De camino a casa pasé por El Baúl a contarle a Caty, por supuesto saltó de alegría. Nos tomamos un café y la puse al tanto de todas las novedades, incluida la partida de Caroline, no se alegró por eso, sabía que si Thomas sufría ella no podía estar contenta, pero muy dentro suyo, estaba segura que era una gran noticia.
Diciembre finalmente llegó. Ya todos los preparativos para la boda estaban listos. Solo debíamos esperar que llegara el tan esperado día. Yo seguía sintiéndome igual, las mañanas eran la peor parte de mi día, pero llegando el mediodía comenzaba a sentirme bien. Dan estaba preocupado porque parecía estar perdiendo peso, pero era lógico. Pasaba medio día sin comer nada. Llamó a la doctora Torres y ella lo tranquilizó diciéndole que era bastante normal qué a ésta altura perdiera unos
De vuelta al auto mandé un mensaje a las chicas. Ari, Caty, Sofi y Euge y las invité a cenar fuera. Todas respondieron de inmediato y fui a casa a tomar una ducha. Fran sacó a Xander por su paseo mientras yo me arreglaba, elegí un lindo pantalón de tiro alto en negro y ajustado. Aún no se me notaba el vientre así que podía usarlo. Una camiseta de cuello tortuga con un escote en la espalda, la chaqueta de cuero, me peiné y me maquillé suave. Y salí a encontrarme con las chicas en un restaurante hindú. Pasé a buscar a Caty y Sofi y cuando llegamos al lugar nos encontramos con Euge y Ari. La cena estuvo divertidísima. Y decidimos ir por unos tragos luego al bar de Paco. Las chicas bebieron unas copas mientras yo me abastecía de jugos. Por arte de magia, o más bien gracias a Fran, Dan, Mariano y Joaquín aparecieron.—¿Qué haces aquí car
Yo tenía que terminar mis exámenes y Dan debía trabajar, volveríamos en unos días para el gran día de Ari.—Éste sábado tengo una gala a beneficio. ¿Me acompañas? —preguntó mi adonis.—Por supuesto cariño.Al día siguiente Caty me acompañó de compras, debía escoger un bello vestido.Mientras mirábamos vidrieras, aproveché para sonsacarle algo sobre Tomy, me contó que hablaron de su ruptura con Caroline y que Tomy le dijo, que era mejor así, que Caroline no era la mujer de su vida y él lo sabía. Pude ver esperanza en sus ojos y eso me fascinó. Aún tenía fe en que esos tontos se dieran una oportunidad. Me probé unos cuántos vestidos hasta que encontré el que buscaba.El sábado llegó y decidí ir al salón de bellez
Tomamos un té mientras nos poníamos al día. Le pregunté cómo llevaba su vida diaria y me contó que estaba invirtiendo más tiempo en las beneficencias de las que estaba a cargo. Todas tenían que ver con la empresa y hacía años mi madre se encargaba de ellas. También me comentó que estaba con ganas de empezar una ONG, la alenté a que lo hiciera y le ofrecí mi ayuda en lo que necesitara. Me seguía pareciendo absurdo que se quedara en una casa tan grande y vacía. Pero no había caso, no estaba dispuesta a venderla. Dijo que siempre sería el lugar donde podíamos volver. Y que tenía demasiados recuerdos como para dejarla ir.Llegando la noche subí a tomar una ducha, Dan estaba saliendo del baño envuelto en una toalla.—Te ves tan sexy… —me relamí los labios.—Hablé con Andy. &iqu
