La tormenta suele llegar en los momentos de más tranquilidad, eso pensaba Ángela, pues después de haber atravesado lo impensable había conseguido sentirse tranquila, pero sobre todo feliz.Pero toda esa felicidad estaba siendo amenazada por la repentina resucitación de Mauro.—¿En qué piensas?—le preguntó Arturo.Ángela se encontraba recostada sobre su pecho, su respiración ya se había estabilizado después del momento ardiente que habían tenido.—En todo lo que se viene—Ángela suspiro, luego se sentó en la cama—No sé cuál sean los planes de Mauro y el no saberlo me asusta.Arturo se acercó a ella y la abrazó, él sabía que las cosas no serían fáciles, pero no estaba dispuesto a permitir que Mauro perturbara la felicidad que habían construido.—Puedo entenderte, pero ten presente que estaré siempre para ti—le dijo Arturo.Arturo se esforzaba por darle seguridad a Ángela, pero él en el fondo él también estaba igual de preocupado, pues no sabía a lo que debían enfrentarse.En casa de Ánge
Ángela.La incertidumbre me tenía agobiada, el no saber qué debía hacer era realmente abrumador.Ante todo el mundo, él estaba muerto, así que los problemas legales que se le venían encima eran grandes, no sabía si eso me afectaría de alguna forma, pero a pesar de todo él era el padre de mi hija, así que de alguna forma lo que le pase a él repercute en mí o más bien en mi pequeña hija.Estuvimos todo el día en la casa de la playa con Arturo, eso me ayudó a relajarme y prepararme para todo lo que se viene, cerca de la siete de la noche llegamos a mi casa, Arturo, al igual que yo, no quería separarse de mí.Pero teníamos mucho que organizar y así estar listo para cualquier eventualidad.Cuando entre al apartamento Mónica se encontraba sentada en la sala, en su rostro pude ver preocupación yo que me llevó a pensar que algo le había pasado a mi niña.—¿Mónica, qué ocurre, está bien mi niña?—pregunté llena de ansiedad.Ella se levantó y se acercó a mí.—Ella está bien, se quedó dormida hac
A la afuera del edificio varias camionetas esperaban, el lugar estaba acordonado por varios hombres que cuidaban al hombre del cual Ángela aún no sabía el nombre.—Señor, alguien ha llamado a la policía—le dijo uno de los hombres que lo esperaban.—Démonos prisa—contestó este antes de subir a la camioneta en donde ya se encontraba Ángela.Ángela estaba sentada en el medio de él y uno de sus hombres, ella sentía que su corazón estaba a mil.—¿De verdad es necesario todo esto?— preguntó después de unos minutos de silencio.—Para mí lo es—contestó él sin mirarla—Tú no entiendes, por qué no tienes ni idea de lo que tu esposo hizo.—Pues cuéntame para saber a qué atenerme—dijo ella, mostrándose un poco tranquila.—Será en otro momento, ahora no estoy de humor—dijo él.A lo lejos se podía escuchar las sirenas de las patrullas, motivo por el cual los hombres aumentaron la velocidad.— Ya que no tienes humor para hablar, por lo menos dime tu nombre—le dijo ella y este sonrió.—¿pretendes que
Ángela se sentía tonta, muy molesta, en solo cuestión de hora, la imagen que tenía del hombre que había amado por años, se había desvanecido, era increíble para ella que se tratara del mismo hombre con el que había soñado envejecer.Mauro, al entender lo que pasaba, se dejó caer en el sofá con su semblante pálido, sus manos empezaron a temblar, mientras que Hanna y su madre permanecían en silencio.—Todo es mi culpa—susurró Mauro, muy afectado.—No es el momento para buscar culpables, debemos pensar en que hacer—le dijo su padre, quien caminaba de un lado a otro.—Simplemente, dejen así—habló Gloria—Es lo mejor que nos puede pasar.—Tú mejor no digas nada—le regaño su esposo.Hanna se acercó a ellos, había muchas cosas que aún no entendía, pero sí había algo que le había quedado claro y era el hecho que había sido muy injusta con Ángela, todo por haberse dejado llevar por las artimañas de su madre.—Hermano, sé que son muchas cosas, créeme que te entiendo, sí que calmarte y pensemos c
