—Señor Mateo, quizás debería considerar donar sus ojos, ya que parece que no los está usando.Ana apagó la pantalla de su teléfono y se mantuvo de pie con gesto despreocupado. A pesar de estar rodeada por tres personas, no mostró ni un ápice de temor.Cuanto más segura se mostraba ella, más crecía la irritación de Mateo. A pesar de que Ana ya no tenía nada, ¿de dónde sacaba tanta arrogancia? ¿Quién le daba ese valor?¿Gabriel? En este incidente de ciberacoso, no solo no había apagado el fuego, sino que lo había avivado. Mateo descartó esta posibilidad inmediatamente.¿Entonces quién podía ser?¡Tadeo!Este nombre surgió abruptamente en su mente, haciendo que apretara los puños hasta que crujieron.Soltó una risa fría.—Ana, ¡realmente tienes talento!Pasando de uno a otro. ¡Ni una cortesana cambiaba de hombres con tanta frecuencia! Con los dos anteriores, al menos eran mayores, ¡pero ahora había puesto sus garras en un estudiante de secundaria! Simplemente... ¡sin vergüenza!Ana no ten
El aspecto de Ana era del tipo frío y distante, como si no perteneciera al mundo terrenal. Irónicamente, sus palabras y comportamiento eran todo lo contrario. Cuando se enfurecía, no tenía piedad con nadie.Los tres frente a ella habían sido testigos de ello. Sus palabras les recordaron simultáneamente esos desagradables recuerdos, siendo Mateo quien mostraba la expresión más sombría.En esta situación de 1 contra 3, Ana claramente llevaba la ventaja.En medio del tenso silencio, Isabella recibió una llamada telefónica. Su rostro palideció visiblemente y sus hombros comenzaron a temblar, mostrando su vulnerabilidad.Paula preguntó rápidamente:—Isabella, ¿qué ha pasado? Te ves terrible, ¿no te sientes bien?Siguiendo su voz, Mateo finalmente apartó la mirada de Ana. Sus dedos se movieron inquietos, pero no hizo ademán de sostener a Isabella.Con ojos llenos de lágrimas, Isabella miró a Ana con odio. Su voz delicada estaba entrecortada por el llanto:—¡Ana! ¿Qué te he hecho yo? Siempre
[Creo que los Ramírez ya sabían que Ana no era su hija.][No importa si es una familia rica, yo no querría una familia tan asfixiante.]...Con las grabaciones, transferencias y fotos de lesiones, los internautas ya podían imaginarse la miserable infancia de Ana.¿Qué ladrón querría robar una vida así?Si al menos Ana hubiera disfrutado de comodidades en la casa de los Ramírez... pero ¡claramente había ido a sufrir! Si no hubiera sido Ana, habría sido Isabella quien recibiera los golpes, los insultos y las fracturas.Ana realmente era la víctima. No solo había sufrido, sino que además tuvo que darle a los Ramírez quinientos mil dólares. ¡Pagó para sufrir!Los internautas estaban conmocionados.Y esto no era todo.Respecto a las acusaciones de que Isabella era la tercera en discordia, Ana presentó una cronología detallada. Ella y Mateo habían crecido juntos, y comenzaron su relación formal al graduarse de la preparatoria.La declaración de amor de Mateo había sido grandiosa, y aún hoy s
La mirada de Ana era serena, sin mostrar fluctuación alguna en sus emociones.Mateo quedó momentáneamente mudo. La luz de la pantalla de su teléfono se apagó, y su mano, que había estado levantada, cayó naturalmente. Su hermoso rostro reflejaba una expresión compleja.Nunca había sabido que Ana viviera así en la casa de los Ramírez.Los Ramírez y los Herrera, debido a la relación entre los patriarcas, habían acordado el compromiso desde que eran niños. Para el mundo exterior, los Ramírez se estaban beneficiando de esta unión.Al principio, Mateo era extremadamente reacio a relacionarse con Ana. Su conciencia de clase era fuerte, y siempre pensó que alguien como ella no merecía ser su prometida.Pero en algún momento, sus sentimientos cambiaron. Desde el jardín de infancia hasta la universidad, siempre fueron compañeros de clase. La relación se intensificó durante el despertar romántico de la preparatoria. En aquel entonces, Mateo amaba profundamente a Ana, dispuesto a hacer cualquier c
