Isabella
Los días pasan más rápido de lo que quisiera, dos días quedan para mi cumpleaños y los nervios respecto al tema del mate empiezan a cobrar vida.
Mis tardes se resumen en pasar tiempo con Christopher y las mañanas ser ignorada en el instituto por todos. Las cosas con él están bien, muy bien me atrevería a decir. No hemos pasado más allá de besos y pequeños toques, nada más allá y la verdad las ganas por él aumentan cada vez más. Creo ya estar lista para dar el siguiente paso con él, pero no sé si el querrá.
Quizás no quiere estar conmigo por no tener experiencias sexuales y no quiera perder el tiempo conmigo. Nunca ha intentado llegar más allá y las veces que yo me he dejado llevar, me detiene.
El timbre de aviso de termino de jornada resuena por el lugar ocasionando que me sobre
IsabellaSus ojos me observan con tal intensidad que un revoloteo en mi estomago comienza a hacerse presente, su cuerpo dejo de estar sobre el mío y ahora se encuentra de rodillas entre mis piernas.Sus manos están acariciando mis muslos con pequeñas caricias que ascienden hasta llegar al borde de mi pantalón. Los nervios no han abandonado mi cuerpo en ningún momento, pero sus caricias los han mantenido a raya logrando que no me arrepienta de la decisión que tome.Su mirada conecta con la mía cuando sus dedos alcanzan el botón, pero se detiene mirándome como si estuviera esperando mi aprobación, con un leve asentimiento de cabeza comienza a desabrocharlo y retirarlo lentamente de mis piernas.Una vez salen por mis pies, sus dedos entran rápidamente en contacto con mi piel, arrastrando sus dedos desde mis tobillos subiendo por mis muslos logrando erizar toda mi pi
ChristopherAcaricio su pelo suavemente para no despertarla, se encuentra tan tranquila, tan en paz, que no quiero perturbar eso.– Al fin es nuestra. – ronronea Zeus.Me quedo en silencio sin contestar a eso, la yema de mis dedos comienza a recorrer su rostro, delineando su mandíbula, su nariz, labios, cejas, intentando memorizar cada aspecto de su hermosa cara.Admito que no quería acostarme con ella, porque sería todo más difícil, mis celos, mi posesividad ahora estarán aumentados, más cuando no utilizamos condón y mi esencia quedo dentro de ella dejando mi aroma en su cuerpo.– Sí, huele a nosotros. – dice con orgullo mi Lobo – fuimos los primeros y seremos los últimos.– No creo que la merezcamos.Respondo
CHRISTOPHER– Christopher!Escucho como me llaman a mi espalda, detengo mi andar rodando los ojos y soltando un gran suspiro. Volteo y la melena rubia de Brett se hace presente. Ha estado persiguiéndome todo el día para hablar y la he ignorado.– Dime.Pregunto ya agotado de su insistencia, Marcos ya se encuentra donde acordamos y las horas pasan, debo llegar rápido para tener todo listo a tiempo.– Me has esquivado todo el día ¿Qué te sucede últimamente?– Nada, te dije que lo nuestro acabo y simplemente no me apetece tenerte cerca, tu olor ya no me agrada.– Eres un cabron ¿Lo sabias?– Sí.Respondo con una sonrisa ladeada provocando que su rostro se coloque rojo por la rabia, doy media vuelta para dar terminada la conversación y encaminarme a su auto, pero sus palabras me detienen.–
ISABELLA Despierto cuando los rayos de sol impactan contra mi cara, me estiro relajando los músculos quedando esparcida por toda mi cama. Me quedo unos segundos con los brazos y piernas abiertas mirando el techo y una sonrisa comienza a formarse en mi cara. Estoy demasiado feliz. – Buen día Ágata. – hablo a mi Loba. – Hola hermosa ¿Cómo dormiste? – Bastante bien, estoy muy feliz de al fin tenerte. – Yo estoy feliz que me haya tocado alguien como tú. – chilla con alegría – ahora levantémonos y vamos en busca de mi mate. La sonrisa se me borra de golpe y volteo mi cabeza hacia mi izquierda, hacia ese lado vacío que él estuvo ocupando la gran mayoría de las noches. Aun me duele que me haya dejado plantada, pero presiento que hay una razón para ello y lo escuchare atentamente antes de enojarme con él. Se
