Capítulo 19
Gabriel tomó sus inquietas manos y la obligó a mirarlo de frente.

—Ana, ¿quién soy yo? —preguntó él.

Ana se mostró algo confundida por un momento antes de que el calor que sentía la abrumara de nuevo. —Mateo... —murmuró.

Aunque el resto de sus palabras fueron ininteligibles, ese simple nombre fue suficiente para que el rostro de Gabriel se ensombreciera al instante.

—Tengo bastante calor... —susurró ella.

Si Ana no hubiera mencionado en ese momento el nombre de Mateo, quizás Gabriel habría estado dispuesto a mantener la compostura hasta llegar a la villa. Pero ahora... Gabriel volvió a ponerle el abrigo y le pidió al chofer que pusiera el aire acondicionado al mínimo.

—Aguanta —le dijo secamente.

El auto aceleró, disipando por completo aquella atmósfera tan íntima. Ana se sentía terriblemente incómoda y trató de liberarse con todas sus fuerzas del agarre del hombre a su lado, pero era demasiado débil. En su frustración, terminó mordiendo inconsciente el brazo de Gabriel.

Al Gabriel al
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