Dejando atrás el dolor

Capítulo 5.

Zack experimentó una punzada de dolor al escuchar a la rubia por la que años atrás había perdido la cabeza.

Una mezcla de añoranza y tristeza se instaló en su corazón, pero haciendo acopio de las últimas fuerzas que le quedaban respondió por fin.

—¿Qué quieres, Madison? —articuló él con dificultad.

—Perdón por importunarte, Zack, sé que tú y yo no estamos en los mejores términos, pero te juro que si no se tratara de algo de vida o muerte jamás te molestaría —le explicó ella con su acostumbrado tono meloso.

—No tengo mucho tiempo, así que vayamos al grano —espetó con brusquedad apretando con fuerza su teléfono.

—Mi padre está muy enfermo, él tiene un tipo de sangre poco común, y recordé que tú también lo tienes, Zack y pensé que tal vez podrías ayudarnos en memoria de los viejos tiempos —le pidió ella desesperada.

—Lamento la enfermedad de Peter, pero no soy yo la persona indicada para ayudarlo, adiós, Madison —argumentó contundente cortando la comunicación después.

Zack sintió que su corazón se contraía repentinamente y todavía no podía olvidar a esa mujer.

Una lágrima se deslizó por el rabillo del ojo y respiró hondo.

"Es la última vez..."

Por otro lado, Carherine descubrió que su jefe no la seguía, estaba un poco decepcionada pero pronto se sintió aliviada.

Ella sabía que eran de dos mundos diferentes.

No debería haberlo esperado.

Llegó a su departamento y le extrañó no ver a su madre en la sala esperándola como siempre hacía, por lo que se apresuró a llegar a la habitación para cerciorarse de que todo estuviera en orden.

Abrió la puerta y Amanda se encontraba desmayada en el piso.

—¡¡¡Mamá!!!

Ella soltó un grito al ver que no reaccionaba, llamó rápidamente a los servicios de emergencia y se abalanzó sobre el cuerpo de su madre tratando de reanimarla.

—Por Dios, mamá, contéstame, abre los ojos por favor —gritaba Catherine fuera de sus cabales.

Los servicios de emergencia llegaron y mientras se dirigían al hospital ella se sentía morir, le aterraba la idea de perder a la única persona importante que le quedaba en este mundo.

Zack llegó a la clínica disfrazado con uniforme de chofer para que nadie pudiera reconocerlo, había hablado con los médicos para que la toma de sangre se pudiera hacer sin que nadie lo supiera.

Debido a sus influencias le permitieron ver al viejo Peter, quien lucía tan frágil y desmejorado, y para nada se parecía al hombre que era en el pasado.

Sintió pena por él y se alegraba de haber podido ayudarlo aunque fuera un poco.

Avanza por los pasillos tratando de perderse entre la gente, pero por supuesto que su impresionante físico no pasaría desapercibido, incluso estando vestido como chofer, las miradas femeninas estaban sobre él.

Catherine estaba perdida en sus pensamientos esperando los resultados que le darían los médicos, cuando una poderosa figura masculina llamó su atención e inmediatamente fijó su mirada hacia el sujeto.

—Zack —murmuró casi en un susurro.

Él reconoció la dulce voz de su secretaria y volvió su mirada hacia donde ella estaba.

—¿Qué haces aquí?, deberías estar descansando —la reprendió.

—Lo mismo podría preguntar yo, es raro verlo vestido como un simple mortal —rio Catherine ante el escrutinio de su guapo jefe.

—No me cambies el tema, hace un rato te sentiste mal, y mírate, todavía estás muy pálida, así que ponte de pie, te llevaré a tu casa —le indica con autoridad.

—No puedo irme, mi madre está internada en este lugar y estoy esperando los informes sobre su salud —le explica con lágrimas en sus hermosos ojos.

Él se acerca y le rodea los hombros con sus brazos y se sienta en una silla junto a ella, la mira directamente a los ojos y toma su mano.

—Todo estará bien —La tranquilizó con esa voz que irradiaba tanta seguridad y que la hizo sentir mejor.

Su cercanía era tan reconfortante para Catherine.—Familiares de Amanda Fletcher —preguntó el médico de turno.

—Soy su hija —se apresuró a contestar la chica.

—Le informo que su madre necesita reposo, su presión arterial está algo elevada, y tal vez sería conveniente un tiempo lejos de todo para estabilizarse —le informa el doctor.

Al escuchar las palabras del doctor, Catherine se sintió culpable, ya que su madre le había pedido dinero para hacer un viaje con sus amigas del club, y ella no había accedido a dárselo por considerar que se trataba de las típicas frivolidades de Amanda.

