Isabella
– Dios…. No pares, no pares. – gemí apretando la piel de sus caderas con mis manos enterrando mis uñas en ella.
Sus movimientos eran cada vez más rápidos, más bruscos, mas salvajes, justo como me gustaba. El cuarto olía a sexo y lo único que se escuchaba era el sonido de su pelvis chocando con la mía en conjunto de nuestros gemidos y jadeos.
– Mhh…– gemí nuevamente absorta por el placer que me daba – diosa….
Su rostro se acerco al mío mientras sus caderas se movían expertamente entrando y saliendo de mi interior. Su respiración agitada chocaba con mi piel, sus labios estaban entreabiertos rozando los míos y mi cabeza estaba acorralada entre sus brazos que soportaban su propio peso para no caer completamente en mí.
– Joder…– gruño cuando alcance mi orgasmo con un fuerte gemido y mis paredes se cerraron entorno a su miembro – tan estrecha aún.
Dio un par de embestidas más y cayo contra mi cuerpo cuando su esperma
Isabella.La luna. Un claro. Un acantilado. Soledad.No sé dónde estoy, no sé qué hago aquí.Estoy sola. Sola con la luna.Su luz lo abarca todo, su luz me llama. Se siente como mi hogar.Me encuentro de pie al borde del acantilado que tiene como fondo agua. Un lago.Un vestido blanco que llega hasta el suelo adorna mi cuerpo y mi pelo se mueve con la brisa mientras mi mirada esta fija en la imponente Luna que brilla como nunca en el cielo.¿Dónde estoy? ¿Dónde están? ¿Qué quieren de mí?– Querida.Escuche una melosa voz a mis espaldas, gire sin siquiera pensarlo en esa dirección y vi a una mujer.Vestida igual que yo. La única diferencia eran nuestros colores de cabello, el mío rojo como el fuego y e
CHRISTOPHER. Mi cuerpo esta tenso. Mi respiración agitada. Mi pulso esta vuelto loco y mi mente esta a punto de explotar. Mis ojos no se apartan de ella y todo a mi alrededor de difumina. Jamás imagine volver a verla. Pero aquí esta. Frente a mí. Tan hermosa como siempre. Su pelo es ese de hermoso color rojizo, que me vuelve loco. Ya no se esconde. Ya no huye. Su mirada lo dice todo. Es otra. Sus ojos son fríos. Calculadores. Sin un ápice de temor. Demuestran fortaleza. No sé que ha sido de su vida en estos dos años. No sé como pudo terminar siendo de la guardia de Fabian. No sé si será Feliz. Un ronroneo involuntario sale de mi pecho y todo salen de su asombro al ver a aquella muchacha “perdida” por dos años para mirarme a mí. Siento mis mejillas sonrojar y carraspeo mi garganta antes de hablar. – Alpha Fabian un placer. – comienzo a hablar ignorando la mirada de todos – tome asi
IsabellaMis ojos siguen cerrados mientras escucho la pregunta que me hizo. ¿Estas ocultando tu olor? Joder, sí.– Nos descubrió. – se burla Ágata – ¿podemos dejar fluir nuestro aroma y que nos distinga?– No.Bufa. – ¿Por qué no? Es nuestro mate.– ¿Acaso no recuerdas lo que sucedió la última vez? ¿Qué te hace creer que ahora será distinto?– Quizás cambio. – susurra con tristeza – lo quiero.Maldigo en mi mente y vuelvo a abrir mis ojos observándolo. Sigue igual de guapo que siempre. Los años le han hecho justicia, sus rasgos son más masculinos que antes. Esta mas musculoso. Más grande. Pero las ojeras bajo sus hermosos ojos cielo no pasan desapercibidas.– ¿Isi? – vuelve a hablar – ¿Por
Isabella. La luna. Un claro. Un acantilado. Soledad. ¿Otra vez aquí? ¿Qué sucede? Observo a mi alrededor confundida. Estaba en la mansión. Poder fluyendo por mis venas. Perdí el control. Felipe. M****a. – Querida. – escucho a mi espalda como siempre. Volteo hacia ella y tiene el mismo aspecto que las ultimas veces. – ¿Qué sucede? ¿me desmaye? ¿Por qué siempre termino acá contigo? – pregunto mientras me acerco a ella. – Mi niña, son muchas las cosas que debes saber, pero la más importante es que tu poder es demasiado grande. – sus manos apresan mi rostro y comienza a acariciar mis mejillas – debes aceptarlo, sino te saldrás de control. – ¿No acepto qué? – pregunto con el ceño fruncido. – A tu mate querida. Me alejo de su tacto instantáneamente al escucharla. ¿Mate? – ¿De qu
