciones.—No te atrevas a tocarnos infeliz —espetó Maryorie.Aquel hombre retorcido sabía que las chicas estaban en sus manos, pues tenía la forma perfecta para chantajearlas, ya que al encontrarlas en un lugar prohibido, no tendrían manera de justificarse ante Edmund y por ende él pensaba aprovecharse de eso para forzarlas.—Si nos lastimas tu jefe acabará contigo —le advirtió Catherine.—Él no tiene por qué enterarse, y si quieren que guarde el secreto de que estuvieron en este lugar, será mejor que cumplan todas las fantasías que he tenido con ustedes desde que llegué a este lugar, sobre todo contigo
Capítulo 8Zack se perdió en los pacillos de la empresa hasta llegar a su oficina, mientras Catherine se quedó inmóvil viendo cómo se alejaba.Estaba muy decepcionada, era difícil imaginar que este hombre fuera el mismo que lo tentó ayer.Los empleados por primera vez sintieron empatía hacia ella, siempre la habían criticado por su forma de vestir, pero con el paso de los días ella se había encargado de demostrarle con sus acciones que era una mujer brillante en todos los sentidos, y que no hacía falta una imagen deslumbrante para ser alguien capaz.—Si nos dices lo que tienes que hacer entre todos podemos ayudarte a terminar —propuso la amable Secretaria que la había abordado al llegar.Todos estuvieron de acuerdo en apoyarla y eso conmovió el corazón de Catherine.—Muchas gracias a todos, nunca voy a olvidar su amabilidad, pero por fortuna tengo adelantado mucho del trabajo que el señor Anderson me pidió en el correo —les notificó con agrado.Todos suspiraron aliviados maravillándos
Capítulo 9Catherine nunca esperó ver al príncipe allí, ¿por qué la llamaría Afrodita?—Lo siento, te equivocaste de persona.Ella fingió no saber nada y solo quería entrar a la empresa, pero fue detenida por dos hombres de negro.—¿Qué quieres?—Me da gusto volver a verte, Catherine, ¿o debería llamarte Afrodita?El príncipe le indicó a su guardaespaldas que retrocediera y caminó hacia la mujer.—¿Usted lo sabe? —articuló ella casi en un susurro.—Cuando alguien me interesa, hago hasta lo imposible por saber todo de esa persona —le dijo.La chica se encontraba en estado de shock, era imposible que las palabras vinieran a su mente con lo nerviosa que se sentía por el hecho de que alguien hubiese descubierto su doble vida.—No te preocupes, no pienso delatarte, pero me gustaría que aceptaras una invitación a cenar para que me lo cuentes todo y así pueda entenderte mejor —ofreció caballerosamente.Ella asintió y él le tendió su mano para acompañarla al coche.La reunión de Zack no iba b
Capítulo 10.—Yo, no, no tengo porque darte explicaciones —contesta armándose de valor.—¿Eres amante de ese tipo? —cuestionó lleno de furia.Los ojos de Zack estaban inyectados en sangre debido al coraje que sentía al ver que ella permanecía en silencio.—Contéstame, Catherine, ¿él es tu amante? —.Ella no podía dar crédito a lo que estaba escuchando, ¿Cómo se atrevía a señalarla de esa forma?, ¿con que derecho se creía?, ellos no tenían nada que ver por lo que no le debía ninguna explicación.—No voy a contestar a esa pregunta, tú solo eres mi jefe y no tengo porque rendirte cuentas de mis actos —refutó ella totalmente determinada.La campanilla del ascensor sonó y Zack la soltó bruscamente, tenía el rostro desencajado y su corazón latía en forma desenfrenada debido a la adrenalina que circulaba con intensidad por todo su cuerpo.Por alguna extraña razón no soportaba la idea de que su secretaria pudiese relacionarse con alguien más, y la sola idea lo descontrolaba.Entró a su oficin
Capítulo 11.– ¿Puedo saber cuál fue el motivo del cambio? –Preguntó la chica con una mezcla de sentimientos encontrados.– lo único que puedo decirle es que fueron indicaciones del señor Anderson – respondió el jefe de personal.Aquellas palabras confirmaban las sospechas de Catherine y experimentó un dolor insoportable.Pensó en renunciar a su trabajo, pero de inmediato descartó la idea.Pues no le daría el gusto a Zack de verla derrotada, y mucho menos cuando ella no tenía ninguna culpa.No comprendía el juego que estaba jugando, y tampoco pensaba averiguarlo, pero lo que sí tenía bien claro sería que daría lo mejor de sí misma en el nuevo puesto que le habían asignado y le demostraría a ese cavernícola de qué estaba hecha. Los compañeros del departamento de creación de contenidos y diseño le dieron una calurosa bienvenida.A todos les alegraba de sobremanera tener a una chica tan brillante entre ellos.En esa área eran muy unidos y siempre trataban de apoyarse mutuamente para cum