Rasen llevaba horas conduciendo sin un rumbo fijo. La culpa por la muerte de Clear lo corroía, y el constante golpeteo de la lluvia contra el parabrisas parecía reflejar su estado mental. La tarde se oscurecía rápidamente, y el mundo a su alrededor se tornaba un borrón gris.De repente, creyó ver a Clear de pie en la acera, su silueta inconfundible bajo el paraguas. Su corazón dio un vuelco, y frenó bruscamente el auto, bajando sin pensar.—¡Clear! —gritó, pero al acercarse, la figura no era quien esperaba. Era Aisha, empapada bajo la lluvia, con una expresión mezcla de sorpresa y agotamiento.Sin decir una palabra, Rasen la tomó del brazo y la abrazó, recostando su mentón en su cuello.—No debí dejarte ir así… —dijo con la voz quebrada—. Yo, Aisha... aún duele. Duele tanto.Ella intentó apartarse, pero él la abrazó con más fuerza.—No puedes irte. No puedes dejarme de nuevo.Los ojos de Aisha se entrecerraron, confundida y cautelosa.—Te ves mal, Rasen. Deberías ir a casa.—Solo si v
Retrocedí unos pasos, tratando de esquivar al hombre que avanzaba hacia nosotros con movimientos ágiles y depredadores. Su figura se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos, apareciendo detrás de Rasen antes de que pudiera reaccionar.—Inténtalo de nuevo, y ese humano al lado tuyo morirá. ¿Acaso Lionel no te dijo con quién tratarías? Yo decido quién es bienvenido en mi territorio. —Su voz era un susurro afilado, pero la amenaza en sus palabras era inconfundible.Estupefacta, giré la cabeza y sentí un leve tirón en mi cabello.—Eres mujer —murmuró, como si fuera un dato que acabara de confirmar.Rasen, con reflejos rápidos, subió la capucha para cubrirme, pero el hombre, que se presentó como Skiller Snova, no parecía dispuesto a retroceder.—Yo podría darte la protección que buscas, especialmente para ese humano al cual prefieres mantener fuera del alcance de tus problemas. Pero dime, ¿me temes ahora que conoces mi naturaleza, o temes más por él? —Su mirada azulada recorrió a Rasen, qu
En la Oficina del VNAS, uno de los grupos más especializados de la Comunidad de los Trece, la tensión en la sala era palpable. Todos los presentes ocupaban asientos codificados con precisión, mientras el sargento al frente daba inicio a la reunión. —Todos atentos, la reestructuración de los equipos se implementará de inmediato. El inspector Rolando, del caso B, se unirá como segundo al mando, junto a Dimitri Snova, quien será el jefe del escuadrón, y la suplente Eliana Cortega, del Departamento A.Antes de que pudiera continuar, Eliana alzó la voz:—Con el debido respeto, debo mostrar mi desacuerdo con la participación del señor Rolando. Su historial tiene lagunas, y no existe información clara sobre el motivo de su relevo de cargo. A pesar de su prestigio como estratega y su experiencia como hacker en la marina, darle una responsabilidad tan alta podría ser un riesgo.El sargento la miró con una mezcla de paciencia y advertencia.—Su preocupación está anotada, Cortega, pero no cambi
El sol se filtraba por la ventana, acariciando el rostro cansado de Rasen mientras salía a correr. El aire fresco rozaba sus mejillas, pero no era suficiente para despejar el tumulto de pensamientos que lo atormentaban. Cada paso que daba llevaba el peso de la culpa, de Clear, de Aisha, y de un destino que parecía inevitable.Al regresar, Elbanius lo esperaba en la entrada, su rostro surcado por líneas de sabiduría y secretos.—Sígueme, chico de ojos oscuros —ordenó, guiándolo hacia una sala apartada donde colgaban botellas de vidrio en sogas gruesas, como un macabro adorno.El silencio en la sala era sofocante.—¿Por qué ocultas que eres telépata? —preguntó Elbanius, su voz resonando con gravedad.Rasen se quedó inmóvil, su corazón latiendo como un tambor. Había intentado esconderlo, incluso de sí mismo.—No sé a qué se refiere —respondió con un hilo de voz, sus ojos esquivando al anciano—. Mi única intención es proteger a Aisha... y descubrir la verdad.Elbanius lo observó, midiendo
