Capítulo 23
Ana recordaba cómo hace tiempo, cuando estuvo al borde de la muerte por la gripe, Mateo se había mostrado indiferente. Tal vez para entonces ya no la amaba.

La emoción en los ojos de Ana inquietó por completo a Mateo, haciendo que cada palabra que saliera de su boca fuera como una feroz espina. —Ana, tú golpeaste a Fernando, ¡discúlpate ahora mismo!

Con esas palabras, la habitación quedó en un silencio sepulcral. Lucía retiró su mano del hombro de Fernando y se apresuró al lado de Ana.

—Señor Herrera, Ana no tiene nada que ver con esto, fue en defensa propia. Fernando la atacó primero, si alguien debe disculparse es él —las palabras de Lucía, defendiendo a una simple extraña sobre su esposo, enfurecieron tanto a Fernando que se quedó al instante sin palabras.

Mateo, con sus pupilas ensombrecidas, mantuvo su mirada fija en el rostro pálido e indiferente de Ana. —¿Y no debería disculparse por golpear a Isabella?

Lucía se rio con sarcasmo. Así que había venido a defender a su querida Isab
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