Salimos en una cocina grande, luminosa, con flores frescas
en el medio de la encimera.Rosas. ¿Quién demonios vive en esta casa? A Ryan no lo veocomo el tipo de hombre al que le gusta las flores.—Espera aquí —dijo Colin y volvió al sótano.Estuve a punto de gritarle que no me dejara sola pero yahabía bajado. Empecé a agobiarme. El miedo de que algo lepasara a Colin era demasiado fuerte para poder ignorarlo.Aunque sabía que Ryan no le podía hacer daño el temor quesentía era imposible de controlar. Así que me quede enmedio de esa cocina soleada, temblando y admirando lasrosas.No sé cuánto tiempo paso hasta que Colin volvió a milado con la misma expresión seria. Pero tenía los nudillos delas manos ensangrentados. Y aunque puede parecer cruelme alegro. Ryan lo merecía. Eso y más. Puso su brazoalrededor de mis hombros y me guía hacia la salida. Lostemblores y el miedo se han evaporado con uDesperté en brazos de Colin, el dormitorio iluminado por elsol.A Colin le gusta dormir a oscuras y anoche cuando quisocerrar las cortinas tuve un pequeño ataque de ansiedad.Entendió que no quería hablar del tema y dejó las cortinasabiertas. También entendió porque al llegar a casa mequede una hora en la bañera.Después de que Liv, así es como Liz llamó a la pequeñacuando nació y a Sam le encantó, Colin me llevó a su casa,nuestra casa. Había ignorado mis camisones y elegido unacamiseta de Colin para dormir. El no dijo nada, pero me mirópreocupado.Y después de una hora dando vueltas en la cama sinpoder dormir Colin me hizo el amor. Fue muy cuidadoso,suave y muy dulce. Al final me quedé dormida.Giré para mirar el reloj y vi un florero con tulipanesamarillas encima de mi mesilla de noche. Y recordé todoslos días que pasé pensando en si alguna vez seria libre.Libre para oler las flo
Una línea. ¡Diablos! Ahora cuando me había acostumbrado a la idea de ser madre resulta que no. Dejé el test en la encimera y salí del cuarto de baño. Colin estaba dormido cuando me metí en la cama. Podía ver el sol saliendo y suspiré pensando en los últimos días. El segundo día fuera del cautiverio había traído un anillo de no compromiso y un posible embarazo. El tercer día, empezó tranquilo tomando el desayuno con Colin antes de que él se fuera a la oficina. —¿Quién se encarga de la cafetería? —le pregunté a Colin durante el desayuno. Su silencio y el hecho de que su expresión había pasado de relajada a tensa me dijo que no iba a gustarme. —La cerré. —¿Qué has hecho que? Me levanté de la silla y empecé a caminar por la cocina alterada. Miles de dólares invertidos en productos, en publicidad, tirados a la basura. —¿Por qué? —Porque habías muerto y no iba a dejar a alguien más tu sueño —contestó él y otra vez pude ver en su
Un año más tardeHubo momentos en mi vida cuando odie el silencio, peroahora mismo sentada en la mecedora y amantando a mihijo lo amo.Amo escuchar la respiración de mi hijo, los sonidos quehace... y los pasos de su padre acercándose por el pasillo.Se detiene en la puerta y se apoya contra el marco,sonriendo.Recuerdo las mañanas que le entregaba el café en lacafetería esperando una sonrisa suya y pensado si se veríamás guapo. Ahora sé que como se ve porque sonríe todo eltiempo, excepto cuando hago algo que no le gusta mucho...como, por ejemplo, no invitar a su hermana Iris a nuestraboda o al bautizo de Ian.Veras, las pruebas de embarazo no son cien por cienfiables y en algunas puede aparecer una segunda líneamucho mas tarde de lo que debería. ¡Y voila! ¡Estasembarazada!Un mes más tarde nos casamos en nuestro jardín. Fueuna boda pequeña donde asistieron solo los más cercanos anosotr
