Grace se despidió de Kate horas más tarde, cuando estuvo convencida de que no tendría noticias de Renato.—Te llamaré mañana y por favor, no prestes atención a mis palabras. He sido descuidada al momento de hablar —dijo con cierta pena.Kate asintió.—No te preocupes, no tengo cabeza para pensar en nada más —dijo. Por ahora, Kate solo podía preocuparse por Ricardo y el problema de la empresa.—Bien, entonces me voy tranquila —susurró, dándole un beso en cada una de sus mejillas.Kate se despidió con un movimiento de mano, cuando Grace se detuvo en el umbral de la puerta.Volvió a la sala y espero impaciente el regreso de Ricardo, sin embargo, su esposo no lo hizo. Con resignación, se dirigió a su habitación, se duchó y vistió con algo ligero. Tomó uno de los libros que Ricardo tenía sobre la mesita de noche y lo abrió, iba a leer mientras hacía tiempo.Las horas fueron pasando y el sueño la venció, quedándose dormida en el sillón de la recámara.Ricardo volvió cerca del amanecer, habí
«Seré tu chofer, cariño»Larissa pestañeó varias veces ante el término afectuoso con el que Michael la había llamado. ¿Cariño? ¿De verdad, Michael había dicho “cariño”? La joven no pudo evitar que su mano se levantara en el aire, miró al padre de su hijo cerrar los ojos y estuvo a nada de echarse a reír.Con calma y sin prisa, tocó la frente de Michael.—¿Te sientes bien? —le preguntó.Michael abrió los ojos, su primera impresión fue que sería golpeado por la madre de su hijo, por lo que se vio sorprendido cuando la tibia mano se posó sobre su piel.—No tienes fiebre —dijo la chica, ante el silencio que se hizo tras su pregunta.—Estoy bien —respondió él, sin alejarse.—Bueno, creí que tenías fiebre, ¿o te has caído de la cama?—Larissa…—Soy la madre de tu hijo, no tu cariño, Michael. No me salgas con estas pendejadas, tú y yo sabemos que están de más —espetó.Michael se mordió el labio.—Por favor, Larissa, llevemos la fiesta en paz.—Es eso lo que trato, es lo que te pedí y ofrecí,
Ricardo se mesó el cabello con frustración, el dinero no era el problema. Aquí lo importante era hablar con la empresa encargada de darle mantenimiento industrial a las calderas.—Solicité las pólizas de seguro y también una reunión con el gerente de la empresa responsable de todo esto. De una u otra manera tiene que responder por esto que ha sucedido.Ricardo negó.—¡La vida de mis trabajadores ha estado en peligro por culpa de terceros! —exclamó con frustración.—Nos confiamos, Ricardo, nunca habíamos tenido problemas antes. ¿Cómo podíamos adivinar que algo no iba bien? —Renato trató de cortar la tensión en el ambiente, aunque sabía que era imposible. Conocía a Ricardo lo bastante bien, como para saber que no iba a calmarlo con aquella explicación.—Imaginó que solicitaran la revisión de todas las calderas.—Sí, el equipo experto llega mañana y no podemos estar presentes. Es parte de la investigación, solo nos resta esperar —expuso Renato.—Confiemos que solo se haya tratado
«El novio de Grace»Decir que Grace estaba sorprendida era quedarse corto, la modelo no podía creer que Renato se hubiese presentado como su novio. Un calorcito recorrió su cuerpo y se mordió el labio para controlar el impulso de besarlo delante de sus padres.—Un placer, Renato. Estoy gratamente sorprendido. ¿Sabes que eres el primer novio que le conocemos a Grace? —preguntó.Esta vez fue el turno de Renato de sorprenderse, miró a Grace y sonrió al verla sonrojarse.—¡Papá! ¡Tienes de discreto lo mismo que un elefante en una cristalería! —exclamó.Hank rio.—Pues no digo ninguna mentira, cariño, ¿no es verdad, amor? —preguntó Hank a Jane.—Deja de exponer a Grace, cielo —le pidió la mujer, pero tenía una sonrisita en los labios que la delataba, ambos estaban disfrutando de lo lindo a sus costillas.—¿Un trago? —ofreció Hank, luego de un corto silencio.—Gracias —aceptó Renato.Hank caminó al bar para servir cuatro copas.—Yo iré a la cocina, quiero asegurarme de que todo esté bien, a