Los arboles se mecen al compás del viento a través de la ventana, los observo como cada tarde sentado desde el sillón de mi nuevo despacho. Hace un año que soy el Alpha de la manada cuando mi padre decidió que era hora de retirarse. Si bien la manada se encuentra estable y a nadie le falta nada a mi me falta todo. Me falta ella.Hace dos años que los días solo son eso, días. Espacios de tiempos llenos de soledad, ya no hay días festivos, ni tiempos libres, simplemente me centre en trabajar, día y noche para compensar su perdida.Dos años en los que no he podido dormir una noche de corrido, porque por más que lo intente despierto a media noche con el recuerdo de ella. Recordarla acurrucada contra mi cuerpo, abrazándome, noches y noches en las que solo ella aparece en mis sueños.Extrañando el color de su pelo desparramado sobre las almohadas, el color de sus o
– Mi niño ¿otra vez con problemas para dormir?Desvío mi vista de la humeante taza de café entre mis manos y observo a la mujer que es como una segunda madre.– Sí rosita, como todas las noches.Una sonrisa triste se forma en sus labios y camina hasta quedar de pie al lado del taburete donde me encuentro sentado. Una de sus manos comienza a acariciar mi pelo y cierro los ojos un momento recordándola a ella. En como ella lo hacía, cada vez que me tumbaba junto a ella o cuando me abrazaba.– Sé que la extrañas y no quieres olvidarla, pero a veces es mejor dejar ir para dar un alivio a nuestros dolidos corazones.Niego con la cabeza levantándome del taburete dejando la taza vacía dentro del lava platos. Rosita es la única a la que le comenté sobre lo sucedido luego que me pillara llorando borracho una noche hace un par de meses.–
Isabella – Dios…. No pares, no pares. – gemí apretando la piel de sus caderas con mis manos enterrando mis uñas en ella. Sus movimientos eran cada vez más rápidos, más bruscos, mas salvajes, justo como me gustaba. El cuarto olía a sexo y lo único que se escuchaba era el sonido de su pelvis chocando con la mía en conjunto de nuestros gemidos y jadeos. – Mhh…– gemí nuevamente absorta por el placer que me daba – diosa…. Su rostro se acerco al mío mientras sus caderas se movían expertamente entrando y saliendo de mi interior. Su respiración agitada chocaba con mi piel, sus labios estaban entreabiertos rozando los míos y mi cabeza estaba acorralada entre sus brazos que soportaban su propio peso para no caer completamente en mí. – Joder…– gruño cuando alcance mi orgasmo con un fuerte gemido y mis paredes se cerraron entorno a su miembro – tan estrecha aún. Dio un par de embestidas más y cayo contra mi cuerpo cuando su esperma
Isabella.La luna. Un claro. Un acantilado. Soledad.No sé dónde estoy, no sé qué hago aquí.Estoy sola. Sola con la luna.Su luz lo abarca todo, su luz me llama. Se siente como mi hogar.Me encuentro de pie al borde del acantilado que tiene como fondo agua. Un lago.Un vestido blanco que llega hasta el suelo adorna mi cuerpo y mi pelo se mueve con la brisa mientras mi mirada esta fija en la imponente Luna que brilla como nunca en el cielo.¿Dónde estoy? ¿Dónde están? ¿Qué quieren de mí?– Querida.Escuche una melosa voz a mis espaldas, gire sin siquiera pensarlo en esa dirección y vi a una mujer.Vestida igual que yo. La única diferencia eran nuestros colores de cabello, el mío rojo como el fuego y e