Sebastián siempre cuida y mima a María, él le cumple todos sus antojos y caprichos, incluso los niños han adoptado la idea para evitar ver llorar a su mamá. Él es el esposo perfecto: amable, dulce y cariñoso, y los niños también son así, los mejores hijos para María. Ella se sentía tan feliz y afortunada que se preguntaba qué había hecho para tener tanta felicidad, y le pedía a Dios que fuera para toda la vida. Sebastián había salido a comprar helado para María, ya que se le antojó a media noche. Mientras Sebastián manejaba, escuchó su teléfono y al mirar quién lo llamaba, sonrió. Él contestó: "¡Cariño! ¿Todo bien?", preguntó Sebastián. "¿Ya vienes, amor?", le preguntó María. "Sí, estoy cerca de casa. Dentro de diez minutos llegaré, mi reina". "Date prisa o el helado se derretirá, mi príncipe. Además, Santiago, Miguel y yo nos morimos por probarlo". "Enseguida llegaré, sean un poco pacientes. Diles eso a mis dos bebés", respondió Sebastián con una sonrisa.Finalmente, Sebastián llegó
Estaba en una junta de socios, junto a mi hermano Omar, entre papeles y carpetas. Por fin aprobamos los nuevos proyectos y diseños de la nueva colección de telas. Me despido de todos los socios, —Señor Suárez, gracias por venir, que tenga un excelente día —gracias Sebastián, salúdame a tu esposa —me responde Suárez dándome la mano. —Sebastián, te ves cansado, hermano —me habla Omar. —Lo estoy —le contesto con una sonrisa —ve a descansar —me dice Omar dándome una palmada en la espalda.—No puedo, Omar, tengo que firmar unos documentos. Sabes, dile a Carla que me prepare un café. Voy a la oficina para terminar rápido y así me voy para la casa a ver a mis hijos y a mi bella esposa con su hermosa barriguita.—Señor Sebastián, aquí le traigo el café que me pidió —le dice Carla, dejando el café en el escritorio con una sonrisa. —Sebastián le dio un sorbo al café y siguió leyendo los papeles. —¡Guapo! —escucho una voz y al levantar la mirada quedo en shock. —¿Qué haces, Carla? —vístete —le d
Me sentía con dolores bajitos en mi vientre. Sé que en cualquier momento nacerán mis pequeños príncipes. No le dije nada a Sebastián esta mañana, ya que tenía una reunión temprano en la empresa, pero los dolores han ido aumentando con el paso de las horas de la mañana, así que tendré que llamar a Sebastián. La puerta es abierta y veo a Martha, la nana de Sebastián. "Mi niña está bien, no ha salido hoy de la habitación", habla Martha acercándose a mi . "Marcarle a Sebastián, no me siento bien, yo creo que los mellizos nacen hoy".Martha, con preocupación en su rostro, llama a Sebastián de inmediato. Él contesta y Martha le da la noticia, "ya voy para allá, alista las dos pañaleras que están en la habitación de los mellizos".Sebastián se levantó de su silla para ir a recoger a María y llevarla al hospital. "Sebastián", gritó Omar, "¿a dónde vas con tanto afán, hermano?". "Mis hijos están por llegar a este mundo, tengo que ir a la casa a recoger a mi esposa", respondió Sebastián. En es
Han pasado dos meses desde el nacimiento de Santiago y Miguel. María quería volver a la empresa, sentía en su corazón no dejar tan solo a Sebastián con Carla. Solo con verla el día que fue a buscarlo, no le gustó la forma en que miró a su esposo con ganas de desnudarlo. Pero hoy, más que nunca, sentía que tenía que ir a la empresa. El problema era que estaba sola en casa con los mellizos y tenía que recoger a los niños por la tarde del colegio.María caminaba de un lado para otro, miró por la ventana de la sala. ¿Qué hago? En ese preciso momento, timbraron. "¿Mamá, papá, qué hacen aquí en Italia?" —preguntó María con una sonrisa.—Hija, porque te siento preocupada, te hablo Soledad —dijo cogiendo sus manos—. Mamá, siento que debo ir a la empresa, pero tengo a los niños y Martha salió a comprar los pañales y algunas cosas más que faltan —respondió María.—Mi niña hermosa, ve que nosotros nos quedamos con los niños y recogemos los cuatro terremotos —murmuró Giacomo abrazando a María y d
