Chistopher.
– M****a. – me quejo empuñando las sábanas.
– ¿Puedes dejar de moverte? – reclama Felipe.
Bufo e intento calmar mi respiración. Dolor. Maldito vampiro.
– Me duele. – gruño hacia él.
– Lo sé, pero debo acomodarte el hueso sino sanará mal.
– Esta bien, cuenta hasta tres.
Asiente y me mira con pena, sus manos vuelven a colocarse en mi pierna izquierda tanteando el hueso que se encuentra en un ángulo extraño.
– ¿Listo?
Lo observo y asiento mientras vuelvo a empuñar las sábanas y me preparo mentalmente para lo que viene. Respiro fuertemente inhalando y exhalando con ruido.
– Uno…
Inhala. Exhala.
– Dos…
Inhala. Exhala. Y Crac.
– AHHH. – grito sintiendo el sudor correr por mi frente. – te dije que contaras hasta tres ¿no sabes contar?
Miro mi pierna y ya se encuentra en un buen ángulo.
– Deja de lloriquear. – acomoda mi pierna con almoha
Isabella. La luna. Un claro. Un acantilado. Soledad. Miro todo a mi alrededor y suelto un sonoro suspiro al saber donde me encuentro. ¿Por qué siempre termino aquí? – Terminaras aquí cada vez que tu poder se salga de tu control. Ruedo los ojos y volteo para verla. – ¿Por qué sucede esto ahora? Nunca había pasado. Una leve sonrisa se formo en sus labios mientras caminaba en mi dirección. – Por que volviste junto a él, siempre supe que lo harías de una forma u otra. – estiro su mano para acariciar un mechón de mi pelo – tu destino esta marcado y tu magia necesita mucha fortaleza para ser controlada. – ¿Destinada a qué cosas? Un suspiro salió de sus labios. – imagino que deberé colocarte al día con todo ya que no quieres aceptarlo y terminaras seguido aquí sino comprendes la situación. Fruncí el ceño y la m
Isabella Una semana. Ha pasado una semana desde que llegamos a mi antigua manada. Una semana, en la que he intentado evitar constantemente la presencia de Christopher. Una semana en la que no ha sucedido nada, ni mensajes, ni cuerpos, ni ataques. Fabian hace tres días se volvió a la manada dejándonos a mí y Brenin aquí en caso de cualquier cosa. Ágata todos los días me vuelve loca con Christopher. Quiere exponer nuestro olor. Quiere estar con su mate. Pero necesito más tiempo, si bien mi cuerpo igualmente me exige su cercanía, su tacto, mi mente tiene miedo. No quiero volver a lo mismo. Si me rechazo fue por algo ¿Por qué ahora reaccionaria distinto? Lo mas seguro es que se decepcione de tener que estar atado nuevamente a mí. Que nuestros lobos están atados. “Fueron pareja hace miles de años en otros cuerpos humanos”, aun recuerdo cada palabra de ese sueño o lo que sea que sucede cuando
Isabella – Llegue justo a tiempo eh... – dice Brenin con un deje de burla. – La verdad sí. – respondo mirando al frente. – ¿De que hablaron? Me quedo en silencio unos segundos, procesando aún todo lo que me dijo Marcos. ¿Me busco? ¿Luego de haberme rechazado? ¿Para qué? Si ya había acabado todo. Ya había cortado nuestro vinculo. Al menos ahora sé que todo fue culpa de Brett. Amenazas. Maldita zorra. – ¿Isabella? – vuelve a hablar Brenin Suelto un suspiro, – Nada importante. – miento. – ¿Segura? Te veo muy distraída. No quiero contarle lo de Christopher, no siento que sea lo correcto. Que sepa cuanto lo ha pasado mal. Los tormentos. – Sí, todo bien. Veo por el rabillo del ojo que asiente con la cabeza volviendo su vista al frente. Caminamos despacio, sin apuros y se que es por mí. Su cuerpo está prácticamente pegado al mí, su hombro choca con el mío, dándome una cla