Arturo se encontraba bastante afectado, sentía que en cualquier momento podría sufrir un ataque de pánico.—Saca esos malos pensamientos de tu cabeza, ya verás que pronto estará de vuelta con nosotros—le dijo el mayor.Damián se acerca a su hijo y lo hizo a un lado, para terminar con lo que Arturo estaba haciendo, luego se quedaron en silencio, en lo que estuvo la sopa.Damián fue el encargado de darle de comer a Victoria, mientras que Arturo se encontraba perdido en sus pensamientos.—Ya está todo listo—dijo Mónica, quien traía una pequeña maleta.Justo en ese momento el teléfono de Damián sonó, así que se apresuró a contestar.—¿Qué noticia tienen? —preguntó el mayor.—Señor, hemos ubicado a la señora Martínez—contestó Marlon—La tiene en la mansión de Johan Álvarez, pero lo más raro de todo es que no hay vigilancia.—¿Estás seguro? —preguntó Damián.—Sí, señor, al parecer este criminal está esperando a alguien—comentó Marlon.—Bien, manténgase vigilante y avísenme de cualquier movim
En casa de los Villegas, el ambiente era tenso, Mónica, se llevó a la pequeña Victoria a dormir dejando a todos en la sala.—Habla—le ordenó Arturo a Mauro.Este apretó los puños, por el enojo que pausaba la forma en que Arturo le hablaba.— Cuida tu forma de hablarme—le respondió Mauro.—No me vengas con esas estupideces, no mereces más que te muela a golpe— Arturo se acercó a el de manera amenazante.—Paren los dos, recuerden el porqué estamos aquí—les grito Emilia.Todos se quedaron en silencio, así que Emilia aprovecho para dejar en claro un par de cosas.—Primero que todo tomemos asiento—dijo la mujer.Todos se acomodaron en la sala, sin poner pero.— Estamos aquí por un mismo fin, así que les pido que se comporten, ¿está claro Mauro y Arturo?—Mauro y Arturo asintieron—Bien, en ese caso quiero que empezamos por el principio, para eso necesitamos que Mauro nos cuente que fue lo que pasó.Todos se centraron en Mauro, quien se sentía incómodo, al tener la mirada de todo encima de é
Ángela volvió a sentarse en el sillón después de colgar la llamada con Arturo, Johan la había estado observando desde lejos mientras lo hacía.—¿De verdad crees que lo hará?—pregunto.—No lo sea— le respondió ella— pero debo intentarlo.Johan se levantó del sofá en donde se encontraba y se acercó a dónde Ángela se encontraba.— Sabes, Mauro no es más que un idiota— Johan se sentó en el brazo del sillón en donde Ángela se encontraba sentada— Eres una mujer muy hermosa, cualquier hombre estaría feliz de tenerte en su cama.Ángela empezó a sentirse nerviosa, pues Johan estaba peligrosamente muy cerca.— Estoy cansada, creo que debería ir a una habitación—Ángela se levantó apresurada, pero fue detenida, pues Johan la tomó de la mano.Y sin mediar palabras la arrastró al segundo piso.—¿Qué crees que haces?—le dijo llena de terror al imaginarme lo peor.Pero Johan no dijo nada, solo caminó por los pasillos de la gran casa hasta llegar a una habitación, que curiosamente tenía la puerta pint
El agua mojaba el cuerpo desnudo de Ángela mientras trataba de tranquilizarse.Pero por más que trataba, más y más pensamientos lujuriosos llegaban a su cabeza. Perdida en la excitación, llevo una de su mano a su entrepierna, la cual estaba resbalosa.Su cuerpo vibró al sentir sus dedos deslizarse entre sus labios, sin poderse contener un gemido salió de su boca.…Ángela.Sí, sé que no era el momento y mucho menos el lugar, pero la excitación era tanta que no en qué momento tres de mis dedos entraron en mí!¡Sí, Debo estar loca!—Arturo—susurró entre gemidos con los ojos cerrados.La mente tiene un poder que no se pueden imaginar, lo cierto era que Arturo estaba ahí, besando mi cuello mientras sus dedos entraban y salían de mí.Mis gemidos se hicieron más fuertes al sentir como su miembro tocaba mi entrada.Sin más llegué al clímax, al abrir los ojos volvía a la realidad y me sentí avergonzada, por lo que acababa de hacer.Terminé de ducharme y salí envuelta en una toalla, estaba tan