Han pasado tres meses desde que mi pesadilla terminó,tres meses desde que nació mi hija y tres días desde quevolví al trabajo. Rechacé la oferta de Isabella, la doctora queera amiga de Olivia, y retomé mi puesto en el hospital. Aquíconocía a la mayoría de los médicos y enfermeros y lo másimportante es que estaba a pocos minutos del apartamento.Liv se quedaba en casa con Greta y el primer día llorémás que ella. ¡Dios! Ella ni siquiera me echó de menos, esun bebé, mientras tiene el biberón lleno y el pañal seco estáfeliz.No he vuelto al trabajo a jornada completa, solo cincohoras por la mañana que fue lo que recomendó miterapeuta. No me gustaba, el trabajo no la terapeuta. Curar,ayudar, es lo que me hacía ilusión, pero ahora ya no.El ambiente del hospital me parecía demasiado informal,agobiante, frío. Veía los pacientes ir y venir, una consulta enurgencias por algún dolor y en la mayoría de
Lake SpringJason Farell, el alcalde me esperaba para una entrevista.¿Cómo diablos pasó esto?Un día estaba pensando en que me gustaría irme a vivir aun pueblo pequeño y al siguiente el padre de Colin, Kyle, medice que hay un puesto perfecto para mí. Eso fue eldomingo y hoy el martes estoy sentada en el coche deGreta mirando al centro del pueblo.Tiendas pequeñas, personas caminando tranquilamente.Una cafetería donde siempre hay alguien entrando osaliendo. Un gran edificio al fondo con una gran placa quedice Ayuntamiento, otro a su lado más pequeño, pero másmoderno que al parecer era el centro médico.Es primavera, los árboles han reverdecido. Hay flores entodos los sitios, arriba en las ventanas y en los balcones,abajo en la calle en macetas o en pequeños maceterosdelante de todas las tiendas.El pueblo es perfecto, demasiado perfecto.Seguramente el sueldo es una mierda y el alcal
¡Maldito infierno!Soy idiota, irremediablemente idiota. No sé cuántas vecesme tiene que pasar lo mismo para aprender. Maldije alimbécil que no señalizó delante de mi coche y después degirar a la izquierda aparqué el coche.Mi casa no era nueva, había sido construida hace más deochenta años y necesitaba mucho trabajo, pero nunca teníatiempo. A lo mejor era el tiempo de vender y comprar algonuevo. A lo mejor era el tiempo de un cambio.Llevaba mucho tiempo sintiéndome inquieto, pero loignoré. Pensé que era por todo lo que estaba ocurriendo, laboda de mi padre con Lidia, el nacimiento de los niños, mishermanos. Luego la boda de Rachel y su embarazo. Elsecuestro de Ailín.Todo eso añadido al trabajo, al cansancio, me hace desearun poco de paz. Algo sin criminales, sin delitos, sin tenerque cuidar mi espalda cada día.Entré en la casa y me quedé en la entrada mirandoalrededor. Una casa
Mudarme parecía fácil. Tan fácil como empacar y llamar auna empresa de mudanzas. Claro, fácil. Pero no contaba conLiv que odiaba la silla del coche, un coche nuevo que habíacomprado con el dinero del monstruo.Jason me había asegurado de que no necesitaba un cocheen Lake Spring, la casa estaba cerca del centro médico ytodo estaba ahí, tiendas, guardería, farmacia. Pero queríatener la posibilidad de marcharme cuando me apetecía, síquería ir a la ciudad no tener que esperar a un taxi o pagarlos precios desorbitados.Liz me acompañó al concesionario de coches y alprincipio pensé que era una mala idea, ni una de las dostenía idea de coches y eso fue claro cuando Liz se puso muycontenta al ver un coche rosa. Puse los ojos en blanco y lallevé a un todoterreno. Ahí nos encontró un vendedor yaunque yo no sabía nada de coches, sabía cuandointentaban estafarme.Al parecer, Liz también sabía. Ell
No podía dormir.Podría ser el dormitorio desconocido. Bueno, no tandesconocido. Era de Ian. Por extraño que parezca acabédurmiendo en dormitorio y no fue decisión mía. Habíacuatro habitaciones en la planta de arriba, uno de Ian, otrode invitados con una cama grande que ya estaba ocupadopor Nora y Dean, otro con una cama pequeña que elegí paramí y Liv. Pensaba empujar la cama hacia la pared ypodríamos dormir las dos ahí, pero Nora no quiso escuchar.En cuanto le dije que Liv no dormía en su cuna por lanoche insistió en ver la otra habitación, igual que la quehabía elegido yo, pero con la mala suerte de que la camahacía un ruido horrible.Entonces Nora me ofreció su habitación. Me negué. Lointentó una y otra vez e Ian nos encontró en medio delpasillo discutiendo. Sacudió lo cabeza que por lo que hevisto es su manera de reaccionar cuando piensa que lasmujeres están locas de atar, y abrió