(NARRACIÓN: SEBASTIÁN)
No sé cuántas veces Isabella se ha desmayado ya. El doctor dijo que ella no tenía nada malo pero siempre se desmaya. Es molesto, es como si Isabella fuera un grano en el culo.
Mis padres están completamente alterados porque Isabella no despierta, yo no me preocupo, tiene que despertar. Ni que se haya muerto o algo parecido.
La veo abrir los ojos y bueno… si me calma que verla despierta. Se ve un poco aturdida pero no sé qué mierda sucede. Mi madre corre por un vaso de agua y regresa totalmente desesperada para poder dárselo a Isabella.
No se que mierda sucede pero toda mi familia tiene a Isabella en un puto pedestal.
N
NARRACION ISABELLAObservo la televisión mientras me cuestiono que fue lo que sucedió ayer. Perdí la cabeza por completo, me entregue a un hombre al cual no debía de entregarme. Lo volví a hacer, volví a dejarme caer en la tentación de Sebastián. Él se molestó por algo que ni siquiera supe, se fue de la casa de sus padres y me dejo ahí. En la noche los gemelos pasaron por mí y me trajeron a casa, tal vez perdí una oportunidad para escapar. No lo sé...Mi mirada se clava en la pantalla cuando veo mi rostro en el. La nota es sobre mí y mi desaparición, mi corazón se detiene al ver el rostro de Sebastián también en la pantalla.Ya han pasado más de quince días desde que la famosa reportera Isabella Rinaldi ha desaparecido o mejor dicho, capturada por Sebastián Russo, alias el Demonio De Va
NARRACION SEBASTIAN.Mi mirada viaja por su rostro cuando me doy cuenta que no se ha movido en los últimos cinco minutos. Parece estar completamente perdida en sus pensamientos. Quisiera poder leerlos pero es completamente imposible. Isabella está completamente seria, lo ha estado desde ayer.Tal vez esta triste por haberse separado una vez más de su hermana. No me interesa si la extraña. Debe de mantenerse tranquila y complaciente para mí... por eso la he traído. Para complacerme. No es mi maldita culpa lo que sucedió en el centro comercial, tampoco es mi maldita culpa que haya tenido que llenar el maldito centro comercial de sangre.—Gatita— la llamo. Isabella voltea a verme y suspira. Su rostro está completamente pálido y a diferencia del otro día que fuimos a visitar a mis padres puedo percibir como ella no está usando ni una gota de maquillaje. No
NARRACION: ISABELLAUn gemido ahogado se escapa de mi garganta cuando el vuelve a sujetarme con las cuerdas de la gran cama negra. Sebastián suelta una pequeña sonrisa perversa que promete mucho para esta noche. Me mira fijamente y venda mis ojos con una clase de seda negra. Lo siento asegurarse de que no pueda ver ni un pequeño milímetro de luz.— ¿Estás viendo?—pregunta en un susurro. Su voz suena nuevamente caliente, sedienta y ansiosa por tocarme. Niego suavemente y puedo escuchar el pequeño sonido característico que hace cuando suelta una pequeña risa. — Bien, entonces disfruta— suelta.Sus palabras son como pequeñas promesas de lo que vendrá después. Sé que no me lastima
NARRACIÓN SEBASTIÁN.Cierro la carpeta y maldigo con fuerza al escuchar el teléfono sonar por quinta vez. Observo el número telefónico y me doy cuenta que Lucas está llamando. Contesto la llamada y gruño. Sé que me dira alguna estupidez.—¿Qué sucedió con mi mujer?—digo.—Ha escapado —dice Lucas.— no puedo encontrarla. Hablo enserio Sebastián la maldita Isabella ha escapado. Encontré tres guardias golpeados ¡Tres!Una sonrisa se escapa de mi rostro al escuchar las palabras de Lucas. Tres hombres golpeados ¿Por ella?—¿Estas segura qu
En la mañana me despierto nuevamente con esa maldita sensación de haber sido perseguida por todo un día. Tengo el cuerpo lleno de sudor y me siento completamente agitada, asustada. Nuevamente tenido ese sueño, ese sueño donde ese hombre de ojos verdes me persigue por una autopista.No le veo la cara al hombre pero lo único que sé es que debo de escapar. Cada vez que lo veo en mis sueños me provoca una extraña sensación de pánico y de terror. Siempre sueño con lo mismo, estoy caminando con una pierna lastimada por una larga autopista.— ¿Estas despierta?— escuchó la voz de una chica desde la puerta de mi habitación. Me siento en la cama y observo a la chica que está frente a mí. — perdón… olvidaba que debo de hablarle por se&ntild
NARRACIÓN SEBASTIÁNUno de los gemelos entra a mi habitación con una gran sonrisa en el rostro. Lo observo por un momento y alzo la ceja para después notar que está riéndose.— ¿Qué mierda?— le pregunto a Oscar mientras sonríe. Él niega por un momento y se cruza de brazos.— ¿No piensas darte cuenta?—me pregunta con una sonrisa burlona. — no debería decirte esto, pactamos que nadie diría una sola palabra sobre esto pero me harta.— ¿De qué mierda estás hablando?— le pregunto mientras me acerco a él.—No te pienso decir mucho Sebastián— dice mientras su rostro se vuelve completamente serio. Frunzo el ceño y gruño. Comienzo a molestarme con la idea de no saber toda la puta información. — ponte a pensar la información
NARRACION: ISABELLATal vez no debí haber dicho lo que ha sucedido. Tal vez he cometido un error pero sé que él tenía que saber lo que estaba ocurriendo. La noticia llegó a mi cuando Sebastián se fue de casa. La señora Cristina ha desaparecido. Creo que está destrozada.Estaba en la cocina cuando el teléfono comenzó a sonar. Sabía que no debía de contestar el teléfono de la casa pero aun así decidí hacerlo. Había una mujer llorando y por la voz pude reconocerla casi al instante. Ahora tengo a Sebastián frente a mí con el rostro completamente pálido.Lo veo mientras se sienta en el sofá de su oficina y voltea a verme. Juego nerviosa con mis manos y lo observo.
NARRACIÓN: SEBASTIÁNIsabella se ha mantenido completamente callada todo el día, parece estar pensativa y parece no encontrar la manera de acercarse a mí. Si estoy mal, lo tengo que admitir. Perdí a mi puto padre, a mi viejo, al hombre que me aguanto por mucho tiempo. Solo quiero estar solo en mi maldita habitación. No quiero que nadie me moleste pero parece que Isabella no lo entiende. Gruño al escuchar tres pequeños golpes sobre la puerta de mi habitación. Guardo silencio durante un momento y ella vuelve a tocar la puerta de mi habitación.—Sé que estás ahí— dijo ella al otro lado de la puerta. — voy a entrar.—No entres— digo.—Por favor...yo, necesito entrar. ¿Puedes dejarme pasar?— pregunta.—Mierda Isabella, pasa. —digo mientras estiro mis manos hacia mi cuello. La