La respiración de Stacy está más agitada que nunca en su vida. Su corazón palpita a un ritmo que no es para normal y cada parte de su cuerpo se encuentra temblando horrorizada por lo que acaba de hacer.—¡Dios mío! ¿Está respirando? —se pregunta a sí misma mientras observa fijamente el cuerpo inmóvil en el suelo sucio de la sala de su casa.El lugar es un completo desastre. Los pedazos de vidrios rotos se esparcen por todo el suelo, el cuerpo de su padre yace boca abajo en la dura madera mientras un enorme charco de sangre se acumula alrededor de su cabeza, esparciéndose poco a poco y manchando todo lo que toca.“¡Ay, Dios mío, Dios mío! ¿Qué demonios he hecho?”. Se pregunta aterrada y lo que quedaba de la botella de cerveza resbala de su mano cayendo hacia el piso y llenando la habitación del eco del estruendo.—Stacy, tienes que salir de aquí ya. Tengo un poco de dinero ahorrado. No es mucho, pero al menos es algo. Cógelo y vete de aquí corriendo.La voz ronca de Celeste, la madre d
Una semana antes.Stacy va camino hacia la única mesa ocupada de la cafetería ignorando el teléfono que suena a sus espaldas. Lleva una bandeja con una única taza de café al hombre que está sentado con aire misterioso.Está impecablemente vestido de pies a cabeza y Stacy nunca lo había visto antes. Por eso y la forma en la que está vestido, es evidente que o bien anda de visita, o bien acaba de mudarse al pueblo de los mil demonios.Los ojos grises del mismo brillan cuando ella llega con el café. Por más que lo desea, no puede dejar de mirarla, no sabe por qué, pero esos ojos verdes con destellos amarillos lo han invadido y ahora no quiere salir de sus profundidades.—Negro como mi alma. Es perfecto —dice él y le da un sorbo al café sin dejar de mirarla aún. Sus ojos se arrugan en las comisuras cuando sonríe— Muchas gracias. No te imaginas de qué forma una buena taza de café puede enmendar un día horroroso.—De nada —responde ella tímida, la forma en la que él la observa la amedrenta
—¿Sabes? Yo nunca he sido fan de hacer las cosas tan básicas y sencillas, así que vamos a convertir esto en algo más que un tonto juego de fiesta —continúa diciendo Xavier sin esperar una respuesta de parte de ella.Stacy lo observa atentamente mientras saca cuatro billetes de cincuenta dólares de su cartera y los alinea sobre la mesa.—¿Podrías explicarme exactamente en qué consiste el juego y por qué estás sacando dinero? —le pregunta ella finalmente alzando una de sus cejas.—Fácil, tienes que contarme dos cosas tuyas que sean ciertas y una falsa, obviamente yo tengo que adivinar cuál es la falsa. Si logras engañarme en algo, te irás con cien dólares.Los ojos boscosos de la rubia se entrecierran cuando se clavan en el dinero que hay encima de la mesa.—¿Y el resto del dinero?—Fácil también. Te diré mis dos verdades y mi mentira. Si adivinas correctamente, los otros cien dólares son tuyos.—¿Y ya está? Parece demasiado sencillo.—A menos que te interese añadir términos adicionales
Stacy se aleja de Xavier y se dirige a la barra para llevarle el menú al nuevo cliente. Su compañera de trabajo y mejor amiga, Kate está apoyada en la barra mientras consulta su celular.—No te preocupes, yo me encargo —le dice Stace.—¿Estás segura? Puedo encargarme de este si quieres volver a hacerle el amor con los ojos al galán de allá —le responde Kate divertida refiriéndose a Xavier.—No estaba haciendo nada de lo que acabas de decir. No seas ridícula, solo estaba…Kate deja el celular y levanta la vista para observar a su amiga a través de sus largas pestañas para luego hacerle una seña que le indica que mire hacia atrás.Stacy no puede evitar mirar a Xavier y este levanta una de sus cejas mientras bebe su café. —Lo ves, sí hacen el amor con los ojos, él no te los ha quitado de encima desde que saliste de su mesa.—Bueno, como tú digas. De momento voy a atender al nuevo cliente que parece que quiere asesinarnos con la mirada ¿Soy solo yo o ese tipo también te hace sentir un po
