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Luego de varios minutos en los que mi ninfa no volvía, tuve la decencia de salir y buscarla. Realmente no era por ella, era por los chocolates... bueno, también por ella. Es una chica linda y buena, conmigo no ha sido mala, así que al menos deseaba que esa chica no tuviera ningún percance. Algo me dice que puede deberse a mí.

—¿Ocírroe? —La estuve buscando por algunos lugares que considere obvios, como la cocina—. ¡Ocírroe! —Y la chica no estaba en la cocina, pregunte a una de esas ninfas que trabaja en la cocina por la mía—. Disculpa ¿Has visto a Ocírroe?

Y su respuesta no me gusto para nada.

—Hestia —La puerta se azoto contra la pared—, tengo que pedirte un favor.

La diosa al otro lado de la habitación volteo su rostro a mi dirección, en sus ojos sorprendidos note el susto que le provoque. —¿Tu a mí? ¿De qué trata?

—Es mi ninfa —Su actitud paso de sorprendida a indiferente—. Desapareció desde anoche, dijo que iría por bocadillos y nunca regreso. Ella no se iría sin decirme algo.

Cru
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