ISABELLALo miro fijamente intentando procesar sus palabras. Lo exilio. ¿No se da cuenta de lo que sucede? Quizás solo sea una idea mía.– ¿Piensas lo mismo que yo? – pregunta Ágata por el link.– Sí.– ¿Cómo no lo pensó antes?– Quizás nunca espero que algo así sucediera.– Que idiota es nuestro mate. – replica con burla.Reprimo la sonrisa que amenaza formarse en mis labios, mirando fijamente esos hermosos ojos azul cielo que me miran detenidamente esperando una respuesta de mi parte.– ¿Hace cuánto? – pregunto adentrándome más en el despacho.Puedo ver como su ceño se frunce y tira una mirada rápida hacia Marcos él cual luce igual de confundido que él, pero rápidamente vuelve a mí.&
Isabella La herida de Zeus iba sanando poco a poco pudiendo ponerse en pie lentamente. Avanzo a mi lado cojeando, mirando atentamente al vampiro que estaba en mis pies con el látigo aún en su cuello. Las llamas irritaban su piel, la quemaban, pero al ser vampiro su regeneración es rápida. Por lo que cada vez que curaba volvía a romperse. Sus gritos se escuchaban seguramente por kilómetros. – Debemos ayudar a Marcos. – murmura Ágata. Joder me había olvidado de él. Volteo para verlo y aún sigue rodeado por aquellas sombras, no se que son, de donde provienen, pero nunca había visto algo como ellas. Los gritos del vampiro rompen mi concentración y volteo mis ojos antes de verlo. – Tace. – ‹‹ estar en silencio ›› murmuro viendo como de su boca sigue abierta como si estuviera gritando, pero ya no sale ningún sonido de ella. – immobilis. ‹‹ inmóvil ›› su cuerpo deja de moverse, deja de luchar
Chistopher. – M****a. – me quejo empuñando las sábanas. – ¿Puedes dejar de moverte? – reclama Felipe. Bufo e intento calmar mi respiración. Dolor. Maldito vampiro. – Me duele. – gruño hacia él. – Lo sé, pero debo acomodarte el hueso sino sanará mal. – Esta bien, cuenta hasta tres. Asiente y me mira con pena, sus manos vuelven a colocarse en mi pierna izquierda tanteando el hueso que se encuentra en un ángulo extraño. – ¿Listo? Lo observo y asiento mientras vuelvo a empuñar las sábanas y me preparo mentalmente para lo que viene. Respiro fuertemente inhalando y exhalando con ruido. – Uno… Inhala. Exhala. – Dos… Inhala. Exhala. Y Crac. – AHHH. – grito sintiendo el sudor correr por mi frente. – te dije que contaras hasta tres ¿no sabes contar? Miro mi pierna y ya se encuentra en un buen ángulo. – Deja de lloriquear. – acomoda mi pierna con almoha
Isabella. La luna. Un claro. Un acantilado. Soledad. Miro todo a mi alrededor y suelto un sonoro suspiro al saber donde me encuentro. ¿Por qué siempre termino aquí? – Terminaras aquí cada vez que tu poder se salga de tu control. Ruedo los ojos y volteo para verla. – ¿Por qué sucede esto ahora? Nunca había pasado. Una leve sonrisa se formo en sus labios mientras caminaba en mi dirección. – Por que volviste junto a él, siempre supe que lo harías de una forma u otra. – estiro su mano para acariciar un mechón de mi pelo – tu destino esta marcado y tu magia necesita mucha fortaleza para ser controlada. – ¿Destinada a qué cosas? Un suspiro salió de sus labios. – imagino que deberé colocarte al día con todo ya que no quieres aceptarlo y terminaras seguido aquí sino comprendes la situación. Fruncí el ceño y la m