En su refugio, Sanathiel sostenía el medallón lunar entre sus dedos, el frío metal recordando las promesas rotas y los secretos de su linaje. La llegada inesperada de Noah trajo consigo un desafío aún mayor: la presencia de Aisha, traída contra su voluntad.—"¿Algún rastro de Salomón o de los Nevri, Noah?", preguntó Sanathiel.—Simples movimientos en Losare, y un descubrimiento extraño, lobos de gran tamaño, pude sentir algo diferente…el humano con Aisha. —respondió Noah.—Tu amo el desterrado, debe estar metido en esto, es siempre generoso, cuando algo le compete."Lo sé, Sanathiel", asintió Noah.—¿Qué tienes para mí? —preguntó insidiosamente Sanathiel, sosteniendo el medallón.—Es una sorpresa, aquí tiene la llave. —Pronunció Noah, ofreciéndole el seguro.2:30 a.m.Sirviéndose una copa de champán, se colocó el medallón lunar ya completo, sobre su cuello, asomándose a mirar el cielo oscuro. Con la música encendida, saboreo su bebida. Se giró lentamente, en dirección a la puerta, cua
La habitación era un santuario de sombras. En el centro, Aisha yacía encadenada en una jaula metálica, su respiración contenida entre el miedo y el orgullo. Frente a ella, Sanathiel.—Desde que la traje en secreto, han pasado dos días. —La voz de Noah sonaba lejana, casi ceremonial—. Hubiera preferido que la vieras en otras condiciones, Sanathiel… pero aquí tienes las llaves.Sanathiel no respondió. Caminó hacia la jaula, abriendo el candado con un clic seco. La tela que cubría el rostro de la mujer resbaló entre sus dedos. Cabello castaño hasta la cintura. Labios suaves. Ojos verdes que no eran los de Zaira… pero ardían igual.—¿Qué tienes tú que ver conmigo, cazadora? —murmuró, agachándose para observar de cerca.El medallón lunar colgaba de su cuello. Sanathiel lo arrancó de un tirón, provocando que ella despertara con un gemido ahogado. La jaló de las esposas, forzándola a arrodillarse.—Tienes agallas —susurró, levantándole la barbilla—. Pero definitivamente… no eres ella.El arom
La habitación estaba en silencio.Aisha abrió los ojos lentamente. El techo era blanco, las paredes lisas. Una lámpara tenue colgaba del techo, parpadeando como si compartiera su desconcierto. El aire olía a alcohol, polvo… y lavanda.Trató de incorporarse, pero el movimiento la hizo gemir. Dolía todo. Su cuerpo parecía no ser suyo.—Tranquila… —dijo una voz suave a su lado.Lionel estaba sentado en una silla, las ojeras marcadas bajo sus ojos grises. Llevaba la misma chaqueta desde hace días. Cuando Aisha intentó hablar, solo salió un jadeo.—Estás a salvo. Por ahora.Ella lo miró en silencio. Las palabras se le quedaban atrapadas en la garganta, como si el miedo aún tuviera garras dentro de ella.Se incorporó con esfuerzo. Sentía la piel caliente, pero no por fiebre. Era otra cosa. Una vibración. Un fuego suave, latente.Un nuevo latido.—¿Dónde estamos? —murmuró.—Refugio temporal. Un sitio sin nombre. Nadie nos encontrará por ahora.Aisha bajó la vista. Sus muñecas aún tenían marca
No era momento de retroceder. Lionel había cruzado la línea, desafiando a su hermano Sanathiel, y las consecuencias serían graves, marcando su hermosa y fría piel, con cicatrices como castigo. A pesar de eso, su mente no podía dejar de revivir la imagen de Aisha, rota y humillada, después de haber sido sometida a los crueles caprichos de su propio hermano.—¡Aisha! —gritó mientras corría hacia la jaula.Para su sorpresa, Sanathiel apareció en la entrada, cruzado de brazos, observando la escena con desdén.—¿Te atreverás a ayudar a mi prisionera en mi presencia, Lionel?Lionel lo miró de reojo, sus ojos encendidos de ira.—¿Qué clase de líder deja a alguien en este estado? ¿No estás rompiendo tus propias reglas, lobo blanco?Sanathiel sonrió, burlón.—¿Y qué importancia tiene ahora esa humana, Lionel? Dímelo tú, ¿qué significa esta persona para ti?Lionel ignoró la pregunta y siguió sus instintos. Respiró hondo, sabía lo que debía hacer. En la puerta trasera, con la luz de la luna ilumi
