El día siguiente, después de la ronda médica, el doctor me avisó que mi ginecóloga me vendría a ver, y si ella estaba de acuerdo me podía ir a casa. Y así fue, después de la fisioterapia, la doctora Torres vino a verme. Habló conmigo sobre la pérdida del bebé, me dijo que no había nada que yo hubiera podido hacer para evitarlo. También me recomendó que espere unos meses si quería volver a embarazarme, no estaba en mis planes más inmediatos así que no tendría problemas, por el resto, me dijo que todo estaba bien y no había ninguna secuela. Le pedí que me recetara otra vez la píldora y lo hizo. Dan me miró con tristeza. Acordó que podía irme, así que mi madre me ayudó a vestirme, recogimos las cosas y nos fuimos a casa.
Dan era mi apoyo para poder caminar con normalidad, cargaba el peso de mi
A la mañana siguiente, me levanté de la cama yo sola. Me di un baño y mientras secaba mi cabello Dan entró.—Me alegra mucho verte de pie nena, te ves mejor.—Gracias cariño. Te prometí que mejoraría y eso haré —besó mi hombro y se metió a la ducha. Marzo estaba comenzando y los días de frío intenso quedaban atrás. Busqué un vestido gris ajustado con botones en todo el frente y tenía una especie de remera abajo en negro, me puse los zapatos de tacón negros. Me maquillé suave y dejé mi cabello suelto. Se sentía raro volver a vestirme como alguien normal. Tomé mi bolso y una chaqueta y fui a la cocina.—Buenos días cielo —me saludó cariñosamente Marga cuando entré.—Buenos días Marga.—Es bueno tenerla de vuelta.—Gracias.
—¡Dante! —grité a viva voz. Al segundo estuvo en la puerta, podía escucharlo, pero no levanté la cabeza. Se detuvo en el umbral y se tomó unos minutos para entrar. Finalmente dio un paso, cerró la puerta detrás de él y comenzó a caminar a mi alrededor lentamente. Se detuvo enfrente, se agachó y con una mano tomó mi mentón y levantó mi rostro. Me miró con ojos oscuros de lujuria, estaba tan deseoso de retomar nuestra intimidad como yo, pero había sido paciente y me había dado tiempo para que me repusiera. En ese mismo momento, sentí que no podría amarlo más.—¿Estás segura Lex?—Sí señor, muy segura.—Bien nena, ¿Cuál es tu palabra de seguridad? —preguntó con voz seductora.—ROMA señor.—Si quieres que me detenga, &ua
Poco a poco volvimos a la normalidad. Cada cual a su trabajo. Estaba volviéndome loca con la decoración de la galería. Sergio había encontrado un diseñador maravilloso y muy creativo. Joshua tenia miles de ideas magnificas, pero me preocupaba no excederme en los gastos. Contaba con la herencia de mi padre y los beneficios de las acciones de la empresa, pero no quería tocar ese dinero. De alguna manera me parecía tramposo, fue la causa de que me alejara de mi familia y me parecía deshonesto usarlo ahora en mi beneficio. Esa semana retomé mis reuniones en narcóticos anónimos. Ya no me sentía tentada a usar drogas, pero sabía que siempre estaba latente esa necesidad. También veía a la doctora Aguilar una vez a la semana. Y cada vez me sentía más fuerte. Volví a las clases de yoga, me ayudaban a relajarme. El jueves me encontré con las chicas, Ari, Euge, C