La declaración tomó a Ana por sorpresa. ¿Isabella diciendo algo así por iniciativa propia? Parecía que el golpe había sido realmente fuerte.Ana no sentía ni pizca de remordimiento. Se mantuvo en silencio, esperando ver cómo respondería Mateo. Después de todo, Isabella era su adoración.Mateo apenas le dirigió una mirada a Isabella. La palabra "bien" apenas había salido de su boca cuando, de repente, ella cerró los ojos y se desplomó hacia sus brazos.Todo ocurrió en un instante. Mateo la atrapó instintivamente, lo que provocó que Ana comentara con sarcasmo:—El señor Mateo sí que es fiel a sus sentimientos.La imagen de Isabella como una mujer gentil y virtuosa se había hecho añicos con las pruebas reveladas. Y ahora, la acción de Mateo dejaba muy clara su posición.Ana no se sentía afligida en absoluto.—Ana... —Mateo pronunció su nombre, pero ella no le dio oportunidad de continuar.—Señor Mateo, ¿no le parece inapropiado llamar a su ex mientras sostiene a su prometida en brazos?—
Gabriel, conociendo bien el comportamiento de Jorge, le lanzó una mirada de advertencia. Jorge inmediatamente levantó las manos en señal de rendición. Su atractivo rostro mostró un destello de resignación. Respecto a los rumores que circulaban, él había mantenido cierto escepticismo, pero ahora, ¿para qué dudar? Gabriel claramente había caído rendido. Pronto habría otro miembro más en el club de "los dominados por sus esposas".—Hola, soy Ana —se presentó ella con naturalidad, mostrándose amigable y desenvuelta, sin rastro de afectación.Jorge dejó entrever un destello de admiración en su mirada.—Soy Jorge, el hermano de Tadeo. Gracias por cuidar de mi hermano últimamente. Deberíamos cenar juntos algún día...Jorge siempre era entusiasta con las personas que aprobaba. Además, había investigado a Ana hace tiempo; si hubiera encontrado algo sospechoso, jamás habría permitido que Tadeo se relacionara con ella.Tadeo apenas tenía dieciocho años. Con cinco hermanos mayores protegiéndolo,
La publicación de Ana era clara, ordenada y completa en evidencias, fácil de entender.Jorge no sabía si era que él estaba siendo demasiado sensible, pero su intuición le decía que la explicación más razonable para el tratamiento que los Ramírez daban a Ana era que ellos ya sabían que no era su hija biológica.Al expresar esto en voz alta, recibió la aprobación de Gabriel. Ambos habían llegado a la misma conclusión.Ya en el coche, Jorge preguntó:—Y tú, ¿qué piensas hacer?Gabriel se quitó las gafas con una mano. Sus largas pestañas ocultaban sus pupilas oscuras mientras respondía con voz despreocupada, pero cargada de una frialdad cortante:—Los que han maltratado a Ana no se escaparán, ni uno solo.Su actitud protectora hizo que Jorge chasqueara la lengua.—Si Mariana supiera que tienes esta faceta, quién sabe cómo se le rompería el corazón.Mariana era la hija adoptiva de los Vargas. Desde pequeña había estado enamorada de Gabriel. Durante sus años de estudiante no dejó de persegui
Isabella levantó la vista hacia Samuel.Sus ojos reflejaban cierta inquietud, y su pequeño rostro estaba completamente pálido.—¿Qué pasa, Isa? —aunque su corazón estaba lleno de resentimiento, Samuel se esforzó por hablarle con paciencia y suavidad.—Si van a buscar a Ana para reconciliarse... no me importa. Al fin y al cabo, ella vivió con ustedes más de veinte años.—Esa publicación que hizo, iba completamente dirigida contra mí. Yo soy quien ha arrastrado a los Ramírez a esto.Al decir esto, Isabella se ahogó un poco, con los ojos tan rojos como los de un conejo.—Samuel, tienes que creerme. No contraté a nadie para insultarla, ni me interpuse en su relación con Mateo. En la universidad, estaba muy agradecida con Mateo por financiar mis estudios, pero nunca tuve ese tipo de sentimientos hacia él.Aunque los tuviera, Isabella jamás lo admitiría.Samuel extendió la mano y le acarició la cabeza.—Isa, te creo. Es nuestra culpa por no saber reconocer a las personas, por criar a una mal