Capítulo 24
Los Herrera vivían en la zona más próspera de Terraflor, en terrenos cuyo valor era inalcanzable para la mayoría.

En ese preciso momento, la tensión en el salón era palpable. Apenas Mateo entró, una pila de periódicos voló directo hacia él.

—¡Mateo, ¡de rodillas! —Carlos, sentado en el sofá con su bastón, lucía impecable a pesar de sus canas, pero su rostro envejecido estaba contorsionado por completo por la ira.

—Abuelo, ¿qué he hecho mal?

—¿Ana y tú terminaron? ¿Verdad?

Mateo ni siquiera había tenido tiempo de informarle a Carlos. Pensaba que Ana solo estaba siendo dramática y que pronto vendría a reconciliarse, así que no valía la pena mencionarlo.

—¿Ana te lo dijo? —preguntó Mateo se quedó pensativo.

Su actitud enfureció aún más a Carlos, quien empezó a toser con violencia por la alteración. Mateo se apresuró a darle unas cuantas palmadas en la espalda.

Cuando el anciano recuperó el aliento, de inmediato golpeó la pierna de Mateo con su bastón. —¡Mira las bestialidades que has hech
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