La escena tuvo lugar en la oficina de George Harrison. Oliver, con el rostro congestionado y los ojos inyectados en sangre, descargaba su ira contenida. Sus sospechas sobre el príncipe Arthur habían llegado a un punto crítico. Convencido de que el enigmático príncipe había seducido a Blair con intenciones poco puras, Oliver estaba decidido a descubrir la verdad. La idea de que Arthur conociera a Blair desde antes y de que pudiera estar obsesionado con ella lo consumía por dentro.—George, ¡esto va más allá de una simple preferencia! Estoy seguro de que el príncipe Arthur la conocía antes. Blair me contó que hay algo siniestro en su mirada y yo presiento que puede tratarse de una obsesión enfermiza. ¡Tiene que haber algo más!—Oliver, entiendo tu preocupación, pero necesitamos pruebas concretas. Acusar a un príncipe de seducción y obsesión sin pruebas podría tener graves consecuencias.—¡Pero es obvio! Blair no está mintiendo y la utilizó para que yo accediera al compromiso con la capr
La reunión tiene lugar en el salón principal de la mansión de Cambridge. La familia real danesa se reúne con los anfitriones. El gran ausente es el conde Patrick.En ese momento, el príncipe anunció en voz alta:—Antes de partir hacia Dinamarca, quiero anunciar una noticia que nos llena de alegría a todos. Hemos decidido fijar la fecha de la boda de Elizabeth y Oliver.—¡Papá! ¿En serio? ¡Qué emoción! — exclama Elizabeth visiblemente emocionada.—Sí, mi querida hija. Será el próximo verano.—¡Sí! ¡Lo sabía! ¡Será la boda más hermosa de todo el reino! Elizabeth lanzó un gritito de emoción.—¿El próximo verano? Creo que es un poco pronto, ¿no? —objeta Oliver sorprendido.—No, Oliver. Hemos considerado todos los factores y creemos que esta fecha es la más adecuada —explicó el príncipe con arrogancia.—Lo siento, pero no puedo aceptar casarme tan pronto. Necesitamos más tiempo para conocernos —dice Oliver mirando a su tía con recelo.—Oliver, entiendo tu punto de vista. Pero también debes
Reclusorio femenino, Londres.Aislada en la celda, Julia se aferraba a la débil luz que se filtraba por una pequeña ventana, como una tenue luz de esperanza en medio de la abrumadora oscuridad. El eco de sus sollozos se perdía en la inmensidad de la prisión, un lamento desgarrador que resonaba en las frías y húmedas paredes. Cada latido de su corazón era un martillo que golpeaba contra las rejas de su alma, recordándole la atrocidad que había cometido y el abismo en el que se había sumido. La soledad la consumía, el miedo la paralizaba y la culpa la ahogaba. En ese infierno de barrotes y sombras, ansiaba la muerte como una forma de escapar de la tortura de su conciencia. ¿Habría sido capaz de imaginar un destino tan cruel? Ahora, encerrada en su propio purgatorio, comprendía con horror que el dinero fácil tenía un precio demasiado alto, un precio que estaba dispuesta a pagar con su vida.—Maldita sea, Julia Connor sigue sin decir nada. Peter, ¿por qué se niega a hablar? —dijo George,
La mañana siguiente, en una elegante oficina con vistas a la ciudad. Oliver está de pie junto a la ventana, mirando hacia el horizonte, mientras John se sienta en un sillón, observando a su jefe con una mezcla de admiración y tristeza.—¡Señor! ¡Tengo noticias sobre la casa de subasta!—¿Qué has descubierto, John? —preguntó Oliver mirándolo con atención. —Según mi investigación, el príncipe Olsen estuvo allí durante su reciente visita a Londres. Pasó un tiempo con una chica que se parece físicamente a Blair, con cabello rojizo. Estuvo en una de las salas privadas.Oliver abriendo los ojos como platos, exclamó sorprendido.—¡No puede ser! Mis sospechas eran reales. Esto es más grave de lo que pensaba.—Sí, y creo que debemos actuar rápido. No podemos permitir que esto continúe —asintió John.—Tienes razón. Prepárate, John. Voy a visitar ese horrendo lugar de nuevo. Esta vez, no me detendré hasta llegar a las últimas instancias.—Usted y el FBI pueden hacer que esta mafia cese por comp