IsabellaLa sonrisa no abandona mi rostro al verla. Sus cabellos rubios. Su pequeña estatura, porque si yo me considero enana ella es un duende. No ha cambiado nada. Sus ojos color miel nos mira ambos con asco. Su postura es altanera. Se cree la gran cosa.Cambiemos eso.– ¿Y tu eres? – escucho a Brenin con su voz tan fría como un tempano de hielo.– Ni nombre no importa. – habla Brett colocando amas manos sobre sus caderas. – lo que importa es que no pertenecen aquí y deberían irse.Una risa sale de mis labios y su atención se concentra en mí.– ¿Te parece gracioso? – pregunta con el ceño fruncido.– Sí, bastante.Miro a Brenin que me mira con confusión y niego mientras sonrió.– No pertenecen aquí, nadie de su tipo pertenece aquí
ChristopherSu pelaje entre mis dedos se siente como si fuera algodón. Tan suave. Tan sedoso. Nunca toque algo más suave que ella.Ágata.La primera vez que la vi hace una semana tras el incidente con el vampiro quedé impresionado con ella. Su tamaño. Su seguridad. No es como las demás lobas, ella se asemeja a Zeus en tamaño y desprende poder que podría colocarte a temblar si se lo propone.Su respiración es constante al igual que su pulso.– Señor...Puedo ver por el rabillo de mis ojos las botas de mi guardia, aquel que le disparo el tranquilizante. Mis manos no dejan de recorrerla, desde su lomo hasta su cabeza, tras sus orejas, su cuello. Puedo sentir a Zeus ronronear en mi pecho por tenerla cerca y me intriga. El hecho que reaccione así con ella, siendo que ya no es nuestra mate.Puedo oler los nervios del guardia. La sangre de Bre
Christopher Troto lo rápidamente subiendo de dos en dos la escalera para salir de las mazmorras, los pasos de mi guardia y Brenin puedo escucharlos a la distancia. Vienen caminando, pero por mas que yo quiera ir lento no puedo. Algo me atrae hacia ella. Me llama. Me es imposible no acudir a ella si lo necesita y eso me esta pasando en este momento, no sé por qué reaccionamos así con Zeus, pero cada vez se me está haciendo más difícil permanecer lejos de ella. La ansiedad y un leve deje de enojo está posicionado en mi cuerpo, emociones las cuales no sé de donde provienen porque no he tenido estímulos como para tenerlas. – Apúrate. – gruñe mi Lobo. – Tranquilo, ya llegamos. – Solo apresúrate. – Sili iprisiriti. – respondo con burla. – Idiota. Estaba a punto de responderle, cuando un fuerte gruñido llega a mis oídos proveniente de la mansión. Mi pulso se acelera y cuando rodeo hasta llegar frente a la puer
IsabellaVeo su espalda desaparecer por el pasillo. Alejándose de mí.– ¿Por qué estaba triste? Hace un momento estaba bien. – habla ágata.– No lo sé.– Vamos a verlo, a darle cariños, amor, quizás así se siente mejor.– No podemos.– Claro que sí yo lo quiero.Se que lo hace, porque yo también lo hago, aunque me esfuerce por ocultarlo o negarlo. Lo quiero tanto que duele, porque aun no soy capaz de decir la verdad, de dejarme llevar. De acercarme, cuando muero por hacerlo. Besarlo, sentir sus labios otra vez.– No me vuelvas a tocar cuando él este presente. – dice Brenin ocasionando que lo mire.– ¿Qué?Su vista también esta fija en el pasillo por donde Christopher desapareció hace unos segundos.– É
ISABELLACamino tras él admirándolo. Desde que me pregunto si quería ir con él y comenzó a caminar no ha volteado una sola vez a vernos, sé que puede escuchar que voy tras suyo, pero quisiera que volteara, aunque sea una vez.Pasamos por el pasillo y Brenin seguía en la misma posicion, de brazos cruzados mirándonos con curiosidad.– ¿Qué sucede? – pregunto en mi dirección, pero viendo como Chris seguía caminando sin detenerse.– Brett despertó.– ¿iras con él?– Sí.