Rasen había intentado mantener su mente ocupada, buscando evitar los sentimientos contradictorios que Aisha le provocaba. Desde la muerte de Clear, sentía que una parte de él se había roto, y aunque intentaba sanar, cada interacción con Aisha hacía que la herida volviera a abrirse.Empujó la puerta con fuerza, esperando encontrar respuestas. Pero lo que vio lo dejó helado: Skiller con los labios manchados de sangre, junto al cuello expuesto de Aisha. Ella estaba de pie, con el rostro pálido, mientras él le subía la chompa para cubrir sus hombros.El tiempo pareció detenerse para Rasen. La ira y la confusión se arremolinaron en su pecho como un vendaval incontrolable.—¡Aléjate, desgraciado! —gritó, apretando los puños.Skiller lo detuvo con un gesto calmado, cargado de indiferencia.—Es lo que ves, Rasen —dijo con una sonrisa sarcástica.Aisha, con una mirada apagada, musitó:—Lo siento...Rasen dio un paso adelante, sus ojos ardiendo con preguntas que no podía formular.—¡Lo prometis
La oficina del VNAS estaba sumida en un caos contenido. Las luces parpadeaban, los pasillos eran un río de susurros, y las miradas furtivas hablan de conspiraciones invisibles. En medio de todo, Evans sabía que el peligro estaba cerca, pero no esperaba que viniera de alguien tan cercano.—¿Dónde está Evans? ¡Respóndeme, Eduardo! —exigió Eliana, su compañera, mientras cerraba con fuerza la puerta frente a él.—No puedo decírtelo. Mantén tu distancia —respondió Eduardo, apartándose de un empujón.—¿A dónde crees que vas con ese maletín? ¡Es información clasificada! —protestó, intentando arrebatarle.Eduardo no respondió. El sonido de los pasos rápidos resonaba en el pasillo.En otra sala, Evans estaba organizando los documentos que podrían exponer el caso de la luna roja cuando escuchó un clic familiar. Se giró lentamente para encontrar a Eliana, con lágrimas en los ojos y un arma apuntándole.—No debiste investigar el caso. Sabes que hay cosas que deben permanecer enterradas —dijo ella
Los truenos resonaban en el cielo mientras Rasen desinfectaba cuidadosamente la herida de Evans. La tormenta afuera era un eco lejano del caos que se había apoderado de su vida. La lluvia golpeaba el parabrisas, los limpiaparabrisas luchaban contra el torrente, pero los recuerdos de otro día tormentoso invadían su mente. El accidente. El miedo de perder a Clear lo había consumido entonces, y ahora, la misma ansiedad lo atenazaba mientras observaba a Evans, inconsciente y febril, desplomado en el asiento trasero.En su sueño febril, Evans volvió a los inicios de su carrera, al momento en que todo comenzó: el caso de la Luna Roja.Oficina Central, seis años atrásEl entusiasmo de Evans era palpable la primera vez que pisó la Oficina Central. Recién recomendado por el misterioso Señor A, se presentó a una entrevista que marcaría el inicio de su viaje hacia lo desconocido.—¿Por cuánto tiempo trabajó como asistente? —preguntó el entrevistador, un hombre de mirada penetrante y tono autorit
La ausencia de Sanathiel había dejado a la comunidad de los trece tambaleándose en un frágil equilibrio. Los líderes competían por llenar el vacío, cada uno buscando consolidar su poder mientras las alianzas se rompían en silencio. Lionel, siempre calculador, vio en este caos una oportunidad dorada. Para él, no se trataba solo de reclamar la posición de Sanathiel; quería superarlo, humillarlo y, si era necesario, destruirlo.Su ascenso estuvo plagado de manipulaciones. Durante su breve compromiso con la hija menor de los Ghali, utilizó las conexiones políticas para infiltrarse en el bajo mundo. Pero su jugada más peligrosa fue involucrarse con Skiller Snova, un acuerdo oscuro que solo Noah conocía y que se mantenía en las sombras por una frágil confianza.Mientras tanto, Noah, arrastrado por el peso de sus errores, decidió regresar a la Casa Verona en busca de Kerens, el desterrado. No era solo una búsqueda de redención, sino una súplica desesperada por relevancia en un mundo que pare