Blair se quedó paralizada en la entrada, sintiendo cómo el frío de la noche se colaba por su piel. Las lágrimas caían sin control y su voz temblaba al hablar.—No puedes hacerme esto, Julia. Lanzarme a la calle como a un perro, no tengo a dónde ir. Mi padre apenas acaba de morir, no tengo más parientes —suplicó, con la garganta apretada como si una daga la atravesara, robándole el aliento.Julia la miró con desprecio, se cruzó de brazos y soltó una risa burlona.—¿Y qué esperabas, Blair? ¿Qué te quedarías aquí para recordarme cada día lo que perdí? Eres solo una carga, y no tengo por qué soportarte. ¡Lárgate de mí vista! —gritó, y su voz resonó en la casa vacía, llena de un odio que no podía ocultar.Blair sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor, pero no podía rendirse.—Por favor, Julia, solo necesito un poco de tiempo... —su voz se quebró, pero la furia de su madrastra no conocía límites.—¡No me importa! —respondió Julia, empujándola hacia la puerta con una fuerza que la
Minutos más tarde, Blair llegó a la pensión donde vivía, abrumada por el intenso frío nocturno. Al entrar, corrió hacia su habitación y cerró la puerta tras de sí con un suspiro de alivio. Sin embargo, el silencio que la rodeaba la envolvió y, de repente, su mente se llenó de recuerdos del pasado. Recordó cómo, hacía más de un año, Julia la había echado de casa como si fuera un perro, una experiencia que la había dejado marcada y llena de dolor. Las lágrimas brotaron de sus ojos al rememorar aquel momento desgarrador, y la sensación de traición y desamparo que había sentido en ese instante la cubrió completamente.Pero, a pesar de la tristeza que la invadía, una sonrisa comenzó a asomarse en su rostro. Reflexionó sobre su vida actual y se dio cuenta de que, a pesar de las dificultades, había logrado reconstruir su vida. Contaba con un trabajo que le permitía mantenerse y un techo donde refugiarse. Esa pequeña victoria, aunque frágil, era un testimonio de su resiliencia y determinación
Desde lo alto de un imponente y majestuoso edificio en Londres, un aristócrata y multimillonario caballero contemplaba el paisaje urbano. Era Oliver Campbell, un duque de renombre y un magnate de los negocios, conocido por su elegancia y atractivo físico. Recordaba vívidamente que, hacía algunos días, había sufrido un terrible accidente que estuvo a punto de costarle la vida. Sin embargo, gracias a una joven que se le apareció en medio de su fragilidad, logró salir adelante. Esta le había ofrecido palabras de aliento y lo había acompañado al hospital, un gesto de amabilidad y generosidad poco común en la actualidad. Oliver se preguntaba cómo habría sido su destino si no hubiera sido por la bondad de aquella muchacha, cuya austera pero sincera compasión le había devuelto la esperanza en un momento tan crítico.Rápidamente, un joven rubio, asistente de Oliver, lo sacó de sus profundos pensamientos.—Señor, es hora de partir —anunció con firmeza.Oliver lo miró, con un destello de preocu
Blair se encontraba atrapada en un laberinto de desesperación; cada lágrima que caía era un eco de su sufrimiento, un grito mudo que resonaba en la oscuridad de su alma. La cruel traición de su madrastra la había sumido en un abismo del que parecía no haber salida: un destino sellado por manos ajenas que la trataban como un objeto, una mercancía despojada de su humanidad. En su mente, la imagen de aquellos desconocidos se entrelazaba con la angustia de su realidad, y la presión en su interior se convertía en un torrente imparable. ¿Cómo podía luchar contra un destino tan cruel? La impotencia la consumía, pero en lo más profundo de su ser, una chispa de resistencia comenzaba a arder. Sollozando, Blair juraba que no se rendiría; su espíritu, aunque herido, aún anhelaba la libertad. Su lucha por la vida apenas comenzaba y, aunque el camino se presentaba oscuro, su determinación brillaría como un faro en la tormenta.Llegó a un lugar desconocido, un espacio que, aunque no tenía un aspecto