Stacy coloca las bolsas en el suelo y cruza los brazos sobre su pecho mientras respira hondo. Sabe que es necesario que mantenga la calma pase lo que pase. No es un hombre normal, lo supo desde el momento en el que entró al restaurante. Algo en sus expresiones y en su forma de ser la mantiene alerta.—Creo que olvidaste que esta es la puerta de servicio, no se puede entrar por aquí, además, ya está cerrado —le dice ella calmada, pero con voz firme.—Menos mal que no estoy aquí para comer entonces —la afirmación del hombre suena más a una amenaza.Al escucharlo, ella se aleja un paso, pero él es más rápido y la agarra firmemente de la muñeca, sujetándola con fuerza.—¡Suéltame! —le ordena ella.—No hasta que consiga lo que quiero.Un millón de horrores pasan por la mente de Stacy, pero se mantiene fuerte y los aparta, necesita tener la cabeza despejada para pensar con claridad.—¿Qué es exactamente lo que quieres? —le pregunta ella.El hombre la mira de arriba abajo lascivamente mientr
Las cosas no podían estar más locas de lo que ya estaban. En una misma noche, Stacy había conocido a Xavier, un hombre extrañamente misterioso e interesado en darle una propina exagerada solo por conocerla; otro hombre la había intentado asaltar y el mismo Xavier había aparecido para rescatarla como si hubiese sido sacado de un cuento de princesas ¿Qué más podía sucederle?Lo mínimo que podía hacer ella era prestarle los primeros auxilios y atender el corte que él se había hecho en su mano.Por mucho que se lo repetía para sus adentros, había otra razón por la que estaba haciendo eso, Xavier le atraía y, su parte curiosa, necesitaba conocer más sobre él.Él par de ojos grises la siguió hasta la cocina del restaurante sin decir una sola palabra. Stacy rebusca en una de las alacenas hasta encontrar el botiquín.—Supongo que tengo suerte de que seas una estudiante de enfermería ¿eh? —dice él siendo el primero en romper el hielo.Stacy le da un asentimiento con su cabeza, pero no dice nad
Los golpes en la puerta no cesan y logran que a Stacy se le haga un nudo en el estómago. Está tan asustada que lo único que piensa es que la policía la encontró, su tío, el sheriff del pueblo tuvo que haber movido sus hilos y dio con ella más pronto de lo que pensaba.“No puede ser, es imposible. Salí de la casa directo hacia aquí. No tomé ninguna carretera central, me desvié todo lo que pude para evitar que alguien me viera.” Pensaba ella en un intento de brindarse un poco de esperanza.—Si no abres la puerta encontraré la manera de entrar. No podrás mantenerme fuera.Esa voz, tenía algo particular, algo que, a pesar de todo el temor y los nervios, la atraía, pero, no tenía tiempo para pensar en ello. Fuera quien fuera, Stace no pensaba abrir esa puerta, era lo único que se interponía entre ella y el mundo exterior, era lo único que le estaba brindando algo de seguridad.La rubia pensó en esconderse. Ella no abriría la puerta, pero la madera de la que estaba compuesta no parecía muy
La tensión recorre el cuerpo de Stacy por enésima vez en una misma noche. Por más que lo piensa no comprende cómo es posible que su vida haya podido cambiar tanto en cuestión de segundos.—¿Qué está pasando? —le pregunta ella aterrorizada.—Parece una especie de control policial, no es normal que hayan tantos coches a la salida del pueblo.Justo en ese momento, la chica se dio cuenta. Nadie conocido la había visto, pero todavía llevaba la misma ropa anegada en sangre.—Demonios ¿Crees que el recepcionista del motel podría haberlos llamado?Esa era la única razón posible para que todos esos policías estuvieran ahí a esas horas de la noche.Xavier le echa un vistazo a la ropa manchada de la rubia y hace un gesto de incomodidad.—Es posible, dada la sangre. Si están tras de ti, si te están buscando, tu ropa te delatará.Los hombros de Stacy se ponen más rígidos de lo que ya estaban y sus cejas se fruncen al sentir el miedo recorriendo todo su cuerpo ¿Cómo es posible que a cada minuto que