El segundo día del año 2014 volvimos a Madrid. La galería marchaba muy bien, faltaba muy poco tiempo para que pudiera abrirla finalmente. Aproveché el tiempo dedicándome a preparar mi nueva muestra, aún tenía mi viejo piso y por el momento lo utilizaba para trabajar. Las molestias matutinas comenzaban a aminorar. Y si bien me levantaba bastante descompuesta, ya podía retener la comida por la mañana.Mientras desayunábamos Dan leía el periódico y yo revisaba mis e-mails en el iPad. Fran volvió de pasear a Xander y nos fuimos. Dante se moría de ganas de probar su nuevo juguete por lo que se llevó la Bugatti y yo el Phantom.Los días pasaron rápidamente, pasaba la mayor parte de mi tiempo metida en el viejo piso trabajando en la nueva colección y poniéndola a punto. Fran se entretenía leyendo en la cocina. Hicimos co
—¡Alexandra, abre los ojos! Despierta nena… aquí estoy, no me dejes. No sé vivir sin ti cariño. Eres mi vida, eres la luz de mis ojos Lex. No puedes abandonarme. ¿Me amas? Si me amas, vuelve a mí nena. O moriré de tristeza. ¡Abre los ojos cariño! ¡Es una condenada orden Alexandra! —la voz de Dan se hacía más y más fuerte. Sentí sus labios sobre los míos, cálidos, dulces, llenos de amor. Su mano acarició mi cabello suavemente.—Por favor Lex. Vuelve a mi nena —volvió a implorar sobre mi boca.—Dan… —murmuré y lentamente mis parpados se abrieron. Sus ojos rojos fue lo primero que vi, cuando mi vista se aclaró. Lucía fatal, parecía llevar semanas llorando y sin dormir.—¡Amor! Gracias cariño. Gracias por volver. Te amo Lex, te amo más que a m
El día siguiente, después de la ronda médica, el doctor me avisó que mi ginecóloga me vendría a ver, y si ella estaba de acuerdo me podía ir a casa. Y así fue, después de la fisioterapia, la doctora Torres vino a verme. Habló conmigo sobre la pérdida del bebé, me dijo que no había nada que yo hubiera podido hacer para evitarlo. También me recomendó que espere unos meses si quería volver a embarazarme, no estaba en mis planes más inmediatos así que no tendría problemas, por el resto, me dijo que todo estaba bien y no había ninguna secuela. Le pedí que me recetara otra vez la píldora y lo hizo. Dan me miró con tristeza. Acordó que podía irme, así que mi madre me ayudó a vestirme, recogimos las cosas y nos fuimos a casa.Dan era mi apoyo para poder caminar con normalidad, cargaba el peso de mi
A la mañana siguiente, me levanté de la cama yo sola. Me di un baño y mientras secaba mi cabello Dan entró.—Me alegra mucho verte de pie nena, te ves mejor.—Gracias cariño. Te prometí que mejoraría y eso haré —besó mi hombro y se metió a la ducha. Marzo estaba comenzando y los días de frío intenso quedaban atrás. Busqué un vestido gris ajustado con botones en todo el frente y tenía una especie de remera abajo en negro, me puse los zapatos de tacón negros. Me maquillé suave y dejé mi cabello suelto. Se sentía raro volver a vestirme como alguien normal. Tomé mi bolso y una chaqueta y fui a la cocina.—Buenos días cielo —me saludó cariñosamente Marga cuando entré.—Buenos días Marga.—Es bueno tenerla de vuelta.—Gracias.
—¡Dante! —grité a viva voz. Al segundo estuvo en la puerta, podía escucharlo, pero no levanté la cabeza. Se detuvo en el umbral y se tomó unos minutos para entrar. Finalmente dio un paso, cerró la puerta detrás de él y comenzó a caminar a mi alrededor lentamente. Se detuvo enfrente, se agachó y con una mano tomó mi mentón y levantó mi rostro. Me miró con ojos oscuros de lujuria, estaba tan deseoso de retomar nuestra intimidad como yo, pero había sido paciente y me había dado tiempo para que me repusiera. En ese mismo momento, sentí que no podría amarlo más.—¿Estás segura Lex?—Sí señor, muy segura.—Bien nena, ¿Cuál es tu palabra de seguridad? —preguntó con voz seductora.—ROMA señor.—Si quieres que me detenga, &ua