Durante la semana me dediqué de lleno al trabajo. Empaquetamos y enviamos todas las pinturas que se habían vendido. Me pareció una buena idea, utilizar bien el espacio de muestras, una de las paredes mostraba unas series de mis fotografías, y en la pared contraria, otros cuadros de Cayetano. Todos los días recibíamos e-mails o visitas de artistas que nos traían su trabajo y encontré varios que me gustaron. Fui de a poco generando una buena base de pintores, fotógrafos y escultores. Elegimos algunas piezas de cada uno y las fuimos intercalando. De esa manera logramos un buen catálogo de arte. También preparé un catálogo impreso mensual que tendríamos a la venta. El miércoles me encontré con Caty para cenar. Fuimos a un moderno restaurante asiático.—Ya deja el misterio. ¿Tomy y tú están juntos? —manifesté mientras cen&aa
Durante las siguientes semanas, el trabajo me absorbió por completo. Por supuesto siempre encontraba la manera de, aun así, disfrutar de mi adonis y de mis amigos. Pero la rutina comenzaba a afectarme. Olivia se convirtió en una compañera de juegos asidua para nosotros. Y la pasábamos muy bien los tres juntos. Cuando el primero de junio llegó ya teníamos todo listo para el viaje de verano. Dan lo había organizado y yo no tenía idea de dónde iríamos. Por mucho que pregunté, no me enteré de nada. Solo dijo que pusiera ropa de verano en la maleta. Esa mañana, muy temprano fuimos a dejar a Xander con mi hermana, ellos lo cuidarían en nuestra ausencia, y de ahí al aeropuerto, donde el jet de la empresa Navarro Inc. nos esperaba.—Ya estamos en el avión, dime donde vamos —insistí.—Me pediste que te sorprenda. Ahora nada de
Nos acercamos hasta donde el sacerdote griego había montado un altar al pie del templo.Dan tomó mi brazo, y me condujo hasta allí. Y el hombre comenzó a hablar.—¿Vienen por su propia voluntad? —preguntó y ambos respondimos:—Sí.—Nos encontramos en el Templo de la Diosa Afrodita Pandemos, para que estos dos amantes sean cubiertos con su cálido manto y les brinde una vida de amor y deseo. Que en su mesa jamás falte el pan y que la prosperidad abunde en su casa. Que su descendencia sea grande y la llama de su pasión jamás se extinga. ¿Tienen sus votos?—Sí —respondió mi adonis, se giró para ponerse frente a mí y mirarme a los ojos. Agarró mis manos entre las suyas.—Desde la primera vez que vi tus hermosos ojos, supe que mi vida cambiaría por completo. No hay un solo minuto de
Estaba inmersa en el trabajo y la música estaba fuerte, no escuché cuando Dante entró en la oficina.—Hola preciosa —dijo en mi oído y tomándome por la cintura y haciéndome saltar del susto.—Dante por amor a dios, casi me matas del susto.—¿Esperabas a alguien más?—Mi esposo puede venir en cualquier momento.—Entonces tendré que ser rápido —remató. Giró mi silla y me besó apasionadamente.—Debemos estrenar la oficina —susurré juguetona mientras aflojaba su corbata.—Hmmm estrenaremos lo que quiera señora Navarro —me levantó por el trasero y me sentó sobre el escritorio. Subió mi vestido y la frágil tela de mi tanga se rasgó en sus manos. A tientas abrí su cremallera y busqué su delicioso miembro. La pasión nos
Cuando nuestras respiraciones se normalizaron, me soltó. Nos arreglamos la ropa y subimos al ascensor.—Si mañana nos echan del edificio es tu culpa —declaré divertida.—No lo pensé bien, fue un impulso.—Bien, empieza a buscar nueva casa cariño, solo por si acaso.—¿Quieres mudarte?—Era una broma Dan.—No, hablo en serio. ¿Te gustaría que comprásemos una casa?—No soy del tipo de persona que vive en una gran casa.—Lo sé. A mí me gusta éste piso. Pero quizás deberíamos pensarlo.—Bien, lo discutiremos luego cariño.Llegamos a la casa y Xander nos recibió alegre, nos fuimos a la cama y volvimos a hacer el amor.Nuestra vida juntos era muy cómoda y ordinaria. Pero de alguna manera me encantaba. No me sentía atrapada en la ru