—Si tú quieres puedes tomarte unos días para acompañar a tu mamá —le dijo él de repente causando una gran sorpresa en la joven.

Cerró los ojos e imaginó un poco de tiempo libre para descansar, desde hacía dos años que no tenía un solo día de descanso y el cuerpo ya había empezado a cobrarle factura por excederse.

—No creo que eso sea conveniente, pero de igual forma te lo agradezco —respondió con resignación.

—¿Por qué lo dices? —pregunta con genuino interés.

—Mi madre no me soporta —suelta sin detenerse a pensar en lo que le está diciendo.

Zack se sorprende pero no dice nada, por el contrario, intensifica un poco más su abrazo y le acaricia el cabello.

Sin darse cuenta, Catherine descansa su cabeza sobre el ancho hombro de su jefe, hasta que la voz de una enfermera la saca de su estupor.

—Señorita, su madre pide verla, ya le dijimos que nosotros podemos ayudarla a vestirse pero ella quiere que lo haga usted —dice la joven que no deja de ver a Zack con ojos llenos de deseo.

Catherine trata de disimular su molestia y desvía su mirada hacia otro lado, se levanta de un salto abandonando la posición que tenía junto a Zack.

La enfermera se marchó y la chica se disponía a irse para ayudar a su madre, cuando unos fuertes brazos la aprisionan atrayéndola hacia él.

—¿Qué estás haciendo? —inquirió ella sin poder dar crédito a lo que estaba pasando.

Él no contestó y solo se limitó a mirarla con intensidad.

Catherine no comprendía lo que estaba pasando pero no fue capaz de articular palabra alguna debido al impacto que le causaba la cercanía con ese hombre que la trastornó.

Madison pasaba cerca de donde ellos se encontraban y Zack se percató de que ella los estaba observando discretamente.

Por eso había abrazado a Catherine, y sin pensarlo mucho.

Acercó su rostro al de ella uniendo sus labios en un beso apremiante que se fue intensificando ante la mirada de una extrañada Madison que no podía creer lo que sus ojos estaban viendo.

—Zack, que bueno que estás aquí, te agradezco tanto que hayas venido —gritó la mujer una vez que creyó conveniente hacerlo.

—No estoy aquí por lo que piensas, Madison, he venido a acompañar a Catherine, su madre también está en este lugar —mintió tratando de sonar lo más natural posible aún cuando su presencia lo descolocaba.

En el rostro de Madison se dibujó una mueca de desprecio mientras dirigía su mirada despectiva hacia Catherine a quien Zack  continuaba abrazando.

—¿Y supongo que ella es tu empleada? —preguntó con tono de molestia.

—Si nos disculpas, Madison, tenemos que irnos —contesta bruscamente sin querer contestar a lo que su ex novia le había preguntado.

—Deberías ver a mi padre antes de irte, y por cierto, ya apareció un donante, y pensé que habías sido tú quien lo hizo —pronuncia con la intención de incomodar a Catherine.

Zack tomó a la chica del brazo y se encaminó a acompañarla hacia la habitación de su madre, no sin antes fulminar a Madison con la mirada, pues le guardaba tanto rencor que le era imposible disimularlo.

—¿Me puedes explicar que fue todo ese espectáculo del que me hiciste partícipe? —inquirió ella completamente molesta.

—Lo lamento, Catherine, por haberte besado sin tu permiso y por la escena que tuviste que presenciar —se disculpó Zack consternado.

Catherine vio el dolor dibujado en los hermosos ojos de su jefe y sintió una mezcla de celos y preocupación.

Sabía que él estaba sufriendo y de cierta manera le afectaba porque aunque no quisiera reconocerlo.

Estaba empezando a sentir cosas por él, y para colmo ese beso que le había dado no ayudó mucho.

—¿Es ella verdad? —le preguntó arrepintiéndose al instante por estar traspasando los límites.

Él asintió y ella prefirió guardar silencio, pero movida por un impulso le dio un emotivo abrazo que para Zack fue como un bálsamo para su alma.

Aquel momento era mágico, solo existían ellos sin importar nada a su alrededor.

El contacto de su cuerpo despertaba todos sus sentidos y conforme los segundos pasaban las sensaciones se incrementaban.

Todo era perfecto, la atmósfera propicia para lo que sería el nacimiento de algo muy especial, cuando de pronto se escuchó una voz que los devolvió a su cruel realidad.

—¿Qué significa esto? —se escuchó una chillante voz femenina.

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