"Ay", se quejó Carla, sobándose la mejilla, "no te enojes María, eres la cornuda jajaja".Omar se dio cuenta de que Sebastián no reaccionaba. "¿Qué le hiciste, Carla?".—Nada, solo se quedó dormido después de tanto ejercicio entre los dos.—Habla, Carla, ¿qué le hiciste a mi hermano? —dijo, mirándola con ganas de matarla.—María, llama a una ambulancia —dijo Omar con lágrimas en los ojos. Por más que lo movía, Sebastián no reaccionaba.María llamó y pidió una ambulancia. Mientras tanto, Carla caminó hacia la puerta para irse, pero fue detenida por María, quien la jaló del cabello con fuerza. La mirada de María se volvió fría, lo que hizo que Carla, al verla, sintiera un escalofrío recorrer todo su cuerpo.María le quitó la camisa a Carla, dejándola como la encontró, sin una prenda de vestir. La agarró fuertemente del cabello y la sacó arrastrada de la oficina de Sebastián.Carla se retorcía de dolor, intentando liberarse del agarre de María, pero era inútil. Omar la observaba con una
María estaba en la bodega dándole un afrodisíaco a Carla.—Ahora vas a tener una tarde con todos estos hombres —habló María mirando a Carla con odio, pero ella cogió a Carla a golpes "como un saco de boxeo'.—María, mátame de una vez, te lo suplico —susurró Carla con lágrimas. —No lo voy a hacer. Primero vas a disfrutar con todos estos hombres, por casi matar a Sebastián.Pero ya me tienes cansada con tantos gritos y lamentos, así que te quedas sin tu lengua —María agarró un cuchillo y se la cortó. Carla lloraba, sus gritos ya no se escuchaban más.María la dejó tirada en el suelo, sin poder hablar ni pedir ayuda. La sangre brotaba de su boca, pero María estaba decidida a que Carla pagara por lo que había hecho.Después de un rato, María regresó a la bodega con una sonrisa en el rostro. Había cumplido su venganza, y ahora Carla estaba indefensa y silenciada para siempre.Pero en el fondo de su corazón, María sabía que lo que había hecho no estaba bien. Sabía que la violencia no era la
Hola mi bananon —entra María a la habitación del hospital donde está Sebastián.—Mi enana, ¿dónde estabas, mi amor? —pregunta Sebastián con una sonrisa. —Solucionando algo. Pero ya terminé —le contesta María dándole un beso en los labios a su esposo. ¿Cómo te sientes, mi rey? —Mejor, con ganas de salir de aquí.¿Ya mandaste a Carla a otro mundo, mi princesa? —Papá terminó con ella, yo solo fui a saludarla, nada más. ¡Cariño! —responde María acostándose al lado de Sebastián.—Tuve mucho miedo, mi amor, de perderte para siempre, de ver llorar a nuestros hijos por tu partida. —No llores, mi amor, aquí estoy y aquí estaré con nuestros hijos, amándote cada día más y más.—Te amo, mi vida, eres mi todo —dice Sebastián mientras acaricia el rostro de ella con ternura. —Y yo a ti, mi bananon, eres mi fuerza, mi razón de vivir —responde María con los ojos llenos de amor. Ambos se abrazan con fuerza, sintiendo la felicidad de poder estar juntos y de superar juntos los momentos difíciles. En ese
Tres años despuésDurante estos ocho años, he aprendido a vivir con la ausencia de Daniel, a valorar los momentos que compartimos juntos y a seguir adelante a pesar del dolor que su partida dejó en mi corazón.La tristeza y la melancolía aún me invaden en ciertas ocasiones, pero el amor y los recuerdos felices que compartimos me ayudan a seguir adelante.Aunque ya han pasado ocho años, su recuerdo sigue vivo en mi mente y en mi corazón, y siempre estará presente en mi vida. La muerte es parte inevitable de la vida, es un proceso natural que todos debemos enfrentar en algún momento.Aceptar la pérdida de un ser querido es un proceso difícil y doloroso, pero es necesario para poder seguir adelante y encontrar la paz interior.A medida que han pasado los años, he aprendido a aceptar la muerte de Daniel y a recordarlo con amor y gratitud por todo lo que vivimos juntos. Aunque su ausencia sea dolorosa, sé que él está en un lugar mejor y que algún día nos volveremos a encontrar en la eterni