Luego de la cena y de una hora de conversación, Renato y Grace se despidieron de Jane y de Hank.—Ha sido un verdadero placer conocerte, Renato —expresó Jane.—El placer ha sido mío, señora Jane, gracias por la invitación y por su hospitalidad —respondió él, como todo un caballero.—No tienes nada que agradecer, ha sido un placer tenerte en casa, eres bienvenido —expresó con sinceridad.Renato asintió, tomó la mano de la mujer cuando esta se la ofreció y se despidió con un beso sobre el dorso.—Hank —pronunció Renato, al final de la noche las formalidades se habían perdido a solicitud del padre de Grace, quien le había pedido, lo tratara de tú y no de usted. Alegando que ahora eran familia.—Ha sido un gusto muchacho —dijo el hombre, tendiéndole la mano.Renato le dejó un ligero apretón mientras Grace volvía con el bolso en la mano.—Nos estamos viendo —pronunció la joven, despidiéndose de sus padres con un beso. Estuvo a nada de ofrecerles una visita para el día siguiente, pero… no s
«¡Michael!»El grito de Larissa hizo que el hombre despertara de manera brusca. Si la joven no estuviera tan molesta como lo estaba, se habría reído de Michael.El pobre hombre salió de la cama tan rápido, que terminó enredándose en las sábanas y aterrizando en el piso.Larissa se mordió el labio para contener su risa, en su lugar, enarcó una ceja y miró a Michael con molestia.—¿Qué ha pasado? ¿Por qué gritas? —preguntó ligeramente aturdido.—¿Qué pasó? —cuestionó ella como respuesta, y sin dejarle terminar agregó—: ¡Eso es lo que yo te preguntó, Michael! ¿Qué es lo que hacías durmiendo a mi lado y con tu brazo sobre mi cintura?Michael tragó el nudo que se le formó en la garganta, cualquier explicación que le diera iba a molestarla y si no le decía nada, estaría enojada de igual manera.—Te hice una pregunta, ¿por qué no dices nada?—Te quedaste dormida, traté de despertarte y no conseguí nada. ¡Duermes como un tronco! —gritó, tratando de sonar divertido.—¿Y por eso te has metido a
El cuerpo de Michael tembló de enojo mientras veía a Larissa sonriéndole al tipo que la sostenía de la cintura, como si fuera lo más natural del mundo. ¡Como si tuviese el derecho de hacerlo! Con paso firme caminó hasta la pareja, sus manos se habían convertido en dos puños y sus nudillos cambiaron de color por la fuerza con la que los apretaba.Ajena al cúmulo de emociones y enojo que Michael sentía, estaba Larissa, sonriendo de oreja a oreja sin poder creer que el mundo fuera tan pequeño como un pañuelo y, que al primer doblés y estando lejos de América, se encontrase con Cristiano, el hermano de su padre.—No puedo creer que estés en Milán, ¿qué es lo que te ha traído tan lejos de tu amado São Paulo? —preguntó ella sin borrar la sonrisa de su rostro.Larissa se sentía feliz de tener un rostro conocido en un lugar tan lejos de su natal Brasil, aunque le gustaba la ciudad de São Paulo, siempre había soñado con una vida en Nueva York, brillando sobre las mejores pasarelas del mundo.L
La conversación entre Carlota y Ricardo se interrumpió con el regreso de Kate al comedor, sin embargo, Ricardo no dejó de pensar en la posibilidad de que Jack se robara la herencia de su esposa. Aunque el dinero no era lo importante, era un delito lo que había cometido en contra de Kate, no solo eso, sino que había tenido las pelotas de tratarla como si fuese una arrimada, cobrándole por ocuparse de ella y de la abuela, haciéndole chantaje y sometiéndola a su voluntad.—Has estado muy distraído desde la cena, ¿sigues preocupado por lo sucedido en la fábrica? —preguntó Kate.Había observado a Ricardo en silencio y le parecía que había algo que no le estaba diciendo. Kate podía asegurar que ya lo conocía bien y sabía cuándo algo le preocupaba, y es que lo sucedido en la fábrica era de mucha preocupación, no quería que Ricardo enfermase de tanto pensar, lamentablemente, no podían cambiar las cosas y solo restaba esperar lo que estaba por venir.Ella había estado investigando por su cuent