Rasen llevaba horas conduciendo sin un rumbo fijo. La culpa por la muerte de Clear lo corroía, y el constante golpeteo de la lluvia contra el parabrisas parecía reflejar su estado mental. La tarde se oscurecía rápidamente, y el mundo a su alrededor se tornaba un borrón gris.De repente, creyó ver a Clear de pie en la acera, su silueta inconfundible bajo el paraguas. Su corazón dio un vuelco, y frenó bruscamente el auto, bajando sin pensar.—¡Clear! —gritó, pero al acercarse, la figura no era quien esperaba. Era Aisha, empapada bajo la lluvia, con una expresión mezcla de sorpresa y agotamiento.Sin decir una palabra, Rasen la tomó del brazo y la abrazó, recostando su mentón en su cuello.—No debí dejarte ir así… —dijo con la voz quebrada—. Yo, Aisha... aún duele. Duele tanto.Ella intentó apartarse, pero él la abrazó con más fuerza.—No puedes irte. No puedes dejarme de nuevo.Los ojos de Aisha se entrecerraron, confundida y cautelosa.—Te ves mal, Rasen. Deberías ir a casa.—Solo si v
Retrocedí unos pasos, tratando de esquivar al hombre que avanzaba hacia nosotros con movimientos ágiles y depredadores. Su figura se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos, apareciendo detrás de Rasen antes de que pudiera reaccionar.—Inténtalo de nuevo, y ese humano al lado tuyo morirá. ¿Acaso Lionel no te dijo con quién tratarías? Yo decido quién es bienvenido en mi territorio. —Su voz era un susurro afilado, pero la amenaza en sus palabras era inconfundible.Estupefacta, giré la cabeza y sentí un leve tirón en mi cabello.—Eres mujer —murmuró, como si fuera un dato que acabara de confirmar.Rasen, con reflejos rápidos, subió la capucha para cubrirme, pero el hombre, que se presentó como Skiller Snova, no parecía dispuesto a retroceder.—Yo podría darte la protección que buscas, especialmente para ese humano al cual prefieres mantener fuera del alcance de tus problemas. Pero dime, ¿me temes ahora que conoces mi naturaleza, o temes más por él? —Su mirada azulada recorrió a Rasen, qu
En la Oficina del VNAS, uno de los grupos más especializados de la Comunidad de los Trece, la tensión en la sala era palpable. Todos los presentes ocupaban asientos codificados con precisión, mientras el sargento al frente daba inicio a la reunión. —Todos atentos, la reestructuración de los equipos se implementará de inmediato. El inspector Rolando, del caso B, se unirá como segundo al mando, junto a Dimitri Snova, quien será el jefe del escuadrón, y la suplente Eliana Cortega, del Departamento A.Antes de que pudiera continuar, Eliana alzó la voz:—Con el debido respeto, debo mostrar mi desacuerdo con la participación del señor Rolando. Su historial tiene lagunas, y no existe información clara sobre el motivo de su relevo de cargo. A pesar de su prestigio como estratega y su experiencia como hacker en la marina, darle una responsabilidad tan alta podría ser un riesgo.El sargento la miró con una mezcla de paciencia y advertencia.—Su preocupación está anotada, Cortega, pero no cambi
El sol se filtraba por la ventana, acariciando el rostro cansado de Rasen mientras salía a correr. El aire fresco rozaba sus mejillas, pero no era suficiente para despejar el tumulto de pensamientos que lo atormentaban. Cada paso que daba llevaba el peso de la culpa, de Clear, de Aisha, y de un destino que parecía inevitable.Al regresar, Elbanius lo esperaba en la entrada, su rostro surcado por líneas de sabiduría y secretos.—Sígueme, chico de ojos oscuros —ordenó, guiándolo hacia una sala apartada donde colgaban botellas de vidrio en sogas gruesas, como un macabro adorno.El silencio en la sala era sofocante.—¿Por qué ocultas que eres telépata? —preguntó Elbanius, su voz resonando con gravedad.Rasen se quedó inmóvil, su corazón latiendo como un tambor. Había intentado esconderlo, incluso de sí mismo.—No sé a qué se refiere —respondió con un hilo de voz, sus ojos esquivando al anciano—. Mi única intención es proteger a Aisha... y descubrir la verdad.Elbanius lo observó, midiendo